Varios actores, sobre todo de la cooperación internacional, se han acercado al tema, pero es necesario repensar las estrategias de investigación o intervención. Algunos pretenden frenar las migraciones, lo cual atenta contra el derecho a la movilidad humana. Otros, en cambio, pretenden impulsar el desarrollo. Independientemente de los objetivos que tengan, no están siendo eficaces en ninguno.
Lo que se observa desde afuera es que las acciones están dispersas y que hace falta articulación y coordinación entre las diferentes agencias. Se comprende que existen prioridades y estrategias nacionales que guían las lógicas de cooperación y financiamiento de programas y proyectos, pero, dado que las migraciones se están visibilizando como un tema transversal, es necesario sentarse a la mesa y encontrar puntos de convergencia que fortalezcan la coordinación.
Por ejemplo, cada agencia tiene territorios priorizados, pero la mayoría se concentran en el occidente del país, mientras que el oriente y el norte están olvidados. Algunas ONG actúan en el oriente o en el norte, pero, en vista de que los datos estadísticos muestran que los departamentos del altiplano guatemalteco son los mayores expulsores, tratan también de impactar allí y se olvidan de los múltiples desplazamientos de población que ocurren internamente desde y hacia diversos territorios y que muchas veces son precursores de la migración internacional. En este sentido, se hace necesario reorientar los programas para atender las regiones que las agencias no tienen en cuenta y que, dadas sus condiciones de exclusión y pobreza, también expulsan personas.
Asimismo, cada agencia, programa, ONG, etcétera, presenta su propia propuesta para atender las migraciones, pero ninguno se pone de acuerdo con los demás para construir sobre las experiencias anteriores. Parecen pequeños feudos celosamente cerrados que impiden la articulación con otros programas, no ya con otras agencias cooperantes, sino incluso dentro de ellos mismos. Lo anterior indica que es indispensable tener en cuenta iniciativas previas, exitosas o no, sobre las cuales basar otras y explorar las posibilidades de coordinación entre sí. Si bien es cierto que existen limitaciones presupuestarias o de líneas estratégicas de financiamiento, es indispensable contar con cierta flexibilidad para realizar alianzas en áreas y cumplir propósitos comunes.
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Por otra parte, cabe indicar que no siempre hay líneas de base o una lógica de monitoreo y evaluación para conocer el éxito de tal o cual programa. Aun cuando hay informes de resultados, pocas iniciativas miden el impacto de sus intervenciones, por lo que requieren de planificación para el monitoreo y la evaluación dentro del ciclo de proyectos. Tampoco se lleva un registro de las diferentes iniciativas, de sus inicios o finales, por lo que es difícil llevar la cuenta de todo lo existente. Así, muchas veces en las mismas localidades operan varios proyectos similares que no se comunican entre sí y compiten por los mismos objetivos.
Lo anterior resulta en que los beneficiarios se repiten muchas veces entre una y otra agencia o entre uno y otro programa. Las mismas personas participan en las iniciativas de investigación o reciben capacitaciones, insumos y otros programas con las mismas características a la vez, pero ello no significa que se estén consiguiendo los objetivos relativos a las migraciones, sean cuales sean. Ello refuerza la necesidad de una mejor articulación de los programas, mediante la cual se comuniquen y coordinen estrategias, territorios priorizados, poblaciones que se atienden, etc.
Por tanto, la misma cooperación internacional debe repensar sus paradigmas de intervención, investigación y financiamiento. Quizá la clave esté en poner a la persona como centro, como sujeto, y no como solo receptora de insumos o números en las líneas presupuestarias. La actual caravana de migrantes hondureños (y ahora guatemaltecos y salvadoreños añadidos) es una muestra de que, a pesar de los millones destinados a la inversión en la región centroamericana, tanto desde los presupuestos de los Estados como desde la cooperación internacional y otras fuentes, las condiciones estructurales siguen siendo las mismas o han empeorado al punto de generar más desigualdad y retrocesos importantes en todos los ámbitos.
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