El comportamiento criminal provoca, casi paradójicamente, tanto curiosidad como de terror. Pero para algunos es un complejo y fascinante sujeto de estudio científico. Yo soy uno de esos. Esos que, a la pregunta ¿qué quieres ser cuando seas grande? Respondíamos: Batman. Con ese objetivo aun en mente, he decidido estudiar formalmente neuropsicología clínica para entender la íntima relación cerebro-comportamiento, y explorar la etiología de la violencia. Este enfoque “cerebral” exige analizar tanto los factores vinculados con el contexto estructural y situacional en el que se produce la violencia, como los factores biopsicológicos. Así que a la pregunta ¿Qué hago ahora que soy grande? Respondo: neurocriminólogo.