(Guatemala, 1983) Como el periodismo, sospecha de un mundo que no existe si no existe nadie que lo pueda contar y librarlo. Una vez, hace muchos años, dice que hizo ficción, a lo Bradbury y K. Dick – aprendió a hacer bombas atómicas en teoría pero no en la práctica–, y como a ellos, la realidad inevitablemente lo terminó alcanzando; triturando. Sin insumos y sin isótopos, como era de esperarse, nada nunca salió bien. Hizo entonces, poco después de abandonar la carrera de las bombas nucleares, mucha literatura del desencanto cuando lo que hacía, inconsciente de ello, era crónicas más bien tirando a lo periodístico. Resultó, de hecho, en varias redacciones (elPeriódico, s21). Por ello, luego de más de 4 años en el periodismo, poco lucha ahora contra lo que escribe y la posibilidad de su ficción; que todo, como piensa, resultará con su contraparte verificable de un mundo que no existe hasta que alguien lo cuente como una historia, con sus fechas, contextos, personajes, equilibrios y, sí, también sus realidades.