El «after» de la salud mental en época post pandemia
El «after» de la salud mental en época post pandemia
¿Cómo queda la salud mental después de la pandemia? La respuesta es complicada, los datos indican que hubo una subida gigante en los casos de ansiedad y depresión —pasamos de 1,804 a más de 20,000 urgencias atendidas por año—; sin embargo, para 2023 ya habían reducido considerablemente, aunque nunca al nivel de prepandemia. El problema es más profundo de lo que parece, en un país con solo 34 psiquiatras de servicio público.
En el año 2019, antes de la pandemia, se registraron 1,804 casos de atención en urgencias enfocados en temas de salud mental, de acuerdo con cifras del Registro de Enfermedades Mentales del Hospital de Salud Mental Dr. Federico Mora. Un año después los casos aumentaron de manera significativa, alcanzando los 20,733.
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La salud mental de los guatemaltecos se deterioró considerablemente en los años de pandemia, sin embargo, cuando toda la pesadilla terminó, estamos hablando del año 2023, los casos se redujeron a 2,336, aunque es un número mucho menor, no llegó a los niveles de antes de la pandemia. La salud de los guatemaltecos quedó afectada ante este hecho.
El doctor Walter Wiliam Rinze, coordinador de docencia e investigación del hospital Federico Mora, comenta que «el advenimiento de la pandemia conllevó varias cosas. En primer lugar, un cambio dramático en el estatus en la calidad y estilo de vida de las personas mientras duró la pandemia, aislamiento social, disminución del acceso a recursos, no había trabajo, la gente no se podía comunicar, no podía salir y aparte de eso, la gente vivía encerrada en casa, no solo conviviendo sino oyendo noticias de la pandemia. Entonces, eso generó una alteración significativa en la salud mental de muchas personas. Se elevaron dramáticamente las tasas de depresión y las tasas de ansiedad de manera particular», da a conocer el especialista.
Por otro lado, Rinze identifica que uno de los efectos corporales que dejó el virus de COVID19 es el síndrome inflamatorio generalizado, y la inflamación de células que se encuentran en el cerebro está vinculada con tasas elevadas de ansiedad y depresión.
La pregunta clave es: ¿Logramos recuperarnos del todo después de la pandemia? La respuesta no es sencilla, pero todo indica que la salud mental cobró relevancia en la sociedad después de ese hecho.
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Política de Salud Mental
En el «after» de la pandemia el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) creó la Política Institucional de Salud Mental 2023-2028 que busca desde el ámbito institucional optimizar las condiciones vitales y el bienestar psicológico de los guatemaltecos. Su propósito más importante es que para 2028 al menos el 75% de la población tenga acceso a servicios de salud mental.
El psicólogo Selvin Chan e integrante de la Dirección de Normatividad del Programa de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPSAS), explica que «no se había creado ningún tipo de política a favor de la salud mental de la población guatemalteca.
El Programa de Salud Mental tuvo como prioridad realizarla tratando de darle esa importancia a la salud mental, la cual ha venido en decremento en toda la población, desde trastornos mentales como tal, depresión, ansiedad, consumo de sustancias, alcohol. La salud mental se encuentra realmente de manera transversal en todos los aspectos y en todos los momentos de la vida de las personas», explica.
La Política de Salud Mental «busca tener más personal, fortalecer las capacidades de los que ya se tienen, crear esas herramientas técnicas para que aunque las personas estén muy lejos, en el municipio de Petén por ejemplo, en un distrito de salud, el psicólogo o la psicóloga puedan comprender esta problemática, ¿cuáles son los factores de riesgo para conducta suicida?, ¿cuáles son los factores protectores, qué puedo identificar yo como psicólogo aquí en mi puesto de salud?, ¿cómo poder abordarlo?, ¿cómo hacer una referencia a un servicio con una especialización?, ¿cómo enviar a un paciente con el psiquiatra?, ¿cómo describir lo que esta persona tiene?», explica.
Lo que menciona Chan es muy importante si tomamos en cuenta que actualmente la salud mental está centralizada en la Ciudad Capital, existe solo un hospital psiquiátrico en todo el país y 34 de los 37 psicólogos que laboran para el Estado se encuentran en la ciudad. En la mayoría de los departamentos si un guatemalteco necesita atención psiquiátrica debe pagarla o viajar a la capital.
