Esta actividad se ve en todo el país, pero está más concentrada en las zonas lluviosas: en los departamentos de San Marcos, Retalhuleu y Quetzaltenango, en el suroeste, y en los de Huehuetenango, Quiché y Alta Verapaz, en las montañas del norte. Como se ha reportado ampliamente, estos proyectos han generado un intenso conflicto social, especialmente en las zonas de mayor población indígena.
Las raíces de estos conflictos giran en torno a aspectos culturales, sociales, económicos y políticos. Los pueblos indígenas están unidos a la tierra de una manera muy profunda, tanto física como espiritual. Las poblaciones están viendo que estos proyectos inundan sus tierras y canalizan en túneles las aguas de sus amados ríos, y ni siquiera se les ha preguntado si están de acuerdo. El famoso caso de la represa de Chixoy en Baja Verapaz, donde se cometieron masacres contra los campesinos que no estaban dispuestos a dar paso a la construcción del proyecto y donde 25 años después la mayoría de las comunidades todavía no tienen servicio eléctrico en sus hogares, solo ha contribuido a endurecer el corazón de las comunidades indígenas en contra de la aceptación de estos proyectos. A su vez, los encargados de estos se aprovechan de la escasez de trabajo para ganar el apoyo de los líderes políticos locales. La corrupción a gran escala que se da en los procesos de autorización de proyectos y de concesión de licencias de construcción degrada aún más el sistema y provoca un resentimiento generalizado.
Los problemas con estos proyectos no se inician ni terminan con la lucha social. Con muchos de ellos hay otros problemas científicos y técnicos. Problemas que pueden fácilmente ocultarse o descartarse durante el curso del proceso de concesión de licencias. En los países más desarrollados, los problemas ambientales son examinados y escrudiñados tanto por el Gobierno como por agencias privadas. Una represa puede causar graves daños al ecosistema aguas arriba y aguas abajo. Muchas especies de peces y de invertebrados se reducirían drásticamente y la ecología de las zonas ribereñas se vería perjudicada irreparablemente. Además de no proporcionar la electricidad que se esperaba, las represas mal diseñadas pueden amenazar seriamente las comunidades aguas abajo en caso de un evento extremo. La construcción de la enorme represa de Chulac fue abandonada a mediados de la década de 1980 luego de que se determinó que una falla geológica corría a través del sitio. Ciertamente se necesitan estudios científicos más rigurosos para todos los proyectos hidroeléctricos en Guatemala.
En algunos casos, sin embargo, otro problema viene a ser prioritario: el patrimonio natural y espiritual que estamos perdiendo. Imagínese Antigua sin el volcán de Agua. Imagínese Panajachel sin el lago de Atitlán. Ahora imagínese Guatemala sin su más escénico y emocionante viaje de aventura por río: el del río Cahabón.
A muchos chapines y turistas les encanta viajar, caminar, nadar y conectarse con la naturaleza. El recorrido por el río Cahabón es el área donde más les gusta hacerlo. Claro, podemos ir a Antigua, a Atitlán e incluso a Tikal, pero, si le preguntan a cualquier persona que ha visitado Semuc Champey dónde está el lugar más hermoso en Guatemala, la respuesta es obvia. El río Cahabón es un ícono único y maravilloso. Nace en el hogar del quetzal, el bosque nuboso, y finaliza como la mayor fuente de agua dulce del lago de Izabal. En su curso serpentea alrededor de Cobán, se sumerge bajo ese tesoro que son las pozas naturales de Semuc Champey y emerge para proporcionar a los turistas un viaje de ensueño en medio de la selva tropical. Allí sigue fluyendo por el valle de Cahabón, pasando por pueblos tradicionales, donde corre alrededor de formaciones de roca caliza, en torno a las cataratas de Chulac, y pasa por la cueva de Semuc Chulac y por aguas termales hasta llegar al puente de Cahaboncito, cerca de Panzós. Luego se une al río Polochic y desemboca en el lago de Izabal, donde sus aguas y sedimentos arrastrados dan vida a Bocas del Polochic, refugio silvestre que abarca uno de los más importantes humedales de agua dulce en Guatemala.
Las aguas del río Cahabón también se han convertido en escenario de una intensa actividad hidroeléctrica. Hasta la fecha, seis represas se han aprobado o construido para aprovechar su caudal. La primera está ubicada río arriba de Cobán; cuatro más, entre San Pedro Carchá y Semuc Champey (y por desgracia destruirían uno de los más impresionantes ríos de montaña de Guatemala), y la última, la más conflictiva de todas, el proyecto Oxec II, en el municipio de Cahabón.
El proyecto Oxec II se ubica en medio del tradicional viaje turístico que se recorre en balsa en tres días de Lanquín a Cahaboncito. Ningún otro río en Centroamérica ofrece la combinación de aguas color turquesa-aguamarina, emocionantes rápidos y una verdadera aventura de varios días. Pero llamarlo un viaje para turistas no es hacerle justicia. Es una expedición donde uno toca la esencia de la selva guatemalteca: un río de colores contrastantes y la enigmática cultura maya-q’eqchi’. Al perder este viaje se les estaría robando a las futuras generaciones de guatemaltecos una experiencia insustituible, que nos pertenece a todos, y se las estaría privando de la oportunidad, a través del río, de conectarse con sus residentes y de entender el profundo vínculo que los une a él. Así pues, al final, el río, en vez de separarnos, nos une a todos.
El proyecto Oxec II fue aprobado apresuradamente en marzo de este año bajo la administración corrupta del presidente de la república Otto Pérez y de su ministro de Energía y Minas, Erick Archila, con el beneplácito del alcalde municipal saliente de Santa María Cahabón, Rubén Darío Rosales. En todo este proceso, las comunidades aledañas nunca fueron consultadas para la aprobación del proyecto y tampoco se realizó un estudio científico riguroso por parte de expertos con conocimiento de la situación ecológica local para determinar el impacto ambiental a los diferentes ecosistemas de la cuenca del río Cahabón. Como tal, este proyecto representa todo lo malo que ahora existe en el manejo del sector hidroeléctrico de Guatemala.
La construcción de la represa Oxec II ya ha comenzado, pero no es demasiado tarde para detener este proyecto ultradañino y ultraconflictivo. Las comunidades afectadas de Santa María Cahabón ya han comenzado a oponerse. Su primer paso fue no reelegir al actual alcalde. Apoyémoslos en su lucha contra el proyecto Oxec II. En conjunto con el Colectivo Madre Selva y sus colaboradores podremos evitar que el río Cahabón sea destruido.
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Área del proyecto Oxec II, en el río Cahabón (de la página de Facebook de la hidroeléctrica).
Otra panorámica de Oxec II.
Roberto Rodas y Gred Schwendinger a orillas del río Cutzulchimá, San Marcos.
* Greg Schwendinger es ingeniero eléctrico, guía de turismo en ríos y autor del libro Mayan Whitewater Guatemala. Roberto Rodas tiene pénsum cerrado en la Facultad de Agronomía de la USAC y es guía de turismo de aventura.
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