Cabrera: “La visión de la élite no es cómo ganar más, sino cómo no perder”
Cabrera: “La visión de la élite no es cómo ganar más, sino cómo no perder”
¿Es muy acaparadora la élite guatemalteca? ¿Cómo se compara con otras élites regionales? ¿Es en Guatemala más falsa la teoría del derrame que en otros países? El economista Maynor Cabrera estudió la desigualdad con una medida desarrollada recientemente por el jefe de investigación del Banco Mundial: la tasa de extracción. Aquí explica algunas implicaciones de su estudio.
La tasa de extracción como una medida alternativa de la desigualdad en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y República Dominicana. Ese es el título de un estudio elaborado por el economista guatemalteco Maynor Cabrera, experto en desigualdad y analista de la Fundación Economía para el Desarrollo, a solicitud de Plaza Pública. Y es alternativa y novedosa porque, en lugar de asumir sin más el coeficiente de Gini, el más usado en los estudios sobre desigualdad, trata de entender qué tanto del excedente de un país es acaparado por su élite. ¿Cómo? Calcula la máxima desigualdad posible de un país y la compara con la desigualdad existente. Cuanto más cerca esté la desigualdad existente de la máxima desigualdad posible, más “rapaz y explotadora [es la élite económica], capaz, por fuerza o artimaña, de apoderarse del excedente completo”, escribe Branko Milanovic, exjefe de investigadores del Banco Mundial y uno de los creadores de la idea de máxima desigualdad posible (que él llama “frontera de la posibilidad de desigualdad”) y la tasa de extracción, que el semanario liberal The Economist describió como “más informativo que los coeficientes de Gini”.
“Como la desigualdad potencial y la existente no van de la mano, nuestras mediciones de la desigualdad existente puede que nos digan menos de lo que pensamos”, explicaba el semanario.
¿Por qué? Cuanto más grande es la economía de un país en relación con su población, más alta es la desigualdad potencial. Cuanto más alto es el ingreso per cápita de una nación, y más se distancia de la línea de supervivencia, más pueden acumular las élites sin que la población muera de hambre. Pero no en todos los países las élites acaparan lo mismo. Un país rico puede tener una desigualdad alta, pero la élite puede quedarse con una porción menor de excedente que la que obtienen los ricos de un país muy pobre con una desigualdad baja. En este segundo país, incluso los ricos tienen poco en comparación con los del primer lugar, pero es posible que esos “ricos pobres” se estén quedando con todo el excedente que produce el país. El excedente, en este estudio, es lo que sobra después de que se haya repartido lo necesario para que toda población sobreviva.
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Cabrera encontró información en las encuestas de hogares para comparar cuatro países: El Salvador, Costa Rica, República Dominicana y Guatemala. Los cálculos de Cabrera para Plaza Pública muestran que la élite guatemalteca es la más acaparadora de todas, y con diferencias notables, incluso por encima de Costa Rica, que exhibe una desigualdad similar.
Cabrera es cauto con respecto a la interpretación de los resultados, e insiste, en la precariedad de los datos obtenidos en los cuatro países, y en que su trabajo es un “ejercicio” exploratorio, aunque suficiente para conocer qué tan alejada está Guatemala en el tema de la desigualdad, la desigualdad histórica.
“Guatemala es un país en el que los indicadores de desigualdad se han modificado poco en las últimas dos décadas. Ha habido algunas mejoras, pero pequeñas si se compara con países de la región”, indica Cabrera.
¿A partir de los resultados de su investigación, se puede describir a la élite económica nacional como la más avara de la región?
Más que avaricia veo en el florecimiento de gremiales que el poder se negocia con mucha fuerza. Esa es una arena muy importante para definir ese poder. Ya casi existe la Cámara de industria de zapatos izquierdos de color café (risas). Se ha creado este entramado institucional que ayuda a que esa cuota de poder se mantenga. Como la economía no crece tanto se hace necesario que ese margen de poder que se tiene no se pierda. Y acá pueden hacerlo.
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¿Por qué pueden?
