Guarderías en Guatemala: una deuda pendiente
Guarderías en Guatemala: una deuda pendiente
A pesar de que la ley indica que todo patrón con más de 30 empleadas debe tener una guardería en la empresa, muy pocos lo cumplen. Los estereotipos machistas que dejan el cuidado de los hijos de forma exclusiva a las mujeres, impiden su crecimiento profesional.
«En la oscuridad de la madrugada, cuando la mayoría duerme, inicia mi jornada como madre y profesional. Vivimos en Santa Lucía Milpas Altas, Sacatepéquez y trabajamos en la Ciudad de Guatemala. La llegada de nuestro bebé trajo la necesidad de apoyo y comenzó la búsqueda de una persona que compartiera nuestros valores. En la iglesia a la que asistimos encontramos a esa persona especial, sin embargo, la alegría se vio empañada por la logística diaria, las mañanas eran un reto, las horas de espera hasta que ella llegaba nos causaban angustia y todo eso afectó la puntualidad en el trabajo. La solución que nos ofrecieron fue mudarnos a la capital, pero no era tan simple por el elevado costo de la vida. Eso nos llevó a buscar alternativas y así descubrimos la dura realidad de muchos padres: la falta de servicios para el cuidado infantil. La opción de guarderías privadas representaba un desafío económico y un dilema de seguridad y confianza. La lactancia materna se convirtió en un acto de malabarismo entre el deber laboral y el amor. La incertidumbre creció cuando descubrimos el cierre de la guardería en el Organismo Judicial, donde yo trabajo».
Este relato, lejos de ser único, refleja una realidad compartida por muchas familias. La historia es de Keilyn Zacarías, auxiliar judicial del Organismo Judicial. Anteriormente contaban con servicio de guardería, pero fue cerrada durante la pandemia por covid-19. Se consultó en acceso a la información pública los motivos del cierre, pero no respondieron, la encargada de la guardería dijo que fue por «el covid», pero no se sabe por qué ahora, pasada la pandemia, no volvió a funcionar.
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De acuerdo con Unicef en la primera infancia un niño alcanza su máximo potencial cuando tiene alimentación adecuada, estimulación temprana, oportunidades de aprendizaje, protección, cuidado y salud. Por ello, desde la gestación hasta los cinco años las experiencias que puedan vivir las niñas y niños son determinantes en su futuro.
Para Lesvia Salguero fue un alivio contar con una guardería en su lugar de trabajo. Lo consiguió solo con su hijo menor, a los dos mayores tuvo que dejarlos al cuidado de personas que contrataba, y eso la hacía sentir preocupada e insegura. Durante el tiempo que trabajó en la Oficina del Procurador de los Derechos Humanos, ejerció su maternidad de una forma más acompañada gracias al jardín infantil de la institución, que le permitió mantener la lactancia materna y le dio tranquilidad, ya que podía cuidar a su hijo de cerca. Sin embargo, las guarderías en el lugar de trabajo en Guatemala son la excepción y no la norma.
Cuidar a los hijos: tarea de padre y madre
Cuando se habla de guarderías generalmente se menciona que son una ayuda para la madre, porque socialmente se le ha adjudicado el papel de cuidadora de los niños, pero en realidad son un apoyo para las familias. Muchas veces los hombres no se involucran lo suficiente en la crianza de los hijos, mientras las mujeres deben equilibrar carrera profesional y cuidado de los niños y el hogar, lo cual incrementa la desigualdad entre géneros. Lesvia afirma que las múltiples responsabilidades que enfrentan las mujeres limitan su participación en todas las áreas de la vida. A menudo se les exige más, pero no se les reconoce de manera justa en términos de salario.
Las mujeres guatemaltecas aún se enfrentan a una brecha de género, ya que ganan un 25.7% menos que los hombres. El promedio de ingreso laboral del 2022 de los hombres fue de 3,142 quetzales mientras que el de las mujeres fue de 2,335, según la Enei 2022.
Según esta encuesta las mujeres ocupadas ascendían a 2,579,537 de las cuales 72.2% son madres es decir 1,860,721.