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De acuerdo con el vicepresidente del Tribunal de Honor del Colegio de Psicólogos, Luis Eduardo Alvarado, el costo de la consulta psicológica depende del profesional. «Existen instituciones como universidades que brindan ese apoyo a la población sin costo. Cruz Roja, las casas jóvenes de la Secretaría de Bienestar Social, entre otros», resalta Alvarado.
La consulta en la Asociación Psiquiátrica de Guatemala oscila entre 250 a 450 quetzales dependiendo del caso del paciente. Actualmente, la institución maneja dos modalidades de asistencia, virtual y presencial.
Otra carencia actual es la falta de datos sobre salud mental, por eso la política propone que «para el 2028, se cuente dentro del sistema de información oficial del MSPAS, las variables que permitan el registro de información de salud mental, para el análisis y toma de decisiones estratégicas y operativas».
Chan resalta en este aspecto que tener gobernanza de la información permite conocer y saber las causas principales que provoca un fenómeno de salud mental en determinados grupos de población, comprender si en las personas de diferentes regiones pueden llegar a existir casos de enfermedades como depresión o ansiedad.
Otro de sus objetivos es promover para el 2026, una ley de Salud Mental «que establezca el marco regulatorio para garantizar el acceso a los servicios, la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación en salud mental».
En cuanto a la implementación y ejecución de la política el MSPS, de acuerdo con Chan, ha trabajado en colaboración con instituciones como Segeplán, Unicef, Usaid, el Mineduc, Fundación Sobrevivientes, OIM, entre otros.
Secuelas de la pandemia de COVID19
De acuerdo con Karen Maldonado, psicóloga clínica, las principales secuelas que dejó la pandemia en la salud mental fueron el aumento de los trastornos de ansiedad y depresión.
Jocelyn Guerra es una de las guatemaltecas que contrajo el virus. Todo comenzó después de una fiesta familiar, cuando empezó a sentir mucho cansancio confundiendo la enfermedad con una gripe normal. «En ese entonces mi estado emocional estuvo elevado, ya que estábamos encerrados y no podíamos hacer nada más que estar en casa y no quería salir de mi cuarto», recuerda.
Además, Guerra expresa que desde antes de la pandemia presenta un síntoma: siente que en ocasiones no puede respirar, algo similar a la asfixia, por esa razón se le dificultaba pedir ayuda. Hoy en día enfatiza que ese padecimiento aún persiste y se ha incrementado en comparación a otros síntomas, pero ha encontrado una forma de controlarlo y relajar su cuerpo, que es practicar zumba «eso me relaja bastante y forma parte de mi rutina», expresa la joven.
A pesar de que la pandemia terminó, la ansiedad al estar entre muchas personas continúa. Jocelyn comenta que el 28 de septiembre de este año, asistió a la fiesta de cumpleaños de su sobrina y cuando regresó sufrió un momento de ansiedad muy fuerte, que le provocó deseos de «tirar la toalla». Afortunadamente un ángel de la guarda apareció, un amigo muy especial, que le hizo ver lo valiosa e importante que es y que le ayudó a ubicarse de nuevo en su realidad.
Por su parte, la psicóloga Sherley Aguilar detectó que uno de los efectos que trajo la pandemia fue la hipersensibilidad a los niveles de estrés y ansiedad, que se refiere a las reacciones impulsivas e intensas que tiene una persona al momento de vivir situaciones que le generan tensión y angustia.
Victoria es estudiante y recuerda que su estado de ánimo durante la pandemia fue bastante duro, porque en ese entonces se encontraba cursando tercero básico y en su colegio realizaban actividades como el proyecto de vida, visitas al hospital San Vicente de Paul, el cuidado de los bebés electrónicos y por la crisis se suspendieron esos proyectos.
«Me dio un choque porque yo era alguien que salía, iba con mi mamá al mercado y ese tipo de cosas, y al estar encerrada, yo decía qué horror, ¿cómo cambió esto? Cuando el toque de queda empezó, fue lo peor, porque todo en el edificio estaba literalmente desolado… Cerraban las tiendas, ya no había nada. Me hacía caer como desanimada y sin ganas de hacer nada», expresó.
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Una de las secuelas que dejó la pandemia y afectó la salud mental de Victoria fue la depresión «porque el encierro, el hecho de que convivía a diario con las mismas personas, era algo a lo que no estaba acostumbrada, porque yo me iba a estudiar, hacía mis cosas, me afectó mucho».
