Según el origen etimológico: fobia se deriva del griego phobos, que significa miedo, que hace que el individuo se paralice frente a algo que por prejuicio ve como peligro y se refiere a una sensación que puede interferir en las actividades cotidianas de una persona.
En este apartado quisiera desarmar la falsa creencia de que cuando se produce un «crimen de odio» (homicidio con agravante por orientación sexual e identidad de género) hacia una persona, es por homofobia o transfobia. Si hacemos una revisión de los criterios que establece el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5), estos no se cumplen para tal caso. Las fobias causan un deterioro en lo social y laboral de quien las padece, o el «objeto» que produce la situación fóbica siempre provoca miedo o ansiedad inmediata. Porque quienes mueren a causa de crímenes de odio son las personas disidentes de la heteronormatividad, no los ejecutores.
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La palabra homosexualidad se empezó a utilizar a finales del siglo XIX y proviene del prefijo griego homos que significa «igual», y el latín sexus, y se refiere a personas que sienten atracción física y/o emocional hacia otras del mismo sexo/género. La homosexualidad está ligada al concepto de sodomía, en alusión a Sodoma, una ciudad de Canaán, que fue castigada junto a Gomorra, según la Biblia judeocristiana, por actos de lujuria y amor entre personas del mismo sexo. Pero estas prácticas ya existían desde la antigua Roma y eran muy comunes. Por ejemplo, entre los patricios (del latín pater, 494 a. C.) la primera clase social distinguida de Roma, una especie de legisladores, todos hombres, existían las relaciones sexo-afectivas entre ellos, vinculadas a relaciones de poder entre adultos y jóvenes; «El sodomita era un relapso, el homosexual es ahora una especie» elaboraba Foucault.
El filósofo francés Michel Foucault en su trabajo Historia de la sexualidad analiza como, a partir del siglo XVIII, se instaura una era de «represión de la práctica de la sexualidad», y la moral victoriana de la burguesía del siglo XIX impone censura y privilegio conyugal heterosexual. En La voluntad del saber, introduce el concepto de «biopolítica y biopoder» como una manera en que los Estados experimentan técnicas para controlar a las sociedades desde la perspectiva política y disciplinar las corporalidades.
En El uso de los placeres, Foucault analiza la actividad sexual y cómo fue problematizada por los filósofos y los médicos en la cultura griega a partir del siglo IV a.C., pues el acto sexual era bien visto pero el cristianismo empezó a ponerle una carga de culpa, muerte y vergüenza.
Bisexualidad
Etimológicamente bi se refiere a dos y el latín sexualitis a la condición genital que en un principio quiso nombrar a las personas intersexuales, pero luego estos estudios evolucionaron a otros términos.
Richard von Krafft-Ebing fue uno de los primeros sexólogos a finales del siglo XIX que teorizó desde la clínica sobre la bisexualidad, haciendo alusión a la «atracción de una persona hacia ambos sexos», tomando como base las características genitales.
La bisexualidad se ha visto mucho antes del estudio y asignación de la clínica del siglo XIX y las tribus sambia de Papúa, Nueva Guinea, fueron objeto de estudio antropológico, no solo de esta orientación sexual, sino de una amplia posibilidad del disfrute no solo sexogenital sino erótico del placer.
Actualmente, la bisexualidad tiene un estigma que la relaciona a la falta de la definición de una identidad sexual, «culpa» del régimen binario que impone la categorización de los sujetos para permitirles existir.
Lesbianismo o lesbiandad
Para la RAE lesbiana significa «mujer homosexual» y su etimología proviene de la isla Lesbos. El incipiente activismo posdisturbios de Stonewall trajo a la palestra cuestionamientos como el del colectivo de Lesbianas Radicales (Radical Lesbians) que decían que la sexualidad y la identidad son construcciones sociales dentro de una sociedad patriarcal, pero no sabían que sería una aproximación a lo que años después se nombraría como teoría queer.
Fue Monique Wittig una escritora y feminista de origen francés, quien aportó a la teorización del movimiento lesbofeminista y sus postulados sobre la «heterosexualidad como un régimen político».
La activista por los derechos humanos Quiteria Franco habla de que el sufijo «ismos» connota explicaciones científicas y que históricamente se asocia a enfermedades mentales. En este contexto el Grupo por Los Derechos de las Lesbianas, Aireana, propone utilizar este nombre como una forma de jugar con las palabras y las consignas que surgieron durante la Revolución francesa tales como: libertad, igualdad, fraternidad, porque según menciona Franco, si hay fraternidad, puede haber lesbiandad.