Las guarderías en el lugar de trabajo son consideradas un derecho, tanto para los hijos como para las madres y padres, ya que les permiten cumplir con sus tareas laborales. Lesvia compartió que tener un jardín infantil en el lugar de trabajo la hizo sentir más libre y capaz de realizarse. El caso contrario es el de Ximena Pinetta, quien trabaja en el Organismo Judicial y no cuenta con ese recurso. Actualmente su niño tiene cinco años y ha sido un gran impacto económico pagar un day care que le queda a 10 kms. Lleva a su hijo a las 7 de la mañana y lo recoge a las 5 de la tarde, si se retrasa tiene que pagar 100 quetzales extra. Paga 2,500 quetzales de inscripción anual y una mensualidad de 2,500 que incluye solamente el cuidado, ella lleva la alimentación y materiales didácticos. «Creo que todas las mujeres deberíamos tener cerca a nuestros hijos, en un centro, una guardería donde no haya que desplazarse», dice Ximena.
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Las guarderías en el lugar de trabajo también son de beneficio para los empleadores ya que puede aumentar la relación de talento y la satisfacción de los empleados, lo que a su vez puede mejorar la productividad y la moral en la empresa. Según un estudio de Parenthood and Productivity of Highly Skilled Labor que analiza 30 años de carrera profesional de mujeres, las madres son más productivas durante su carrera.
Una ley que no se cumple
El artículo 155 del código de trabajo dice que «todo patrono que tenga a su servicio más de 30 trabajadoras queda obligado a acondicionar un local a propósito para que las madres alimenten sin peligro a sus hijos menores de tres años y para que puedan dejarlos allí durante las horas de trabajo, bajo el cuidado de una persona idónea designada y pagada por él. Dicho acondicionamiento se ha de hacer en forma sencilla dentro de las posibilidades económicas del patrono, a juicio y con el visto bueno de la Inspección General de Trabajo».
Una iniciativa presentada por la bancada Semilla pretende modificar este artículo para que sea aplicable tanto a mujeres como a hombres, y que la guardería esté disponible siempre que haya más de 30 trabajadores sin importar su género.
Sin embargo, no todas las empresas con más de 30 empleadas cuentan con este servicio. «La frecuencia con la que las empresas privadas facilitan o mantienen guarderías en sus instalaciones puede variar significativamente y depende de diversos factores, como el tamaño de la empresa, la cultura organizacional, las necesidades de los empleados, entre otros. Algunas empresas optan por tener guarderías en el lugar de trabajo como parte de sus iniciativas de beneficios para empleados, lo que puede ser diario o con cierta regularidad durante la semana laboral. Sin embargo, no todas las empresas ofrecen este tipo de servicios debido a las implicaciones logísticas, de costos y de gestión asociadas. Podemos mencionar entre otras a Bayer, CMI, algunos Ingenios que tienen estos programas de guarderías. Otras empresas como Tigo, Panifresh tienen salas de lactancia materna las cuales también son muy importantes para el desarrollo de los niños», explica Jonathan Valdez, asesor en Sostenibilidad de CentraRSE organización promotora de la Responsabilidad Social Empresarial en Guatemala.
«En general, cuando las empresas ofrecen servicios de cuidado infantil, puede generar un impacto positivo en la moral de los empleados y la percepción de la empresa como un empleador comprensivo y comprometido con el bienestar de su personal. Los empleados que son padres pueden valorar enormemente estas facilidades, ya que les proporciona comodidad, les permite estar cerca de sus hijos y reduce las preocupaciones sobre la atención y el cuidado de los niños mientras trabajan. Esto puede resultar en una mayor satisfacción laboral y posiblemente una mejor retención de talento», agrega Valdez.
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El Mintrab informó que no aparecen denuncias por motivo de falta de guarderías dentro de las empresas privadas. Muchas de las trabajadoras desconocen esta ley y eso provoca que no se exija su cumplimiento, sumado al temor a ser despedidas si llegaran a solicitarlo.
Gabriela Chang, directora General de Previsión Social del Viceministerio de Previsión Social y Empleo, habla acerca de la necesidad de una licencia parental compartida y sugiere una revisión profunda de las políticas existentes para adaptarse a los cambios sociales, ya que la legislación actual indica que, por nacimiento de un hijo, el patrono debe dar solo dos días al trabajador hombre. La mujer dispone de 84 días que puede distribuir antes o después del parto.
En cuanto a los desafíos en la implementación de guarderías, Gabriela propone «cambiar la narrativa, para ver el cuidado infantil como un beneficio familiar en lugar de centrarse solo en las mujeres».
Gabriela contó que trabajan la Iniciativa Espacios Amigos de la Lactancia Materna (Iealm), el Mintrab en coordinación con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), con el objetivo de proteger, promover y apoyar la lactancia materna en el lugar de trabajo y estudio, mediante el uso de un espacio físico, seguro y apropiado. La iniciativa fue presentada a empresas, entidades gubernamentales y no gubernamentales.
La Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Sesan) cuenta con un «espacio amigo de la lactancia materna» desde 2014, es una de las 22 instituciones que ofrece un espacio de este tipo. En el año 2019 el Mintrab se convirtió en la primera dependencia del Organismo Ejecutivo reconocida por Unicef por tener dicho espacio.
A nivel privado, en el año 2015, Grupo Cobán fue la primera empresa que se certificó en apoyo a la lactancia materna.
La diputada Andrea Villagrán presentó en el 2022 la iniciativa de ley 6117 de guarderías universitarias, la propuesta tiene como objeto garantizar a estudiantes el servicio de cuidado infantil para que puedan continuar su educación superior. «Con esto buscamos reducir la brecha de desigualdad que se ha dado durante muchos años y que se agudizó con la pandemia», dijo la legisladora.
Se habló con la asesora de la diputada, Melanie Mus sobre en qué etapa se encontraba dicha iniciativa, pero explica que al crear la iniciativa de ley, no realizaron estudios exhaustivos o específicos para respaldar la propuesta. En lugar de ello, menciona que se basaron en experiencias personales de amistades y estadísticas generales sobre mujeres que dejaron de graduarse debido a la pandemia y otras razones laborales. La falta de recursos y personal en el Congreso limitó la capacidad para llevar a cabo una investigación más detallada.
En otra línea de esfuerzos, la iniciativa número 6150 Ley de Centros de Cuidado de la niñez y Familia fue presentada en ese entonces por los diputados Ligia Hernández, Andrea Villagrán, Bernardo Arévalo, Lucrecia Hernández Mack, Samuel Pérez, Román Castellanos, el 18 de octubre del 2022, pero que aún no ha sido incluida en la agenda para ser conocida por el pleno. La ley busca establecer un marco normativo para la creación y funcionamiento de centros de cuidado infantil en Guatemala.
Los padres también tienen derecho a cuidar de sus niños
«Emocionalmente fue un desafío separarme de mis hijos, especialmente cuando quería pasar más tiempo con ellos pero las responsabilidades laborales lo impedían. Experimentaba una dualidad entre las obligaciones profesionales y el deseo de estar más presente en la vida de mis hijos», comenta Alejandro García.
En un tranquilo rincón de la ciudad, donde las luces de la vida cotidiana se entrelazan con historias personales, reside Alejandro García de 35 años, arquitecto con experiencia en temas del urbanismo y movilidad, un hombre cuya vida tomó un giro inesperado un 12 de enero de 2021. Esa fue la fecha en la que su esposa partió, y se enfrentó a la tarea de criar solo a su hija e hijo pequeños. Equilibrar su trabajo con las demandas del hogar y la crianza se convirtió en su rutina diaria. En medio de la adversidad, se destacó por su habilidad para adaptarse y ofrecer a sus hijos un entorno amoroso y estructurado. La contratación de ayuda externa para el cuidado infantil se volvió esencial. Esta decisión refleja la realidad de muchos padres que navegan por las complejidades de criar hijos en solitario. Alejandro cuenta que observa un cambio en la concepción de roles, donde la crianza es compartida entre padres.
Comenta que antes de su experiencia ya notaba en su entorno cercano la tendencia a compartir responsabilidades. Alejandro reconoce que, durante su crianza, no fue orientado hacia la autosuficiencia en tareas del hogar. Su esposa se encargaba de muchas tareas específicas y al quedarse solo tuvo que aprender y enfrentar esa realidad. Alejandro desafía con valentía los estereotipos de género al desempeñar un papel activo y comprometido en la crianza de sus hijos. Desde vestirse y alimentarse hasta ayudar con las tareas escolares, fomenta la autonomía de sus hijos desde una edad temprana, rompiendo con las expectativas tradicionales de los roles parentales.
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«Se generaba una sensación de culpa y frustración al no poder equilibrar adecuadamente el tiempo entre el trabajo y la crianza», dice y resalta la necesidad de políticas laborales que permitan una participación activa y equitativa de los padres en la vida de sus hijos desde el principio, reconociendo la importancia de esos primeros momentos y su impacto emocional en la familia.
