Les ofrecí entonces publicar algunos extractos (contextualizados) de mi ensayo La canción protesta latinoamericana y la Teología de la Liberación. Estudio de género musical y análisis de vínculo sociopolítico y religioso (1968-2000) publicado por Monte Ávila Editores Latinoamericana, de Caracas, Venezuela, en el año 2005.
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Para entender mejor la teología de la liberación hemos de entrar en intelección de la teología contemporánea. En la obra citada puntualizo: «En la actualidad se conocen doce disciplinas teológicas que van desde la Teología fundamental hasta la Historia de la Iglesia, en medio quedan la dogmática, la patrística, la teología moral y otras que se suceden de acuerdo con los tiempos y circunstancias. Tal el caso de la teología misional para América Latina. No obstante, en esta gama de disciplinas en el contexto latinoamericano, la teología fundamental es la más aceptada y utilizada por las Iglesias cristianas católicas y cristianas evangélicas históricas. La historia del término indica que tiene dos significados, pero, en Latinoamérica, el significado del control del discurso crítico sobre Dios es el que ha prevalecido. Este significado propone “el esfuerzo guiado por la razón para conocer lo divino” (Ruiz Arenas, Octavio; 1987:27).[2] Sin embargo, su objeto de estudio es el hecho y el misterio de la Palabra de Dios en el mundo. Su esencia fundamental es la Revelación Divina y la fe, que según esta teología son los dos grandes fundamentos de la existencia cristiana, para vivir y actuar como fin último a la luz de dichos principios. Este es precisamente uno de los puntos de discordancia con la Teología de la Liberación, porque mientras la Fundamental trata de la Revelación en cuanto tal, su naturaleza, los criterios para identificarla en la tradición y la escritura, y por último su interpretación para establecer conductas de vida, en la de liberación se parte primero de un análisis sociológico e histórico y de interpretación de la realidad para abordar luego la escritura, la tradición y la revelación buscando en ellas opciones para enfrentar y transformar la realidad» (Guerrero, Juan J.; 2005:77-78).[3]
Tenemos que ser claros con relación a que el origen de la teología de la liberación se remonta a la teología política de Metz, a la teología de la esperanza de Moltmann y a la filosofía de Ernest Bloch, que también pregona la esperanza. En Latinoamérica fue de vital importancia la Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano –CELAM– en Medellín, Colombia, cuyo llamado fue a favor de la justicia social y su visión eclesiástica desde una iglesia prioritariamente orientada a la causa de los desposeídos y marginados. Yo siempre he sostenido que Medellín (los documentos tomaron el nombre de la ciudad) nació del Concilio Vaticano II como una traducción del mismo para América Latina y la teología de la liberación se generó como fruto de Medellín.
Del teólogo Gustavo Gutiérrez Merino (llamado El padre de la teología de la liberación) puedo aportar, a más del contenido del artículo dedicado a él quince días atrás, que sus detractores lo identificaron como miembro de la Orden Jesuita y no era tal. En realidad, él era un sacerdote diocesano que tuvo que refugiarse en la Orden de Predicadores a causa de la persecución que le tenía su arzobispo Juan Luis Cipriani (primer cardenal del Opus Dei) en Lima, Perú. Tanto a Cipriani como al Opus Dei, y a otros sectores ultraconservadores, les ofendía que el padre Gutiérrez pregonara que el objetivo primordial de la Iglesia debía ser el anuncio del amor de Dios. Pero la situación del continente planteó una presencia diferente: la irrupción de los pobres. Así, el sacerdote Gutiérrez Merino se cuestionaba y también cuestionaba: ¿Cómo decirle al maltratado, al oprimido y marginado que Dios lo ama?
Reitero, en 1968 la Conferencia Episcopal Latinoamericana dio particular interés al compromiso de la Iglesia católica con los pobres. La respuesta del padre Gutiérrez fue lanzar cinco años después (1973) su libro Historia, política y salvación de una teología de la liberación. Y comenzó así una luminosa trayectoria generando más de diez obras teológicas que proveyeron líneas pastorales para la Iglesia latinoamericana. Dicho sea, nunca pudieron ser censuradas por la Congregación de la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio).
Espero haber llenado las expectativas de mis curiosos amigos. Uno de ellos se considera ateo y paradójicamente, con él me entiendo muy bien cuando departimos temas de sacristía adentro.
[1] https://www.plazapublica.com.gt/opinion/descanse-en-paz-gustavo-gutierre...
[2] Ruiz Arenas, Octavio. (1987). Jesús, Epifanía del amor del padre. Bogotá: CELAM.
[3] Guerrero, Juan J. (2005). La canción protesta latinoamericana y la Teología de la Liberación. Estudio de género musical y análisis de vínculo sociopolítico y religioso (1968-2000). Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, Venezuela.
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