Maria José Rosales, una activista guatemalteca, lesbiana y feminista habla de que el lesbianismo es algo que se nombra desde afuera, desde la ciencia u otros sujetos, mientras que lesbiandad es un concepto concebido desde las lesbianas. Habla también de una propuesta política de las mujeres mexicanas llamada Alesbianarte, un término y al mismo tiempo un festival, utilizado como una invitación, que busca romper con el régimen heterosexual.
Desde los textos lésbico-feministas de Monique Wittiq, el movimiento de liberación de lesbianas, viene considerando que las lesbianas no son mujeres, cuestionando la categorización de lo que implica el ser mujer en la sociedad y la división sexual del trabajo.
El género y le trans/vestie/sexual
Es fundamental hablar acerca del género como punto de partida para entender lo femenino y/o lo masculino de las personas y las cosas. Inflexión para sospechar (como nos lo ha enseñado el feminismo) de una regulación disciplinaria social. Viene del latín genus, generis (estirpe, linaje o nacimiento) y se origina de una raíz indoeuropea. Muchas de las palabras se nombraban neutras y fueron mutando hasta tener cargas importantes de binarismo genérico en su semántica.
Para ampliar el concepto, cabe resaltar la figura de John Money, psicólogo y psiconeuroendocrinólogo, conocido por ser pionero en los estudios del género desde el punto de vista clínico. Money trasladó el concepto al campo de la endocrinología, al investigar casos de hermafroditismo, como se le llamaba en esa época (1950) a la intersexualidad. Fue famoso por el caso Reimer, donde intentó demostrar que el género de una persona está regido solamente por la educación que reciben les niñes, un planteamiento absolutista que le costó muchas críticas.
El elemento compositivo trans se refiere a un prefijo de origen latino con variedad del español, comprende o abarca algunas palabras con la significación de «al otro lado de» o «a través de», en especial si la oculta o si hay que atravesarlo o traspasar para llegar hasta ella o en un punto específico, en algunas voces suele usar el prefijo «tras». Se relaciona a las identidades transexuales, transgénero, travestie y no binarias.
Identidad de género
Robert Jesse Stoller, médico y psiquiatra, es conocido por sus investigaciones y conceptualización de la identidad de género desde la clínica. Según Stoller hay tres componentes al momento de formarse la identidad de género: influencias biológicas y hormonales, asignación de sexo en el nacimiento e influencias ambientales y psicológicas. Esta teoría se complementa con lo que el antropólogo Jose Antonio Nieto Piñeroba percibe sobre la transexualidad, siendo esta la suma de factores biológicos, culturales y sociales.
Ser una persona transexual atraviesa la necesidad de adoptar todas las características y canones de belleza físicas asociadas al género con el que la persona se vive, incluyendo la re afirmación genital. Mientras una persona transgénero vive en el género distinto al que se le asignó al nacer, pero cuestiona algunos de sus cánones y estereotipos y puede no sentir la necesidad de una re afirmación genital. La persona travesti solo busca la experiencia erótica de utilizar prendas asignadas al género opuesto en la intimidad, aunque en el Sur de América tiene una resignificación política y es utilizada por todas las mujeres bajo el paraguas del prefijo «trans».
La antropóloga Yolanda Aguilar menciona en su investigación «Usos, Costumbres e Imaginarios De Mujeres Trans – Brecha Social y Estatal» la importancia de esta investigación para crear un acercamiento primario a realidades que necesitan ser enfáticamente humanizadas.
Los crímenes de odio no deben ser justificados por un miedo, ni vistos como una patología que provoca lástima, y los que ejecutan estas aberraciones deben ser castigados.
Aunque en este artículo seguramente me faltará ampliar conceptos y reflexiones dada la naturaleza de lo que se aborda y el formato, menciono algunes autores del siglo XX que han teorizado sobre el género y las identidades trans desde una perspectiva filosófica y social para su profundización: Teresa de Lauretis, Paul Preciado, Judith Butler, Gloria Anzaldúa, Monique Wittiq.
El trabajo más destacado de Wittig fue El pensamiento heterosexual y otros ensayos (1992)
(Yolanda Aguilar, Usos, Costumbres e Imaginarios de Mujeres Trans, 2016)
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