Por nuestras instituciones políticas. No se concentran en ver qué nuevos productos elaboran sino más bien en cómo logran que no haya nuevos productos para que no les quiten su pedacito del pastel. Un colega que trabajó en el Gobierno me contó que cuando estaban peleando el tratado de libre comercio con Perú, no se avanzó porque los empresarios tenían miedo de que entrara el pisco a Guatemala, cuando acá se tiene uno de los mejores rones a nivel mundial. Algo así es el tema, la idea es siempre esa pelea por el pedacito. El problema de la desigualdad no es solo un tema retórico: “Ay, qué injusto”. El problema es cómo ciertas acciones que se perpetúan. Si usted ha tenido poder en una sociedad, conoce cómo funcionan las instituciones, las puede cooptar… Y es más más fácil seguir haciéndolo. La visión de la élite no es cómo seguir ganando más, sino cómo no perder. En este ejercicio, Guatemala sí encaja con el cuadro de bajo crecimiento económico, poca innovación, que motiva más a la búsqueda de rentas por todo tipo de grupos, las "elites" no serían la excepción y obviamente son las que más tienen que perder.
¿Quiere decir que pueden afectar el sistema político económico de tal manera que termine beneficiándoles más que al resto de la población? Ello implicaría que la riqueza de las élites locales está vinculada a su poder político.
La búsqueda de ganancias mueve las decisiones económicas. Eso sucede en cualquier país. No recuerdo qué autor mencionaba que si a cualquier empresario le dieran a escoger entre tener un monopolio y competir, optaría siempre por lo primero. Más que los actores, son las reglas. Las instituciones guatemaltecas han favorecido una concentración del poder económico y no permiten que surjan nuevos sectores dinámicos ni de innovación. Si hacemos el símil con los funcionarios públicos y los políticos guatemaltecos, no quiere decir que ellos sean más corruptos que otros países, sino que las reglas les permiten operar con facilidad. El esquema actual no permite incursión de nuevos actores económicos y la élite mantiene su poder. Sin embargo, como eso no genera un dinamismo económico, la extracción de rentas y defensa de cuotas de poder debe hacerse a través de proteger el mercado, no en ampliarlo. Más que avaricia lo que hay una fuerte disputa de intereses. Dado el fraccionamiento de los gremios, es muy importante la arena política para tener captadas estas rentas. Hay algunos esfuerzos gremiales por generar investigación (caña, según recuerdo), son escasas las redes empresariales orientadas a fomentar nuevos bienes públicos o nuevos nichos de mercado; se concentran en proteger sus intereses. O sea, los mecanismos de influencia política son importantes para ganar más cuota de mercado o bien para no perder la que ya se tiene.
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¿Qué destaca usted de este ejercicio?
Que los últimos años no ha habido grandes cambios. A pesar de que este es un ejercicio exploratorio lo que se va observando es una economía muy estática y por lo tanto la sociedad puede estar reflejando algo de esto.
¿Por qué es importante calcular la tasa de extracción si ya tenemos el Gini?
Es una herramienta que permite hacer análisis históricos de la desigualdad. O bien, también puede ayudar a entender un poco mejor a la desigualdad observada. Como indica Milanovic, dos países pueden tener un Gini similar, pero del análisis del contexto histórico y económico, junto con la tasa de extracción, puede entenderse un poco mejor la desigualdad de un país comparado con su pasado y con otros países. En el tema de políticas no es un indicador tan preciso que le sugiera exactamente qué hacer. Quizá puede darnos idea de que el estado de políticas actuales no promueve un crecimiento económico inclusivo. Por lo cual es necesario explorar políticas que lo fortalezcan e integren a más sectores de la sociedad en la dinámica económica.
¿Acaba con algún mito del discurso económico local?
Invita a estudiarlos con mayor profundidad. Pero para comprenderlos se requieren análisis que van más allá de entender la economía guatemalteca. Un mito que sí podría discutirse es qué tanto ha cambiado la estructura de la economía guatemalteca: según el índice de extracción no ha cambiado mucho en 20 años. Lamentablemente, no hay datos históricos para estimar este indicador hace más de 20 años. Otro aspecto que invita a discutir es si Guatemala es una economía pujante, ya que algunas personas lo creen. Ese mito local no sale bien librado, porque al analizar la evolución del índice de extracción es evidente que el crecimiento económico del país es bajo y si se acompaña de indicadores sociales rezagados respecto a otros países.
Su diagnóstico de una economía deliberadamente estática, con poco crecimiento e innovación, choca con el lema de “hay que hacer crecer la economía”.
Para muchos lo importante es el crecimiento económico, y está bien. Esperan un derrame económico y que con él todos vayan a estar bien… Yo creo que falta la autocrítica. No hay un reconocimiento de que Guatemala crece muy poco, y no crece porque obviamente no surgen nuevos sectores productivos. En los encuentros empresariales tratan temas muy buenos, pero cuando se van a discutir las causas estructurales ya no se llega a más.
