La Italia fascista de Benito Mussolini y el III Reich de Adolf Hitler quedaron del tamaño de un poroto ante la prepotente actitud de quienes autorizaron una actividad de moto enduro en un lugar declarado Patrimonio Cultural de la Nación. Su valor va más allá de lo histórico. Implica también: arte, cultura, filosofía y significados torales en cuanto quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
El rasgar de vestiduras vino luego de las críticas y la pita se rompió en el segmento más delgado. Carlos Batzin, el cuestionado ministro de Cultura (de quien dudo si sabe el concepto siquiera de la palabra “cultura”) dijo que había destituido al Director del Centro por permitir que la actividad se desarrollara allí. Ah, interesante. Otto Pérez Molina expresó lo mismo. Pregunto: ¿Acaso no lo sabían?, y, ¿a quién creer?, porque, el vocero de la Municipalidad de Guatemala ha intentado desvincular a la comuna del asunto apuntando también al defenestrado Director, sin embargo, el material propagandístico de la actividad demuestra que la misma estaba programada.
Los afiches de promoción dicen: “exhibición de MOTO ENDURO” y el escudo de la Municipalidad plasmado en ellos es más que reconocible. Ahora, unos a otros se echan la culpa y en el entretanto, han de estar cruzando los dedos para que el ventarrón pase rápido y sin consecuencias.
A otro mico con ese banano.
Por ello, es de aplaudir la actitud adoptada por el Ministerio Público de averiguar, hasta las últimas consecuencias, quiénes fueron los hechores. Ojalá se persiga no sólo a los hechores materiales. Los actos de violencia, mismo disfrazados de actividades deportivas, deben ser sancionados y, en el presente caso, hay más que un mensaje subliminal. Un aparato amenazador está detrás de ello. ¿Razones más que las perceptibles?, juzgue el lector.
A funcionarios de regímenes autoritarios como los de nuestro país les gusta emprenderla contra todo aquello que signifique pensamiento crítico. Asimismo, demostrar que sus amos o los hijitos de sus patrones pueden hacer lo que se les dé la regalada gana, donde quieran y como quieran. Y a esos patrones, les interesa fustigar todo aquello que ponga la realidad en el tapete. Actúan a lo Juan Palomo: “Yo me lo guiso, yo me lo como”. El problema es que esos fascistas se vienen comiendo lo que no han guisado, mucho menos ganado con el sudor de su frente.
Ese acto vulgar tuvo claro cometido: Un mensaje para todo aquello que los fascistas interpretan como “izquierda”. Entiéndase: inteligencia, arte, cultura, espacios de libertad, soberanía, albedrío, academia, etc. Esta vez fue demostrar su prepotencia y la supremacía del poder sobre la razón. Mañana, puede ser algo peor.
Para conocer al diablo no se necesita bailar con él. Harto sabemos de quiénes se trata porque, detrás de sus actitudes, hay un franco rechazo a la ética, a la moral, al recto proceder, a la bonhomía, a la ciencia y al estudio. Particularmente si la dicha ciencia orienta sus investigaciones a develar la realidad nacional y a proponer soluciones. Mismas que pueden afectarles porque desde generaciones atrás, ellos y sus ascendientes han bebido y mamado del Estado.
Las elecciones están a la vuelta de la esquina. No obstante, tenemos tiempo para discernir entre seguir en la miseria intelectual a la cual nos han conducido esos “dirigentes” políticos o llenarnos de audacia para largarlos al carajo utilizando todos los mecanismos legales que un proceso democrático provee porque, no debemos aguantar un mal que ya viene durando casi 193 años entre periodos de liberales y conservadores.
De momento, a exigir las reparaciones del caso, tanto en el tablado material como en el legal. Basta de ese silencio que corroe, desgasta y lleva a la mezquindad a quien lo practica. En casos de lesa cultura como el que nos atañe, guardar mudez es sinónimo de complicidad.
A los ignotos motorizados les recuerdo aquel aforismo de San Agustín: “No hay riqueza más peligrosa que una pobreza presuntuosa”. Quizá, reflexionar esa lección de filosofía agustiniana les corrija ese rumbo que hoy por hoy, con todo y sus motocicletas, los lleva derechito a una oficina del Ministerio Público.
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