«La mamá lo tiene los nueve meses previos, pero uno es el primer contacto que tienen cuando nacen entonces es en ese momento donde uno dice “este pedacito de piel y carne que está aquí es mío”, uno quisiera estar ahí todo el tiempo, realmente el primer contacto que uno tiene con su hijo es al momento en que nacen. Es súper frustrante que el único tiempo de permiso sea al día siguiente para poder hacer los trámites de inscripción y al tercer día a trabajar. Yo, la verdad, es que con mis hijos disfruté mucho los fines de semana cuando eran bebés porque no tenía otra opción, es frustrante el hecho de querer darles un poco más de tiempo y no poder. Creo que se habla muy poco de esto. Se trata muy poco el tema», cuenta.
Guardería sin niños
El Mintrab es una de las pocas dependencias que cuenta con una guardería, sin embargo, no tiene muchos niños a su cuidado. «A pesar de su existencia, hay baja utilización por parte de los empleados», dice Gabriela Chang, quien subraya que la presencia de instalaciones no garantiza su eficacia, ya que la guardería se ubica a varias cuadras del lugar de trabajo.
La burocracia y requisitos extensos dificultan la creación de guarderías, Gabriela considera necesario ampliar el home office, ya que es una alternativa más accesible. Afirma también que hay personas impulsando cambios significativos, pero hay que discutir reformas integrales y reevaluar las políticas laborales existentes, «nos estamos quedando atrás, ya que la legislación que tenemos es obsoleta, puede que en su momento las guarderías eran la única opción, y la mejor, pero ya no lo son, entonces por qué seguir con una política que no hemos podido implementar a cabalidad, lo que se necesita es darles opciones a las madres y padres para que puedan tener a sus hijos cerca», indica.
Ilse del Valle, abogada laboral, explica que «nuestro código de trabajo no tiene ninguna normativa equitativa para hombres y mujeres que vaya verdaderamente encaminada al cuidado de los niños. El punto de partida es que el Mintrab realice un acuerdo gubernativo creando una política pública a nivel Estado. Al crear este marco general se va a poder combinar para crear una reforma verdaderamente equitativa e igualitaria», comenta.
Pero por el momento únicamente existen pocos pactos colectivos dirigidos a las madres. «El problema es esa legislación tan cerrada que tenemos en cuanto a las licencias y opciones de cuidado a los niños y que ha obligado a que esta regulación se deje a través de la negociación sindical y mucho del tema sindical son los beneficios económicos cuando realmente una negociación colectiva es económica social», explica Chang.
Vivian Guzmán, economista, dice que las empresas y organizaciones que promueven la igualdad de género y la inclusión tienen una mejor imagen corporativa, lo que puede atraer a clientes y talentos y, en última instancia, beneficiar su rendimiento financiero. Argumenta que una fuerza laboral equitativa contribuye a la estabilidad económica al distribuir de manera más justa las oportunidades y los recursos.
«La falta de institucionalidad en el cuidado infantil impacta tanto a las mujeres como a las infancias. Establecer medidas políticas que promuevan el desarrollo de guarderías y centros de cuidado integral no solo facilitaría la incorporación de las mujeres al mercado laboral, sino que también garantizaría un entorno seguro y propicio para el desarrollo de los niños y niñas, contribuyendo así al bienestar social. Es una necesidad crucial abordar estos aspectos desde una perspectiva de género y centrada en el cuidado de la infancia», comenta Vivian.
La exdiputada Ligia Hernández habla acerca de los retos que ella ha enfrentado por ser madre y haber decidido incursionar en la política guatemalteca: «Los retos son de todo tipo, económicos, familiares, culturales. En mi familia nunca una mujer había osado participar políticamente. Además, yo había dejado al papá de mis hijos, entonces estaba empezando esa carrera de la maternidad sola con niños pequeños y tuve que renunciar a mi trabajo. Creo que si les das a las mujeres guarderías vamos a tener un país con un crecimiento económico alto, está comprobado, no lo digo yo, no es un discurso vacío, hay estudios científicos».
Hernández hizo uso del jardín infantil que se encuentra en el Congreso. Este centro inició sus funciones en el 2001 abarcando únicamente el área de casa cuna; en la actualidad ofrece cuidados maternales hasta el grado de preparatoria y está avalado por el Ministerio de Educación.
En la clausura del 2023 del jardín infantil del Organismo Legislativo asistieron 79 estudiantes al centro educativo, 10 alumnos culminaron sus estudios de preparatoria. En el lugar se atiende a hijos de trabajadores legislativos en sala cuna, maternal, jardín, nursery, prekinder, kínder y preparatoria, es decir, niños de 55 días de nacidos hasta los seis años de edad. El horario es de 8:30 a 16:30 horas.