«Siento que antes no me deprimía tanto el encierro, ahora sí, yo detesto estar encerrada. A mí no me gusta estar en mi casa porque fueron dos años de encierro, dos años de mi vida que cambió totalmente. Las clases virtuales también nos afectaron mucho a los jóvenes porque no estábamos acostumbrados, en mi caso, no ponía atención y dejé de estudiar un año, no di bola en la carrera que había escogido y también me afectó con depresión, pensamientos suicidas», expresa.
En cuanto al cuidado de su salud mental, menciona que ella anteriormente iba al psicólogo, pero por temas de tiempo ya no tuvo la oportunidad de continuar con sus terapias, pero resalta que sí le ayudó muchísimo.
Asimismo, expresa que siempre está rodeada de personas que ama, le hacen sentir bien, le generan seguridad, y lo principal, que fortalecen su relación propia.
A ella también le quedaron secuelas a raíz de la pandemia, cuenta que se pone nerviosa con facilidad y le da taquicardia cuando hay mucha gente. «No me gusta estar encerrada tanto tiempo porque siento que me asfixio literalmente, es como si me ahogara dentro de mí misma», explica. Destaca también que antes le gustaba salir a bailar, pero ahora se le vienen pensamientos como «¡Gente! ¡Qué horror!».
Gorabet Barrios, especialista en temas de salud mental, resalta que uno de los efectos más importantes y prevalentes que provocó la pandemia fue crear diferentes problemas de carácter familiar, debido al confinamiento. Incluso mencionó que algunas familias se fortalecieron y otras no.
Asimismo, dio a conocer que los efectos psicológicos y sociales de la pandemia no solamente fueron para las personas adultas, sino que toda esta situación afectó también a los menores de edad, ya que «los niños que pasaron tanto tiempo sin contacto social con compañeritos de su edad, la falta de juego, de interacción social, evidencian que aún están desarrollando habilidades sociales que no desarrollaron en su momento».
No todas las secuelas son negativas
Rodrigo Santos es estudiante de diseño gráfico y cuenta que durante la pandemia se mantuvo activo aprovechando el tiempo, haciendo actividades mientras estaba en confinamiento. Comenta que lo que ha mejorado en su salud mental es la forma como se relaciona con las personas «creo que tengo un trato mucho más amable con mi entorno, me siento mucho más a gusto en el lugar en el que me encuentro y no me presiono tanto. Generé nuevos intereses y llegué a tomar el mundo con mucha más paciencia y no tan a prisa como antes. Soy menos exigente y más comprensivo conmigo mismo, entonces todo eso creo que fue de mucha mejora para mi ser. El sentir el mundo en pausa y poder observar fue muy beneficioso para mí», comenta el joven.
La psicóloga Sherley Aguilar también encuentra efectos positivos que dejó la pandemia, comentó que hubo un cambio de percepción del tiempo y las prioridades personales, y enfatizó que hoy en día, las personas prefieren aprovechar al máximo el tiempo; por ejemplo, pasar un tiempo de calidad con sus familiares y amigos.
Barrios agrega un aspecto positivo: las personas aprendieron a ser flexibles a los cambios, ya que las cosas pueden cambiar rotundamente de un día para otro y tener consciencia de que la vida es transformación constante.
Aguilar destaca también la mayor información sobre la salud mental que nos dejó la pandemia. La pandemia puso sobre la mesa la salud mental y la gente tuvo acceso a mucha más información y conocimiento sobre la ansiedad o el estrés.
A su vez, Maldonado expresa que durante y después de la pandemia incrementó la creación de contenido en redes sociales con respecto a la salud mental, y es por ello que las personas comprenden y reconocen los términos relacionados con la ansiedad y logran identificar sus síntomas, lo que hace que tengan la intención de buscar ayuda profesional.
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«Los profesionales de salud mental estamos atendiendo la demanda que se ha incrementado por el hecho de haber normalizado la necesidad de buscar un terapeuta o una evaluación psicológica, que antes de la pandemia venía quizás un poco más lenta», explica.
En cuanto al tema empresarial, Sherley Aguilar menciona que la pandemia fue un momento de apertura para que las compañías tomaran conciencia de la salud mental de sus trabajadores, pues ellos necesitan hacer pausas activas para tener un respiro durante su jornada laboral.
