«No nos van a ver venir» ¿Por qué el movimiento Semilla y su candidato Bernardo Arévalo llegaron a la segunda vuelta? Interpretación sociológica en tres tiempos (Tercer momento: Los que sí les vieron venir y llegaron…)
«No nos van a ver venir» ¿Por qué el movimiento Semilla y su candidato Bernardo Arévalo llegaron a la segunda vuelta? Interpretación sociológica en tres tiempos (Tercer momento: Los que sí les vieron venir y llegaron…)
La Real Academia Española distingue entre el infinitivo del verbo «llegar» y el de «venir». Llegar es una acción que procede de afuera hacia adentro, alguien que llega a visitarte. Sin embargo, el infinitivo de venir es alguien que procede desde adentro. Llevándolo a otros términos metafóricos, el que llega de fuera invade un país, es un conquistador o un colonizador, es alguien que quiere dominar a un grupo social, sin embargo, el que viene de ese mismo grupo no es un invasor, sino un miembro que ha estado callado, o silenciado, que no ha sido visibilizado y que emerge del propio grupo y se rebela haciéndose ver y evidenciando su presencia que, anteriormente no había sido tenida en cuenta.
Si aplicáramos ese mismo razonamiento a lo que sucedió en Guatemala el 25J, creo que tendría mucho sentido que aquella población –ciudadanos/as, comunidades y pueblos– se visibilizara a través de su voto y de su presencia, invisible hasta ahora, y se hicieran visibles en las elecciones, a través de ese voto oculto, que en sociología electoral, recibe el nombre de «la espiral del silencio», por miedo o por desconfianza en las encuestas, ya de por sí manipuladas.
Lo que resulta indudable es que muchos ciudadanos/as si les vieron venir y escogieron votarles frente a las 22 opciones que tenían para hacerlo y a pesar de la fragmentación del voto, que era lo que las elites gobernantes y políticas querían para poder acaparar una cuota pequeña de ese voto. No lo consiguieron, a pesar del enorme costo económico que ello supuso para los ciudadanos/as.
Hará falta muchas encuestas y un universo muestral mucho más amplio y certero para conocer cuál fue el perfil del votante que eligió al Movimiento Semilla y a su candidato Bernardo Arévalo y cuáles fueron las causas de esta elección inesperada, masiva y silenciosa.
A pesar de carecer de datos y de desglose del voto en género, etnia y edad, creo que, con base en los pocos datos que tenemos, sí podemos explicar, o al menos inferir quiénes sí les vieron venir y votaron a un partido desde la confianza, la esperanza y como la única alternativa.
En primer lugar, resaltar el hecho de que, de los dos millones inscritos, el voto mayoritario fue el nulo y en blanco, juntos sumaron 1,240,000 electores, aproximadamente. Este voto de la indignación es, sin duda, el más alto que han tenido las elecciones hasta el momento y fue un voto de castigo frente a la corrupción y frente a las elites políticas, así como un voto claramente político para mostrar su decepción y su indignación. No se puede aducir a la falta de interés o desconocimiento o escasa participación, sino un claro voto de castigo a casi todos los partidos por su corrupción, por su incongruencia, por el circo electoral, por el despilfarro de miles de millones de quetzales en propaganda, en lugar de emplearlo en desarrollo económico y en paliar la pobreza, la migración y la desigualdad del país.
El nivel de desafección política de los ciudadanos y de rechazo a casi todas las candidaturas se puede observar en el siguiente cuadro:
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El incremento del voto nulo entre 2019 y 2023 es de 756,502, sin embargo, el voto en blanco se redujo en -64,462, pero si sumamos los tres votos, nulos en blanco y el voto al Movimiento Semilla de rechazo al sistema y de descontento de la población, nos da una cifra de 2,008,579, lo cual indica un porcentaje muy alto de ciudadanos/as que decidieron denunciar, con su voto, la farsa de las elecciones y mostrar su indignación frente al statu quo y a la corrupción, además, mostrarle a esa clase gobernante desprestigiada por sus propias acciones que los pueblos, las comunidades y la ciudadanía no se sentían reconocidos ni representados por casi ninguno de los partido ni de sus candidatos.
