El mundo está viviendo una serie de catástrofes naturales a un ritmo acelerado, lo que hace inevitable que nos preguntemos si esto corresponde a un ciclo natural o si es un fenómeno anormal.
Los desastres naturales tienen efectos sociales importantes, y uno de ellos es la migración. Por ejemplo, las inundaciones provocan que las poblaciones busquen refugio temporal en nuevas áreas o que cambien su lugar de residencia. Esto puede ocurrir en cuestión de días, pero también puede producir efectos permanentes, con lo cual aumenta el número de personas que se ven obligadas a migrar.
Muchos de estos desastres han sido atribuidos a los efectos del cambio climático. Sin embargo, es...
Los desastres naturales tienen efectos sociales importantes, y uno de ellos es la migración. Por ejemplo, las inundaciones provocan que las poblaciones busquen refugio temporal en nuevas áreas o que cambien su lugar de residencia. Esto puede ocurrir en cuestión de días, pero también puede producir efectos permanentes, con lo cual aumenta el número de personas que se ven obligadas a migrar.
Muchos de estos desastres han sido atribuidos a los efectos del cambio climático. Sin embargo, este es un tema debatido porque este tipo de fenómenos solamente pueden ser demostrables a largo plazo. Cualquier cambio sustancial en nuestro planeta tendrá efectos directos con el paso del tiempo y cuando sean de mayor impacto.
Hace 17 años, el químico holandés Paul Crutzen propuso que los efectos de la presencia humana en el planeta habían alcanzado niveles tan altos que se debía definir una nueva era geológica, a la cual llamó Antropoceno. Este concepto nos ayuda a visualizar los efectos de las catástrofes naturales desde una perspectiva social: es cierto que los desastres causados por las fuerzas de la naturaleza son inevitables, pero lo más importante es cómo estos afectan a las sociedades humanas, particularmente el grado en que la misma acción humana intensifica dichos efectos. Por ejemplo, un deslave ocurrido hace 100 años no producía los mismos daños que hoy en día. Y es por ello que los desastres naturales son cada vez más influyentes como causa de migraciones.
Desde el punto de vista de la arqueología se puede estudiar el efecto de los desastres naturales en la antigüedad y su impacto en las sociedades. Ya en un artículo anterior me he referido a la gran migración que sucedió en el territorio del Petén hace 1 200 años. Cientos de miles de personas, si no millones, abandonaron sus hogares, aldeas y ciudades entre 800 y 900 d. C. Atribuir este evento a sequías provocadas por un cambio climático es una explicación que, si bien parece muy bien fundamentada, oculta la complejidad de los procesos de migración. Los datos paleoclimatológicos y arqueológicos más recientes indican que el abandono empezó antes de la catástrofe natural, seguramente por la disrupción de un sistema monárquico que, a pesar de haber funcionado exitosamente por casi un milenio, poco a poco fue mostrando su ineficiencia al responder a las necesidades de una creciente población.
¿Cuál fue entonces el papel que jugó el desastre natural en este colapso? Para responder a esta interrogante hay que tomar en cuenta las variables antropogénicas, ya que el factor determinante no fue el desastre en sí, sino la manera como la sociedad respondió a este, ya sea agravando sus efectos o facilitando su respuesta a través de medios de previsión y de adaptación. Por ejemplo, las ciudades del Petén modificaron su entorno para crear sistemas de captación de agua que dependían en gran parte de su compleja organización sociopolítica, lo que las hizo más vulnerables a la sequía. Mientras tanto, en Yucatán las poblaciones tuvieron sistemas de captación a nivel doméstico, que se adaptaron mejor a tiempos de escasez. Por esta y otras razones, las poblaciones que migraron del Petén a otras regiones ya no regresaron a sus lugares de origen.
Hoy en día el impacto antropogénico se puede ejemplificar con el crecimiento demográfico desordenado, el uso desmesurado de los recursos y la ineficiencia de las autoridades, factores que inciden en que los desastres naturales tengan un efecto mucho más amplificado que antes. También es evidente que este fenómeno sucede a nivel tanto local como mundial, lo que apoya la idea de que vivimos en una nueva era, el Antropoceno, cuando por primera vez es la acción humana, y no la naturaleza, la que va a determinar el futuro del planeta.
Si desea saber más de este tema, lo invito a que asista al IX Coloquio de Antropología y Sociología de la Universidad del Valle de Guatemala, que se llevará a cabo del 4 al 6 de octubre y cuyo eje temático es el Antropoceno.
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