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Personal médico sale del área de Neonatología del Hospital Roosevelt, donde según estudios, se ha detectado altos índices de contaminación del aire en Cuidados Intermedios y Canguro.

Hospital Roosevelt: aire contaminado pone en riesgo vida de recién nacidos

Expertos se alarmaron porque afuera del hospital sólo el 55 % del aire era de buena calidad, pero en Cuidados Intermedios bajó a 39 y en Canguro, a 38.
«No se debe ver al Roosevelt como el villano, ya que sus autoridades mostraron interés y apertura para fomentar la investigación en un tema tan crucial, como la calidad del aire», afirmó Estrada.
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Hospital Roosevelt: aire contaminado pone en riesgo vida de recién nacidos

Infografía: Lionel Fock
Infografía: Rosana Rojas
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Una investigación del IARNA detectó que el aire dentro de las salas de Cuidados Intermedios y Canguro, ambas para bebés, tiene índices de contaminación alarmantes, incluso peores que los registrados en el exterior del hospital. Expertos temen que algo similar ocurra en otros centros asistenciales, escuelas, oficinas y hogares de Guatemala.

Imagina que tu hijo recién nacido está enfermo e internado en un centro asistencial; ahora supón que la sala se llena de aire contaminado que pone en mayor riesgo la vida del bebé y que nadie se da cuenta porque el enemigo es invisible. Esa pesadilla es una alarmante realidad en el Hospital Roosevelt y posiblemente en otros, así como en escuelas, oficinas y hogares del país.

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Entre diciembre de 2023 y abril de 2024, expertos del Instituto de Investigación en Ciencias Naturales y Tecnología (IARNA), de la Universidad Rafael Landívar, encontraron patrones preocupantes de contaminación del aire al interior del servicio de recién nacidos.

Se colocaron sensores específicamente en las salas de Cuidados Intermedios (para bebés enfermos) y Canguro (para que las madres amamanten a sus hijos internados), y también en el exterior del centro asistencial. En todos los casos la calidad del aire se deterioró progresivamente conforme pasaron las semanas y meses.

Expertos se alarmaron porque afuera del hospital sólo el 55 % del aire era de buena calidad, pero en Cuidados Intermedios bajó a 39 y en Canguro, a 38. Este dato es significativo, ya que sugiere una falta de correlación entre los niveles de contaminación interna y externa, subrayando la existencia de fuentes de contaminación dentro del hospital. 

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Se revela así el fenómeno conocido como «síndrome del edificio enfermo», en el cual, quienes habitan un inmueble experimentan problemas de salud que parecen estar vinculados al tiempo que pasan ahí. 

El estudio midió la concentración de Material Particulado (PM) y gases nocivos como monóxido de carbono, dióxido de azufre y nitrógeno. Los niveles de contaminación llegaron a alcanzar categorías de «no saludable» según los estándares de la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos -EPA-. 

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Se buscó la versión de alguna autoridad de Neonatología en el hospital y por medio del Ministerio de Salud, pero no se obtuvo. Personal interno contó que nacen en promedio 100 bebés al día, quienes se encuentran hacinados. En ocasiones, en Cuidados Intermedios se ubican tres en un espacio previsto para uno, y en un área destinada para 13, ingresan 18 bebés.  Se quedan internados entre una semana y un mes.

Un problema «invisible»

Uno de los autores de la investigación, Gustavo Estrada, quien es doctor en Salud Pública, recordó que la contaminación del aire contribuyó a 4.14 millones de muertes en el mundo en 2019, según datos de la OMS. 

Afirmó que la exposición prolongada al aire contaminado, en bebés y adultos, puede provocar trastornos neurológicos y mayor riesgo de parto prematuro, enfermedades de las vías respiratorias, problemas cardiovasculares e infecciones, entre otros. 

También mencionó que niñez expuesta en sus primeros años a altos niveles de dióxido de nitrógeno (que proviene de las emisiones de vehículos y quema de combustibles) tenían un 17 % más de probabilidades de ser diagnosticada con asma antes de los 5 años, a la vez que aumenta el riesgo de mortalidad. En adultos se reduce la esperanza de vida. 

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«Es un problema invisible. Si ocurre en un hospital, también en escuelas, oficinas e incluso con trabajadores al aire libre, y eso nos debe preocupar. La mala calidad del aire nos afecta a todas las personas en Guatemala», estimó el investigador.

Destacó que el Hospital Roosevelt es uno de los mejores del país para atender a recién nacidos, gracias a su personal capacitado e instrumentos modernos, aunque reconoció que pueden estar un poco hacinados.  

«No se debe ver al Roosevelt como el villano, ya que sus autoridades mostraron interés y apertura para fomentar la investigación en un tema tan crucial, como la calidad del aire», afirmó Estrada.