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A nivel territorial se hace un poco más sencillo, por ser el único desglose hasta el momento. Sin duda fue la población urbana de las principales ciudades, en donde se concentró un número muy alto de jóvenes, mujeres, mestizo/ladinos e indígenas, como fue el distrito de Guatemala, y en los municipios aledaños de San Juan y San Pedro Sacatepéquez, Santa Catarina Pinula, Amatitlán y en el departamento de Quetzaltenango, en la ciudad, pero también en los municipios de Zunil, Almolonga, Cantel, con un porcentaje muy alto de jóvenes, mujeres e indígenas.
Si comparamos el voto en porcentajes de Semilla en departamentos con un alto porcentaje de mujeres y de población maya como, Quetzaltenango, Chimaltenango Totonicapán, Sololá y San Marcos, nos damos cuenta que entre todos ellos suman un alto índice de voto nulo. A su vez, el voto a Semilla tuvo una media en estos 5 departamentos del 10%, cuando la media nacional fue del 12%, con una participación rozando el 63% y con un voto nulo muy alto del 16%. (Véase cuadro 2)
Estos datos preliminares, nos permiten inferir que no fue una votación casual, sino un voto de castigo expresado en el voto nulo y en blanco y una selección muy firme hacia el único candidato y partido que despertaba alguna esperanza y alguna voluntad de cambio y de lucha en contra de la corrupción.
Si a eso le unimos los datos del censo de empadronados, de esos cinco departamentos con mayoría de población indígena y un porcentaje alto de mujeres y de jóvenes entre 18 y 25 años, nos encontramos que el perfil del votantes que sí les vieron venir fueron estos tres sectores y que el voto por el Movimiento Semilla y por Bernardo Arévalo fue un voto consciente y reflexivo que se inclinó por el voto de la esperanza, en contra de las elites corruptas y depredadoras del patrimonio nacional y fueron, sin duda, los sectores más vulnerables que más han sufrido los efectos de la crisis económica, de la corrupción y de la falta de oportunidades en materia de educación, salud y trabajo.
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Los datos seleccionados por el departamento de Guatemala son aún más relevantes en donde arrasó Semilla, con un 53.45%, comparado con la UNE y con otros partidos como Valor y Cabal, sumado al voto nulo de castigo y antisistema, con lo que podemos ver que lo que sucedió no fue un fraude, como muchos alegan, ni un voto al azar, sino un voto crítico, reflexivo y muy pensado y que, sin duda, tiene que ver con un voto urbano que ya no se deja engañar por la propaganda falsa y el cúmulo de engaños y de mentiras. (Véase cuadro 3)
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Para explicarse este fenómeno, tan inesperado como lógico, habría que hacer un análisis detallado de los diferentes departamentos y municipios, del incremento de la violencia, la corrupción, de la pobreza y desnutrición y de los recortes y latrocinio en los programas de salud y, sobre todo, de la presencia del narcotráfico en las alcaldías y en las gobernaciones, espacios en donde partidos como Vamos y UNE han mantenido intactas sus cuotas de poder, pero que, a pesar de sus esfuerzos, no han podido controlar a los diputados del Congreso ni la elección del Presidente.
Las últimas encuestas de Cid Gallup y Prodatos/ Prensa Libre coinciden con estos datos preliminares que hemos analizado y proporcionan nuevos datos muy interesantes en relación a la intención del voto, también indican con más certeza un porcentaje mayor de intención de voto a Bernardo Arévalo con el 64.9% frente al 35.1% para Sandra Torres, con una distancia del 22.9% entre ambos candidatos. Resulta ilustrativo el incremento del voto a Semilla en casi todos los territorios, el mayor apoyo de los jóvenes, católicos y, casi en el mismo porcentaje, hombres y mujeres. Lo que resulta más interesante son las razones para argumentar su inclinación de voto, el hecho de ser un candidato más honesto y no manchado con la corrupción, poseer un programa más completo y tener un equipo más capaz para gobernar.
