Sin pretender entrar en detalles y términos técnicos, en Guatemala estamos viviendo los efectos de la primera ola de covid-19. Los contagios y las muertes van en aumento y no se vislumbran con claridad las semanas o los meses que nos faltan para llegar al famoso pico alto del cual hablan los especialistas. Por más paradójico y macabro que parezca, hasta que no tengamos un número alto de contagios y de muertes no iniciaremos el descenso de la curva. ¿Cuándo disminuirá la curva mortal de muertes por coronavirus? La OMS sugiere que cada país tome en consideración 23 indicadores antes de iniciar la reapertura del país. Según el doctor Edwin Asturias, entrevistado por Plaza Pública el 21 de julio, la probabilidad de cumplir dichos requisitos en los próximos 30 días son muy pocas.
Esto nos indica que nos falta mucho camino por recorrer. Y no lo digo únicamente porque deseo que lleguemos muy pronto a esa esperada desescalada en contagios y muertes. Si antes otros países nos pedían vernos reflejados en su experiencia y en las formas de abordar la emergencia sanitaria, es obligatorio hacerles caso de nuevo y seguirles la pista a los que han llegado al pico alto de la curva, han descendido y ahora, en plena reactivación económica, están tratando de entender las causas de la segunda ola, es decir, del nuevo incremento de casos y de muertes por covid-19.
Veamos el caso de Noruega, que decidió obligar a toda persona procedente de España a guardar confinamiento por diez días. Dicha disposición comenzó el 24 de julio y se extenderá, por el momento, hasta el 20 de agosto. Esta medida se justifica en que en las últimas dos semanas España alcanzó los 34.6 casos acumulados por cada 100,000 habitantes. Francia, por su parte, ha recomendado a sus ciudadanos que eviten viajar a Cataluña. Si vemos el caso de Italia, el pasado 24 de julio el ministro de Salud, Roberto Speranza, firmó una orden para enviar a cuarentena a las personas que en las últimas dos semanas hayan visitado Rumanía y Bulgaria. Agrega Speranza al final del mensaje que «el virus no está derrotado y sigue circulando. Por eso todavía se necesitan precaución y atención». Este incremento de casos durante la reactivación económica en la nueva normalidad es lo que unos llaman de forma tímida la segunda ola, es decir, un aumento progresivo de los casos positivos y de las muertes, tal y como sucedió en la primera ola.
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Lo que podemos aprender de los países en los cuales empieza la segunda ola de covid-19 es a prepararnos y a ser cautos cuando nos toque la reactivación económica. Estamos aprendiendo cuáles son las medidas sanitarias que tenemos que respetar: el uso de la mascarilla, el distanciamiento físico, lavarse las manos, etc. La reapertura es inevitable y, de igual forma, es lógico pensar que estaremos expuestos a sufrir esa segunda ola. ¿Podremos evitarla? ¿Es inevitable una segunda ola?
En esa posible segunda ola no podemos permitirnos los mismos errores que hemos cometido durante la primera. No podemos confiar nuevamente en nuestras autoridades porque la narrativa oficial no concuerda con la realidad. Pensar que los hospitales temporales estarán equipados, que los médicos recibirán a tiempo y en forma un pago y trato justo, que los préstamos tendrán el fin indicado, que las donaciones serán bien empleadas, que distribuirán mascarillas porque ahora tenemos una máquina que fabrica entre 60,000 y 80,000 por día, etcétera, sería tropezar dos veces con la misma piedra. En esa segunda ola, salvarnos será fruto de la solidaridad entre nosotros, vecinos, amigos y médicos de buena voluntad. Lejos de confiar en la administración eficaz y transparente del Gobierno, contagiarnos, enfermarnos y morir será culpa nuestra, y no de nuestros gobernantes. Esto lo dejó claro el doctor Asturias, director de la Coprecovid, quien afirmó que, si los médicos, las enfermeras o los ciudadanos se contagian, es porque relajan las medidas de protección, se quitan las mascarillas, y eso hace que fallen (es decir, que se contagien y mueran).
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