En nuestra historia, la voz estudiantil ha demostrado ser crítica a los procesos políticos. Y amordazarla con más de una década sin elecciones es dejar a la sociedad sin posibilidad de un referente diferente para pensarnos. Callar la AEU es taparles la boca a profesionales en formación que desde distintas disciplinas están pensando en construir un país más digno para todos.
El proceso de recuperación ha cobrado importancia en los últimos meses. El 20 de septiembre de 2016, seis asociaciones facultativas (a las cuales se sumarán otras cinco) desconocieron la Comisión Transitoria, que se ha acomodado en los privilegios y los negocios que permite ese espacio y ha instalado una lógica de corrupción dentro de la USAC que se vale del miedo para mantenerse. Se conformó así un consejo consultivo del cual nació un consejo electoral, ambos elegidos con representación de las 11 facultades. Se convoca a elecciones para el 19, 20 y 21 de agosto.
Mientras tanto, la organización universitaria ya estaba caminando. Pasos de aula, reuniones de 25 estudiantes, de 50 estudiantes, asambleas: un trabajo de organización genuino. Hablar, discutir, la reflexión colectiva, los ejercicios democráticos para alcanzar acuerdos: todo eso comenzaba a hacer Frente Estudiantil, la planilla 2 de las cuatro de las cuales se sabe hasta ahora. Falta conocer los procesos de las otras planillas, y será responsabilidad de los estudiantes sancarlistas emitir un voto consciente.
El día de su presentación pública, frente al lugar donde asesinaron al secretario general de la AEU en 1978, vi a un grupo de universitarios decididos, sin miedo. En una planilla de 15 estudiantes, ninguno es mayor de 26 años y 7 de 15 son compañeras mujeres. A algunos de ellos los había visto antes: en las luchas normalistas de 2012 y en las movilizaciones de 2015. No dejé de pensar en cómo han mantenido y sostenido desde hace mucho tiempo un proceso organizativo de años, en cómo no han soltado sus ideales después de la plaza. Los procesos de transformación claman por una organización fuerte, que necesita de un largo plazo. Ese es el reto mayor. Ellos lo saben. Lo han vivido.
Conocer a los candidatos para las cuatro secretarías (Lenina García, 25 años, estudiante de la Efpem, la única en jornada sabatina; Enrique Hernández Chanchavac, 22 años, estudiante de la Facultad de Ciencias Económicas; Jeffry Oqueli, 20 años, estudiante de la Escuela de Ciencia Política, y Luis Fernando Ávila, 19 años, estudiante de Derecho), respaldados por el resto de la planilla y de la organización, me hizo pensar que debemos aprender de ellos, de su valentía y de su trabajo, pero sobre todo de la decisión de reparar conscientemente un tejido social roto desde la guerra con líderes (hombres y mujeres) que sean el resultado de dinámicas políticas en las que prime lo colectivo. Retoman los hilos de quienes estos años lucharon dentro de la USAC, recuerdan a los mártires de las aulas universitarias y comienzan a hilvanar su presente.
Decidieron llamarse Frente Estudiantil y nos obligan a recordar a Frente, la organización universitaria con la que Oliverio Castañeda de León, quien fuera asesinado en 1978, logró ser elegido. Así, pareciera que convierten en acción política las palabras que Rosario Castellanos escribiera sobre los estudiantes masacrados en Tlatelolco en 1968:
Recuerdo, recordamos.
Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca
sobre tantas conciencias mancilladas,
sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta,
sobre el rostro amparado tras la máscara.
Recuerdo, recordemos
hasta que la justicia se siente entre nosotros.
Si usted busca esperanza, la encontrará en los estudiantes universitarios. Eso lo sé porque acaban de devolvérmela frente a la placa de Oliverio. Si usted busca justicia, memoria, organización, también voltee a ver lo que está sucediendo hoy en la universidad pública. No serán los grandes titulares de periódicos (la esperanza a veces no es noticia en este país), pero ahí está. Se lo aseguro.
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