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El citado centro asistencial atiende una población diversa, recibe pacientes de la capital y sus alrededores, y ve casos complejos de todo el país. Es crucial en la atención de emergencias y servicios especializados, como tratamientos oncológicos, cirugías complejas y atención neonatal. También juega un papel fundamental en la formación de profesionales de la salud. 

Atención a la infraestructura

Elena Reyes, también investigadora del IARNA y experta en ingeniería sanitaria, destacó la difícil situación de los hospitales públicos. Según ella, muchos recurrimos a estos centros debido a lo inaccesible de la salud privada y a la escasez de centros públicos similares.

Reyes consideró arriesgado asegurar que la contaminación se deba a un químico específico. «Los elevados niveles de compuestos orgánicos volátiles pueden ser resultado del mal manejo del aire acondicionado, la gran cantidad de personas y la mala circulación del aire», explicó. 
Además, señaló que el diseño y la infraestructura del hospital, construido hace muchos años, podrían no ser aptos para las necesidades actuales. «Hay cosas más serias que revelar. ¿Son los materiales y el diseño adecuados para las personas?», cuestionó Reyes. 

También subrayó que el Ministerio de Salud está obligado a brindar un buen servicio, pero la realidad es que las condiciones no siempre son las ideales. «Hay enfermedades que no se sabe de dónde vienen y algunos estudios sugieren que muchas se deben a bacterias en los hospitales», acotó. 

Para muestra, un botón: Plaza Pública recién visitó la unidad de Neonatología del Roosevelt, y conoció a Marta, una madre que llegaba diariamente para alimentar a su bebé, quien había estado en Cuidados Intermedios tras contraer una bacteria en el hospital. Los ojos de Marta reflejan alegría y esperanza al saber que su hija mejoró y pronto saldrá de ese centro. 

Ubicación desfavorable

El Hospital Roosevelt está situado frente a la confluencia de las calzadas Roosevelt y San Juan, una de las zonas más contaminadas de la ciudad, a tal punto que según un estudio de la Universidad de San Carlos en ese lugar se reportan hasta 205 microgramos por metro cúbico, cuando el nivel aceptable es de menos de 15.

Con una circulación diaria de más de 120 mil vehículos, estas vías conectan directamente con Mixco, la ciudad con mayor contaminación aérea de América Latina, según la Universidad de Chicago. 

Se suma la presencia cercana de uno de los basureros a cielo abierto más grandes y contaminantes de América Latina, con un estimado de 6.3 a 9 millones de toneladas de basura acumulada desde 1966. Si ello no fuera suficiente, también está próximo al mercado El Guarda, otro foco de contaminación por malos olores y acumulación de desechos sin un adecuado manejo, en sus más de 20 cuadras de extensión.  

En 2019, un estudio realizado en varias Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) de Los Ángeles, California, en Estados Unidos, reveló niveles significativos de partículas ultrafinas y compuestos orgánicos volátiles en el aire interior. Estos contaminantes se correlacionaron directamente con la proximidad a las carreteras principales y el intenso tráfico vehicular. 

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Falta de regulación en productos químicos

Fernando Jerez, experto en gobernanza en salud y miembro del IARNA, expresó su preocupación por el uso excesivo de químicos en los espacios en los que el ser humano convive.  

«¿Qué es un espacio limpio realmente?», cuestionó Jerez, y detalló que muchas personas buscan limpiar o purificar el aire con productos químicos; sin embargo, muchos de estos contienen químicos que al interactuar con factores ambientales, como el calor o el hacinamiento, pueden cambiar su estructura y volverse dañinos para las personas. 

En Guatemala no hay marcos regulatorios eficaces para la industria de desinfectantes y otros productos de limpieza. Esta carencia permite la entrada de mercadería sin un control adecuado, lo que puede tener consecuencias perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente, subrayó. 

Ello contrasta con la situación de la Unión Europea, que se destaca por tener un control estricto y cauteloso sobre la industria de desinfectantes. «Acá cualquier producto entra», lamenta Jerez, subrayando la necesidad de un mercado más consciente y regulado. 

Medidas y más investigación

Según el portal Guatecompras, se adjudicó un contrato con el título: Estudio de Prefactibilidad Construcción de Edificio para Neonatos del Hospital Roosevelt, por Q89,000, el 4 de octubre pasado, lo cual podría encaminar hacia una solución. 

Reyes agregó que la principal recomendación para brindar una atención digna sería fortalecer los hospitales regionales y contar con otro regional de tercer nivel actualizado según las necesidades y el contexto del país. Sin embargo, ampliar el espacio de Neonatología y aumentar el personal podría ser una solución más inmediata.  

Estrada concluyó que es necesario fomentar este tipo de investigación de algo tan vital como el aire, para tomar las medidas necesarias.  
 

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