Barrios comenta que hoy en día se ha evidenciado la presencia de programas preventivos de salud mental en diferentes ámbitos; empresas, instituciones y los pacientes han buscado más el apoyo de profesionales como los psicólogos cuando lo consideran necesario.
Duelos sin resolver
Karen Maldonado identifica que «los síntomas que todavía prevalecen son relacionados con el estrés postraumático y duelos no resueltos, dadas las circunstancias de no despedirse o no realizar los rituales de duelo que culturalmente necesitamos para poder afrontar una pérdida».
«En algunas personas eso sigue siendo un problema, así como la dificultad de manejar el estrés, la ansiedad y la depresión, como resultado de haber perdido no solo a un familiar, también trabajos, relaciones, emprendimientos o la interacción a la que las personas estaban acostumbradas», expresa la profesional.
Por otro lado, la especialista menciona que otro efecto grave son los problemas del sueño porque «un trastorno del sueño nos empieza a afectar a nivel de la salud mental porque ya no somos funcionales, podemos estar sin comer, pero no sin dormir».
Atención de salud mental a los guatemaltecos post pandemia
Durante la pandemia, de acuerdo con el doctor Walter Rinze, la demanda de atención a las personas sobre temas relacionados a la salud mental aumentó un 50% o 60% según sectores y grupos poblaciones y en la actualidad se ha mantenido un 30% por encima.
El doctor Rinze enfatiza que la demanda de atención ha aumentado de manera significativa por depresión y ansiedad. Rinze, resalta también que el modelo de atención psicológica cambió, ya que tradicionalmente las terapias psicológicas y psiquiátricas se realizaban de manera presencial, «pues es más fácil observar al individuo que consulta o pide servicio, pues de manera directa, todo su cuerpo, sus gestos, su posición en la silla, tantas cosas», expresa el médico.
Sin embargo, por la pandemia las personas comenzaron a acudir de manera más frecuente a terapias virtuales y hoy en día ese sistema de apoyo se ha mantenido latente, principalmente en jóvenes.
«La gente más joven a veces se siente más cómoda y prefiere un modelo de atención virtual que un modelo de atención presencial y nosotros los terapeutas en general, psicólogos y psiquiatras, nos hemos tenido que adaptar a esa demanda y hemos aprendido a brindar nuestros servicios en línea», expone Rinze.
Por cuestiones de confidencialidad y situación legal que tiene el Hospital de Salud Mental, Doctor Federico Mora, el médico no pudo brindar información sobre cómo sobrellevan la demanda de atención a pacientes debido a que no tiene autorización.
Cómo ha cambiado la sociedad guatemalteca a raíz de la pandemia
Luis Eduardo Alvarado comenta que hoy en día «en cuanto a salud mental estamos más abiertos a buscar ayuda profesional, creo que eso es bueno, el ir derribando ese mito de la psicología de que no se necesita y fortalecer también capacidades. Por ejemplo, la asertividad, la empatía, creo que es importante mencionarlo porque la pandemia nos hizo cambiar toda la forma como nosotros nos relacionábamos. Antes de la pandemia, las personas salían, se juntaban los chicos, sobre todo. La educación, por ejemplo, los niños pequeños que tuvieron que adaptarse a lo virtual, creo que a todos nos tocó adaptarnos apresuradamente, no fue un proceso paulatino, sino que eso tenía que ser porque tenía que ser».
Alvarado enfatiza que las personas después de la crisis se van adaptando a socializar «la pandemia ya nos modificó la conducta, ahora ya hay cosas que se pueden hacer a nivel virtual, sobre todo la educación, lo laboral también», opina.
Por otro lado, Alvarado identifica que hoy en día las personas están reaprendiendo a compartir, hablar y manejar el estrés.
Según el doctor Rinze la comunicación virtual, las compras y consumos en línea, los trámites personales en línea y las transacciones en las bancas en línea son actividades que han prevalecido y que se han quedado como un estilo de vida.
La pandemia fue un momento muy trágico, que de diferentes maneras afectó la vida tanto física como emocional a los guatemaltecos. Las enfermedades y trastornos mentales siguen latentes. Los psicólogos y psiquiatras, trabajan día a día para acompañar y guiar a las personas para mejorar su vida y todo esto es posible gracias a la tecnología y también a la concientización constante que se da sobre lo importante que es cuidar la salud mental.
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Este texto fue elaborado como parte del Programa de Formación Dual de Plaza Pública dirigido a jóvenes periodistas.
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