La teoría del derrame ha servido en Guatemala para justificar desde ventajas fiscales para grandes empresarios hasta políticas de promoción de algunos sectores. Aunque esa teoría está en entredicho en buena parte del mundo, el resultado central de su estudio, que es que la élite guatemalteca está entre las más acaparadoras de la riqueza nacional, ¿sugiere que esa teoría es especialmente falsa aquí?
El estudio no permite asegurar esto. Pero lo cierto es que los esquemas de incentivos a la inversión no han sido exitosos en atraerla, el crecimiento económico es modesto, y el dinamismo de algunos sectores no ha sido suficiente para que los frutos del crecimiento lleguen a amplios sectores de la sociedad. Prueba de ello son los altos niveles de pobreza y de desnutrición existentes. Es falsa en la medida en que los sectores que más crecieron en el pasado generaban empleos muy precarios (agroexportación) y algunos de los sectores que recientemente han tenido éxito apenas demandan empleo (como la minería, generación eléctrica). Sin sectores de crecimiento de base amplia es difícil que los beneficios lleguen a un grupo mayoritario.
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En la actualidad se habla mucho de “emprendedurismo”, pero con esa visión de “cómo no perder” y no tanto de innovar, ¿hay condiciones para ello?
Algunos estudios lo dicen con estas palabras: [el emprendedurismo] es un tema de subsistencia. Mucha gente trabaja por cuenta propia, pero estamos hablando de unidades de menos de cinco personas, empresas en el límite de la sobrevivencia, la quiebra. ¿Qué se necesita en realidad para generar empleo? No microunidades, porque lo que hay es baja productividad, no se generan excedentes, no se generan bonos. Se necesitan empresas entre medianas que estén creciendo, que generen más recursos. Guatemala no ha tenido innovación o emprendedurismo en sectores nuevos ni pequeñas ni medianas… El grueso se ha ido a sectores muy tradicionales. Eso no genera un crecimiento tan elevado. El crecimiento, ese es el tema.
Sin innovación, sin crecimiento, con la misma desigualdad, ¿cómo es que nos hemos mantenido?
En los últimos 24 años obviamente ha habido mejoras, pero como país hemos podido subsistir por la migración, una bendición o maldición a la vez. No se pueden esperar tasas de crecimiento elevado si siempre se hace lo mismo. Tenemos la ventaja de que somos un país con crecimiento demográfico acelerado, lo que obviamente va ampliando la posibilidad de que algunos productos de consumo masivo crezcan.
Eso suena como al cansancio colectivo del guatemalteco que repite “ahí vamos”.
Exactamente, ahí vamos. Si uno dice “ahí vamos” es que vamos bien, pero cuando ve que en el vecindario le está yendo mejor al que usted decía que estaba peor… debería hacer algo para no decir “ahí vamos”. Ese vecino es El Salvador.
La economía ha crecido poco, pero sí ha crecido. Sin embargo, la tasa de extracción se mantiene casi igual. ¿No está pasando nada más?
Lo que menciona Milanovic es que en economías que crecen poco, como la de Guatemala, puede existir un mayor grado de conflicto. Este conflicto puede darse como inestabilidad política o bien a través de la búsqueda de rentas. Una posible explicación es que algunos sectores precisan de leyes que les favorezcan, beneficios fiscales o favores políticos (negocios con el Estado) para seguir creciendo. Lo de la búsqueda de rentas puede manifestarse a través de lo mencionado.
A la luz de los resultados de la tasa de extracción y de su propio conocimiento, ¿cómo describiría a las élites locales? ¿Y en relación con las de otros países?
Haciendo un intento bastante osado de explicar estos indicadores, Guatemala caería dentro del perfil de un país que crece poco y que, por lo tanto, según la narrativa de Milanovic, la élite económica tiende a operar con mecanismos enfocados en mantener el statu quo, lo cual puede implicar que se cierren espacios a la innovación y apertura de nuevos mercados. Esto ya cae dentro del campo de la arena política, es decir, consiste en buscar medios de influencia para que los nichos de poder o de mercado que se tienen se mantengan.
En términos relativos, se ven casos de países que crecen mucho más que Guatemala y que, por lo tanto, aun y cuando la desigualdad se eleva, las condiciones de la población mejoran. Este es el caso de Costa Rica, que tiene un coeficiente de Gini muy similar al de Guatemala (resultado de que aumentó en Costa Rica mientras que en Guatemala se redujo un poco), pero un ingreso per cápita mucho mayor, niveles de pobreza más bajos y que sí logró adaptarse mejor a la globalización reciente. Otros países, pareciera que han optado por políticas de mayor redistribución, como República Dominicana y El Salvador. Digo “pareciera” porque estos instrumentos de medición, vía encuestas de hogares, son imperfectos.
