Ejercer la función pública debe ser un honor, y quienes la ejercen deben estar a la altura de la responsabilidad que ello demanda. No es un juego. Por eso, cuando en los últimos meses se empezó a discutir que la inflación de alimentos podría estar siendo mal medida, distintos economistas de distintas vertientes ideológicas y con larga trayectoria empezaron a unirse a la preocupación (1, 2, 3 y 4). Otros, más jóvenes, también nos hemos pronunciado de manera pública (1 y 2).
Lastimosamente, no todos han reaccionado igual. Algunos han querido minimizar el problema pretendiendo que da lo mismo que la inflación sea de 1 o 4 %. Pero ¿acaso una inflación mal medida no hace que el crédito sea más caro para el consumo y para las pymes? ¿Acaso una inflación mal medida no concentra más la riqueza, pues les da mayores ganancias adicionales a los bancos que le compran deuda al Gobierno porque la tasa de interés es más alta? Lo peor ha sido la reacción del INE.
¿Salió el INE a reconocer su error? Parcialmente. En septiembre ellos decían que la canasta costaba Q4 211. Con los nuevos cálculos, ahora el INE dice, en una presentación interna, que el costo es Q2 004 (ver presentación 1, diapositiva 5, lado izquierdo). ¡El costo de la canasta de alimentos es menos de la mitad de lo que calculaban!
Casi no se ha hablado de lo dramática que fue la caída del costo de la canasta básica y del enorme error en que estaba incurriendo el INE. ¿Por qué? Porque el INE no lo presentó públicamente. Ese dato no aparece en las otras presentaciones. Y porque se ha ocultado el problema con la discusión de la nueva canasta de alimentos, cuyo costo es de Q3 475, ya que a) el tamaño de la familia promedio se ha reducido en 23 años, b) se agregaron diez productos nuevos y c) se incluye la compra de comida en la calle (ver diapositiva 19 aquí). Mientras tanto, el INE ha evitado explicar qué ocasionó el error y qué acciones tomó para corregirlo.
¿Salió el INE a corregir el error? No. Ya mencioné que ha escondido el error con el énfasis en la nueva canasta. Tampoco corrigió las cifras de la inflación de los últimos años ni ha hecho transparentes los precios o la fórmula que empleó anteriormente y que generaron el problema. Tampoco ha salido con los precios o las fórmulas de la nueva canasta. Además, sería un error considerar que la nueva canasta alimentaria corrige el error porque aún no sabemos cuál fue el problema en primer lugar. Más bien parece que el INE quiso evitar la vergüenza de reconocer que el error era tan grave, así que decidió agregar los nuevos productos y un gasto adicional: 28 % del consumo fuera del hogar. ¿Qué justifica esas decisiones? No lo sabemos. ¿Por qué 28 %? No lo sabemos. Dudo que eso represente el consumo de las áreas rurales del país, que contienen cerca del 45 % de la población. Dudo que esta medida sirva mucho para medir la pobreza rural.
¿Salió el INE a discutir cómo evitar que el error vuelva a ocurrir? No. No ha sido transparente con los precios y las fórmulas empleadas. Tampoco ha sido transparente con sus criterios de decisión sobre la nueva canasta. Por ejemplo, si uno usa los datos del INE, el aguacate resulta ser un producto cuyo precio ha crecido mucho (índice 566). ¿Tiene sentido que en la canasta se incluya la compra de casi 10 aguacates (104 gramos por 30 días) al mes por parte de la familia promedio? Si es así, ¿representa eso la familia promedio de la ciudad capital o también del área rural? Además, no soy experto culinario, pero, si el precio del güisquil ha crecido mucho más rápido que el del güicoy (índice 713 versus 261), ¿no esperaría uno que la población haya empezado a consumir más güicoy, especialmente en productos como el caldo de res? La discusión es relevante porque se asume que la familia promedio consume como 48 güisquiles por mes (409 gramos por 30 días). Por último, hasta la información que le presentan al Gabinete Económico sobre el consumo de güisquiles (392 gramos, diapositiva 16, presentación 2) es distinta de la que le presentaron a la población unos días después (409 gramos, diapositiva 17). Lo mismo sucede para otros productos.
Con todo esto, no me queda más que decir: no hay duda, el INE nos está dando gato por liebre.
Ojalá los miembros de la junta directiva del INE, así como los encargados de administrar la entidad, recapaciten sobre su responsabilidad para con el país.
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