En la Secretaría de Bienestar Social (SBS) existe el Departamento de Regulación de Centros de Cuidado Infantil Diario responsable de autorizar, inscribir, regular y controlar las guarderías, tanto públicas como privadas; además, se encarga de imponer sanciones en caso de incumplimiento de las regulaciones.
La socióloga Silvia Trujillo aborda la necesidad de desmitificar la idea arraigada de que las mujeres tienen la obligación casi exclusiva de realizar el trabajo de cuidado. La entrevistada plantea un riesgo ante la posibilidad de implementar un sistema integral de cuidados, ya que las demandas feministas para que el Estado desempeñe un papel preponderante en el cuidado pueden ser malinterpretadas y transformadas en un enfoque mercantilizado. Hay un precedente histórico en el que demandas feministas como el acceso a la tierra, fueron distorsionadas por el Estado, resultando en una mercantilización de la tierra en lugar de una solución integral. Esto destaca la importancia de comprender las sutilezas y complejidades al abogar por un cambio en el sistema de cuidados.
La experta lleva la discusión a un nivel más profundo al destacar el ciclo de injusticia que atraviesa generaciones. Menciona el caso de abuelitas de 80 años que, en lugar de descansar, se ven obligadas a cuidar a sus nietos debido a la falta de opciones para que las madres trabajen.
La representante de ONU Mujeres Eugenia Close resaltó modelos innovadores para abordar la problemática del cuidado, mencionando iniciativas como las «manzanas de cuidados». Estos proyectos integran guarderías con otros servicios, como centros de lavado, considerando incluso la ubicación estratégica cerca de paradas de autobús para facilitar el acceso. Esto no solo redujo las horas de cuidado para las mujeres, sino que también promovió la corresponsabilidad estatal al minimizar los costos adicionales, beneficiando especialmente a madres solteras.
La psicóloga Belma Soto explica que la maternidad y los procesos de embarazo, parto y postparto pueden ser emocionalmente intensos y desafiantes, y contar con un sistema de apoyo sólido y una red de personas que brindan cuidado y comprensión es fundamental para el bienestar mental de las madres. Cuando las mujeres no tienen ese apoyo, especialmente si tienen que regresar al trabajo, el estrés puede ser una de las primeras respuestas emocionales, la ansiedad y la posible depresión como efectos significativos en la salud mental.
La falta de igualdad y apoyo para las madres en el trabajo es una realidad que muchas veces significa la interrupción de sus carreras o sus vidas académicas. Guatemala está en el lugar 113 del índice global de brecha de género, del 66.4%, la más grande del continente americano. El porcentaje de mujeres que sigue una maestría y la concluye es del 47%, mientras que en los hombres es de 53%. En doctorado es donde se ve más la brecha, el porcentaje de mujeres es de 39% y de hombres 61%.
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La psicóloga Soto, experta en mujeres, destaca cómo las expectativas tradicionales de género han impuesto cargas significativas a las mujeres a lo largo de la historia. La idea de que «las mujeres pueden con todo o que la mejor mujer es la que más se sacrifica no es sana ni justa. Está noción puede ser perjudicial, ya que puede contribuir a la sobrecarga de responsabilidades».
Lesvia afirma la importancia de equilibrar la responsabilidad, ya que las mujeres a menudo sienten culpas desproporcionadas, mientras que los padres no asumen la misma carga. En cuanto a las medidas y apoyos necesarios dentro de las instituciones para las madres trabajadoras, Lesvia sugirió la flexibilidad laboral, por ejemplo, en casos de emergencia o enfermedad de los hijos. También es necesario promover la participación del padre en la vida de los hijos y reconocer y promover la salud mental.
«Pensamos muchas veces en el bebé, pero no pensamos en la mujer, que sigue teniendo necesidades, deseos y metas por cumplir. Tener un hijo para quienes deseen hacerlo es maravilloso, aunque también conlleva una serie de alteraciones de la existencia que no se pueden negar, cuidarse a sí misma no es egoísta, sino esencial para poder cuidar a los demás de manera efectiva», afirma.
Ante esta realidad, Silvia Trujillo cuestiona el discurso «provida» tan presente en Guatemala, critica el cinismo presente en el hecho de que, mientras algunos abogan por la protección de la vida, no respaldan políticas laborales que faciliten el cuidado de los hijos de sus trabajadores. «La falta de guarderías integrales en empresas se presenta como una contradicción evidente entre el discurso y la acción», lamenta.
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Este texto fue elaborado como parte del Programa de Formación Dual de Plaza Pública dirigido a jóvenes periodistas.
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