Este fenómeno no es particular de nuestro país. En muchas partes del mundo vemos que la gente ha comenzado a retomar varias actividades laborales y de recreación de manera más casual. A pesar de que a nivel mundial el número de casos positivos diagnosticados está alrededor de un cuarto de millón por día y el número de muertes diarias oscila por alrededor de las 5,000, vemos que nos estamos desentendiendo un poco del progreso de la pandemia y nos estamos relajando más con las medidas.
Además de estar acostumbrándonos a la pandemia, este relajamiento de nuestro comportamiento frente a ella también es influenciado por la forma en que como seres humanos percibimos las cantidades. A lo largo de la historia de la humanidad hemos desarrollado formas eficientes y veraces de percibir cantidades pequeñas. Por ejemplo, un niño no tendría problema entre escoger un dulce o tres. De igual manera, no nos resulta muy complicado elegir en el supermercado la fila con tres personas en lugar de la fila con diez.
Esta no es una habilidad propia de los seres humanos. Numerosos experimentos han comprobado que esto mismo ocurre con diversos animales. Desde ratas y primates hasta cuervos y peces, la habilidad de percibir diferencias entre cantidades también está presente en el reino animal. A esto se le conoce como numerosidad.
La numerosidad respecto a cantidades pequeñas ha sido el resultado de miles de años de adaptación al medio. Sin embargo, al aumentar la magnitud de dichas cantidades, nuestra numerosidad comienza a responder de una manera distinta.
Varios estudios muestran que nuestro comportamiento cambia radicalmente al trabajar con cantidades grandes. Por ejemplo, se descubrió que, en general, a la hora de comprar artículos, nuestras estrategias de compra dependen de qué tan caros son dichos artículos. Cuando compramos artículos de poco valor, somos más propensos a comparar precios y a visitar varias tiendas antes de realizar la compra. Sin embargo, no estamos tan dispuestos a repetir ese proceso cuando se trata de artículos de valor alto.
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Esto resulta interesante y hasta un tanto ilógico, ya que regularmente el ahorro total obtenido con la estrategia de artículos de poco valor está muy por debajo del que se podría obtener replicando dicha estrategia con artículos de valor alto.
Una explicación a este fenómeno la podemos encontrar con la llamada ley de Weber-Fechner. Durante el siglo XIX, el psicólogo, filósofo y físico alemán Gustav Fechner desarrolló su teoría de la percepción de estímulos físicos. Desarrolló la ley mencionada, la cual cuantifica la sensación producida en el ser humano por un estímulo físico externo: «El cambio en la percepción debida a un estímulo es proporcional al cambio porcentual de este».
Esta ley relaciona el cambio absoluto de percepción con el cambio porcentual (o relativo) del estímulo. Desde acá podemos observar que la percepción no presenta una respuesta absoluta, sino que depende del estímulo de referencia utilizado.
Para ejemplificar esto, consideremos la siguiente situación: si tenemos un peso de 1 lb en una mano y otro peso de 1.2 lb en la otra mano, posiblemente no seríamos capaces de notar la diferencia entre ambos. Pero dicha diferencia sí sería aparente entre un peso de 1 lb y otro de 2. Diríamos entonces que somos capaces de percibir una diferencia de 1 lb entre ambos pesos. Sin embargo, esta misma diferencia de 1 lb sería muy difícil de notar al tener un peso de 20 lb en una mano y otro de 21 lb en la otra mano. La ley de Weber-Fechner nos dice que, a pesar de que en ambos casos la diferencia fue de 1 lb, esta discrepancia en nuestra percepción se debe a que en la primera instancia hubo un incremento relativo de peso del 100 % mientras que en la segunda fue solo del 5 %.
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La formulación matemática de la ley de Weber-Fechner puede ser representada por medio del concepto de diferenciales. Al analizar matemáticamente esta representación se obtiene que la percepción sigue un comportamiento conocido como logarítmico. Una propiedad del comportamiento logarítmico es que crece mucho más lento que uno lineal. En otras palabras, el comportamiento lineal es proporcional a cambios absolutos, mientras que el logarítmico es sensible a cambios relativos.
Podemos decir entonces que el comportamiento lineal corresponde a la naturaleza real del estímulo, mientras que el logarítmico describe la respuesta de nuestra percepción de este.
Fechner desarrolló esta ley en el contexto de los estímulos físicos. Sin embargo, podemos realizar una consideración similar en el caso de la numerosidad. Por ejemplo, pensemos por un momento lo que pasaría a la hora de elegir un servicio de televisión. Posiblemente notemos una gran diferencia entre tener acceso a 5 o a 10 canales de televisión, pero quizá no notemos una diferencia considerable entre elegir 575 o 580 canales. Acá también tenemos que la diferencia absoluta de 5 canales no es tan relevante como la diferencia relativa de 100 % en el primer caso y de 0.87 % en el segundo.
El comportamiento logarítmico manifestado en la ley de Weber-Fechner nos da una idea de por qué somos propensos a responder más frente a cantidades pequeñas que frente a cantidades mayores. Nuestra percepción no obedece a una respuesta absoluta, sino que depende mucho de la magnitud de las cantidades que manejamos.
Además de la resiliencia humana, de la psicología y de los efectos políticos y económicos, nuestra respuesta al estado actual de la pandemia se ve afectada por la diferencia entre las percepciones lineales y logarítmicas de las cantidades actuales relacionadas con la pandemia. Estamos prontos a llegar a 30 millones de diagnosticados positivos a nivel mundial y a casi un millón de muertes, pero estamos experimentando un relajamiento de medidas y una respuesta un tanto más casual de la población respecto a la pandemia.
El uso de descripciones matemáticas se vuelve una parte muy importante a la hora de estudiar fenómenos que involucran cantidades grandes en magnitud. El uso de modelos matemáticos nos permite analizar fenómenos de una manera más objetiva, ya que a veces la percepción y la intuición pueden darnos una idea desviada de la realidad.
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