El argumento de los anteriores dos artículos, sobre la impunidad y exceso de confianza en unas encuestas amañadas y sobre la seguridad que creían tener las elites políticas y gobernantes al tener cooptado el Estado y sus instituciones, les llevó a cometer crasos errores al creer que, porque controlaban las alcaldías, podían controlar el resto de los votos presidenciales, que comprando votos o voluntades y haciendo fraude electoral y anulación de algunos partidos, podrían controlar la elección de congresistas y de la presidencia. Craso error creer que la población, tanto urbana como la de los territorios, no iban a ejercer sus derechos ciudadanos y no iban a hacer múltiples comunicados exigiendo al Estado el respeto a sus derechos ciudadanos y el respeto a las instituciones democráticas. Craso error pensar que por tener el control del MP y de la FECI, y de los tribunales, podría anular las elecciones o ilegalizar al partido Semilla. Craso error creer que el ámbito internacional, Estados Unidos y otros organismos internacionales como la UE, OEA y Naciones Unidas, se iban a quedar callados ante las flagrantes violaciones a los derechos ciudadanos y los resultados electorales.
Lo que nunca se imaginaron es que sus candidatos y candidatas iban a quedar en cuarto y quinto lugar, sin poder remontar, y que el candidato oficial a la presidencia no iba a poder dar el zarpazo al segundo lugar y, sobre todo, que el candidato que ocupaba el séptimo lugar iba a saltar al segundo, realmente no lo vieron venir.
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Lo que nunca esperaron era que incluso las cámaras empresariales se iban a oponer a este tipo de fraudes e irregularidades y al intento de no respetar las elecciones. Lo que no soñaron fue que el Tribunal Supremo Electoral se iba a negar a un nuevo conteo de votos y a anular las elecciones, que la Corte de Constitucionalidad iba a amparar a Semilla y a su candidato y que Estados Unidos iba a emitir una declaración muy enérgica sobre las medidas que tomaría en caso de anular las elecciones o no dejar correr al candidato segundo en la segunda vuelta.
Lo que siguen sin ver, y es que no hay forma de que lo visibilicen, es a sus ciudadanos/as, pueblos indígenas, territorios y comunidades, es el clamor por un cambio de sistema y por el respeto a las leyes y a la democracia. No es la primera vez que todos ellos, con sus respectivos voceros, se pronuncian frente a esas elites gobernantes, ciegas de codicia, enfermas de pánico y miopes e insensibles hacia las demandas de sus ciudadanos, les enfrentan y dicen ¡Basta Ya!
Lo que no quieren ver es que su tiempo ya pasó, que su etapa de impunidad y latrocinio descarado ya están agotados y que, hagan lo que hagan, ya no hay marcha atrás. Cuanto más se empeñen en parar el tiempo y en retroceder, mayores consecuencias y mayor sufrimiento va a haber para los pueblos, ciudadanos y comunidades, pero su final ya está escrito, y cuando los pueblos se unen y muestran su rabia e indignación y dicen ¡basta ya!, no hay marcha atrás… Entonces me pregunto: ¿por qué no se marchan y pactan una retirada digna, en lugar de esperar hasta el final y producir más desencanto, más rabia y más sufrimiento? No sé si es una señal de soberbia, de ignorancia, de falta de sentido común o simplemente de insensatez.
Y termino con un descubrimiento de la neurociencia de los últimos años: según los científicos, la mejor manera de combatir el miedo es la esperanza y la certeza de que somos capaces de salir de situaciones que creíamos perdidas. No desaprovechemos esta oportunidad de tener una segunda primavera, de sembrar nuestro futuro con creatividad y nuevos proyectos. Y, sobre todo, con la seguridad de que el pueblo ha votado y ha dicho: ¡Basta ya, el futuro es nuestro y nadie nos lo va a arrebatar!
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