¿Cómo estamos en comparación con República Dominicana?
República Dominicana había tenido grandes tasas de crecimiento económico, la desigualdad está estancada, estancada, estancada... Lo que ha hecho que la tasa de extracción mejore y esté por debajo de la de Guatemala. El crecimiento y el bienestar no es espectacular, pero sí llega a todos. Su economía es la que más creció en los últimos 24 años. Pero acá seguimos con el tema de pelear los pedacitos, y hay que pelear porque la economía crezca... En Costa Rica, la desigualdad aumentó, pero la tasa de extracción no ha subido (según investigaciones de Serrano y Benzaquén de la Universidad de la Plata en Argentina. El caso de Costa Rica es interesante porque es uno de los países de América Latina donde más aumentó la desigualdad, pero también uno de los cuales muestra mayor crecimiento en el PIB per cápita y mejores indicadores sociales. Aunque Costa Rica no encaja exactamente en el término de clase media emergente global, del que menciona Milanovic, por sus resultados en el período de globalización reciente, es lo más cercano a la clase media global que tenemos.
Costa Rica y Guatemala tienen niveles de desigualdad muy parecidos…
Pero Costa Rica no es tan pobre como Guatemala, ¿cómo explica esa paridad?
Costa Rica es casi tan desigual como Guatemala, pero tiene un ingreso per cápita mucho mayor. La distribución es la misma, pero como el promedio es más alto, muchos están mejor. Digamos que hay una familia con tres hijos y resulta que en esa casa hay cierta desigualdad. Está el hijo consentido al que le dan el 60 % de todo lo que tienen y a los otros dos les dan 20 % y 20 %. De las idas al cine el consentido va tres veces al mes y los otros solo una. Compran pan y al consentido le dan seis, y a los otros solo dos a cada uno. Los dos niños no consentidos salen a jugar con sus vecinos y les preguntan cuántos panes les dan y dicen que dos, resulta que a los vecinos solo les dan uno.
Costa Rica es un país desigual, pero recibe más que sus vecinos. Obviamente hay otros temas, la desigualdad es complicada de medir, hay otros satisfactores, allá la gente tiene acceso a otros servicios como salud.
Su ejercicio muestra que Guatemala mantiene los mismos indicadores de desigualdad, producto de una economía casi estática que en los últimos 24 años ha tenido algunas mejoras, pero nada impactante. ¿Qué se puede construir con esta base?
Esta no es una película sino una foto con algunos retoques, con un marco diferente, pero esa foto es muy parecida a la de hace dos décadas. Requiere estudios más detallados. Un estudio que pondría a la par de este análisis lo hizo el Ingep (Instituto de Gerencia Política, de la Universidad Rafael Landívar) sobre grupos de poder, para ver qué tanto ha cambiado y si hay nuevos jugadores. Este ejercicio requiere una interpretación más desde la ciencia política o la sociología. También habría que estudiar si en realidad la élite económica la constituye el 1 % o el 5 % de la población. ¿Qué son las élites de Guatemala? En realidad, esta es una estimación con datos que quiere llamar a la discusión más profunda.
Usted es cauto con sus resultados. Pero parecen ir en la misma línea de un estudio previo que se hizo en Argentina en 2017 sobre toda América Latina. ¿Qué conclusiones saca de ambos estudios?
Conozco el estudio que hicieron Serrano y Benzaquén, y dos de Milanovic donde menciona algo sobre países como Guatemala. Uno de ellos se titula "Por qué los países pobres no pueden despuntar”. De acuerdo con el primer estudio, Guatemala y Honduras son los más desiguales independientemente si se usa el Gini o la tasa de extracción. De hecho, las tasas de extracción de Honduras y Guatemala estaban muy por encima de las de los demás. Incluso según los cálculos de los autores más allá de la desigualdad máxima (nota del entrevistador: es decir, por encima de la desigualdad que permite sobrevivir a toda la población). El primer estudio de Milanovic indica que el conflicto social está relacionado con sociedades en las que el índice de extracción es más elevado. Y el segundo, que lo hizo para la Universidad Católica del Perú, clasifica a Guatemala como perdedor moderado de la globalización y a Costa Rica, El Salvador como ganadores moderados, y a República Dominicana como uno de los mayores ganadores.
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