No queremos heredar a nuestros hijos y nietos este país donde la salud sea inaccesible para las mayorías, donde las medicinas en lugar de llegar al pueblo sean vendidas en las farmacias de los empleados de salud. No queremos un país donde nos mal atiende una enfermera porque el doctor está durmiendo. No queremos un país donde existan más suicidios que oportunidades de atención en salud mental.
No queremos este país donde no existe un trabajo con oportunidades dignas para todos. No queremos llamar suerte a poder colocarse por menos de cincuenta quetzales diarios en una tienda o tortillería de barrio, esclavizado tras unas rejas, trabajando sin descanso, orinando en un bote y que los clientes me llamen Chino porque tu nombre no importa.
No queremos este país donde las personas, especialmente los niños, se acuestan con hambre, porque el hambre duele. Un país donde si tienes suerte, mueres, porque la alternativa es que la desnutrición te mata la vida, retrase tu crecimiento, tu entendimiento y te anule toda oportunidad.
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Yo no quiero dejar para generaciones futuras este país donde saber escribir es un privilegio. Donde la educación pública es mala y escasa para la mayoría pero la privada inalcanzable. Una educación que te enseña a ser obrero y a rendir homenaje a quienes escribieron una historia en la que son protagonistas y solo puedes obedecer y aplaudir.
No queremos este país donde las mujeres sufren acoso y violaciones desde niñas y que culpa a las niñas de provocar a sus verdugos. El país en el que ser mujer implica que nadie sepa si regresarás con vida y que tu pareja sepa que puede golpearte impunemente hasta la muerte. No queremos este país donde las diferencias de género son condenadas y te disparen en el nombre de un Dios al que llaman amor.
Nos queremos pertenecer a un país racista y clasista donde decirte indio sea un insulto y decir que tener dinero te hace merecedor de reverencias. Este país donde las mujeres y los niños son excluidos sistemáticamente de sus derechos por el hecho de ser indígenas.
No queremos este país donde te roban el carro con tus hijos dentro, que te da miedo ver una patrulla, donde las fuerzas armadas sean escondite de traficantes y donde el crimen organizado se valga de los aparatos de seguridad y el Estado se valga de las pandillas. No queremos un país donde es más fácil que te maten a que llegue la policía cuando la necesitas.
No queremos este país donde las arcas nacionales se convierten en la cueva de Alí Babá y los servidores y los funcionarios retuerzan la ley para servirse de ella. Un país que se vende en un proceso electoral turbio. Un país donde se persigue a líderes comunitarios y exila y encarcela a los periodistas mientras que funcionarios descarados censuran sus libros. Un país que grita más por un gol que por el asesinato de unas niñas.
Definitivamente no, no es el país que queremos.
Queremos que se nos permita construir un país que ofrezca esperanza, trabajo y pago justo para todos, alimentos y educación para los niños y niñas, un país con seguridad para las mujeres, justicia limpia, respeto y libertad. Un país donde al buscar salud pública encontremos instalaciones dignas, gratuitas y cerca de casa. Queremos un país que lea, que crezca desde el desarrollo personal de cada uno de sus habitantes, un país donde ser honrado y empáticos sea más común, donde podamos ser instruidos y ejercer la voluntad de elegir libres a nuestros gobernantes.
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