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Nace un hospital y nace un bebé: una historia de corrupción

Pacientes de esta área detallan que al recibir a sus recién nacidos lo hacían en las camillas del hospital y para sentarse solo había una silla plástica.
Un bultito negro se veía en una de las planchas. Esa fue la primera vez que vieron el rostro de su hija. Estaba envuelta en una bolsa negra y en un papel de color café que hacia un ruido desagradable.
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Crónica
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Nace un hospital y nace un bebé: una historia de corrupción

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María y David pensaron que recibirían a su primera hija en un hospital de lujo. Al menos, eso parecía en su fachada. Hoy son padres de una niña fallecida y ni siquiera saben qué ocurrió. El caso, que conmovió a la población, ocurre en el recién estrenado hospital, ejemplo de corrupción en Guatemala.

1. Nace un hospital

Antes de la inauguración del nuevo Hospital de Chimaltenango, los vecinos decían en broma que sería un lujo enfermarse, porque tendrían una atención de primer nivel. El imponente edificio le hacía parecer un hospital de primer mundo, conforme la construcción avanzaba, los vecinos se emocionaban más: por fin servicios médicos dignos, pensaban. Pero estaban muy lejos de la realidad.

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Este hospital tiene su origen en una historia de infancia. Su artífice, el diputado Mynor Mejía, contó que tener un hospital de lujo en Chimaltenango fue una meta que se planteó desde hacía muchos años. En 1970 su madre tuvo un accidente muy grave, un vehículo la arrastró por aproximadamente 150 metros, los médicos le dijeron que no volvería a caminar ni a tener más hijos, sin embargo, Mejía resume lo que ocurrió: «Mi mamá salió caminando del hospital, nací yo y posteriormente mi hermano». La historia marcó su vida: «Algo bueno hizo ella, para que saliera de pie del lugar», piensa.

La madre atribuye su recuperación a Dios. Por eso, cuando Mejía era niño veía a su mamá subirse a los buses a predicar. También se dedicó a predicar en los parques y en la radio. El pequeño se sorprendía de que su madre visitara los días sábados el centro preventivo y los jueves se dirigía el hospital a orar por los enfermos. Él la acompañaba para orar y compartir con los familiares una taza de café y un pan.

El hoy diputado nunca olvidó una frase que su mamá le dijo en una de esas visitas: «Mira hijo, hay que hacer algo por todos ellos». La frase, dice, la tenía en la mente cuando ganó las elecciones, por eso ofreció construir un nuevo hospital.

«Cuando sea grande quiero ayudar a las personas, y tener una iglesia dentro de un hospital», le dijo de niño a su mamá. Los deseos de brindar una salud de mejor calidad a la población, lo llevaron a viajar a Taiwán, en donde logró reunirse con la presidenta Tsai Ing-wen.

«Viajé con mis propios recursos —explica Mejía— al lograr la visita con la mandataria del lugar, pude realizarle mi petición, el anhelo era tener mejores instalaciones para los chimaltecos y las personas del occidente del país», asegura.

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Mejía cuenta que la presidenta Tsai Ing-wen le prometió: «Si ganas la reelección, te apoyo donando las instalaciones del área de salud pública». Mejía agregó que trabajó duro en la campaña electoral para lograr el objetivo, y al reelegirse como diputado, gestionó todo lo relacionado para dar inicio a la construcción.

En febrero de 2023 las grandes instalaciones fueron inauguradas. El diputado Mejía consiguió incluso que dentro del hospital hubiera una pequeña capilla, como siempre soñó. Parecía que el occidente del país sería beneficiado con servicio de salud de alta calidad, en un edificio con lujosos corredores, salas de operación, y muchas áreas debidamente organizadas para atender a cada paciente, sin embargo la inauguración traía una larga sombra de corrupción detrás.

El 15 de marzo de 2023 el Ministerio Público (MP) giró orden de captura al viceministro de hospitales, Gerardo David Hernández García, los allanamientos se realizaron en la misma fecha, donde al no ser encontrado se le designó como prófugo. Únicamente se logró la captura de Luisa Fernanda Villagrán Méndez representante legal de la empresa Voltar Intermedia S.A. y Gerardo Arturo Fuentes Rubio, director del Hospital, acusados de fraude.

Se acusó a Gerardo Hernández de hacer cientos de pequeñas compras a empresas sin experiencia. Finalmente, él se entregó a la justicia en ese mismo mes.

El MP dijo en ese momento que «Gerardo David Hernández García en su calidad de Viceministro de Salud Pública y Asistencia Social y Gerardo Arturo Fuentes Rubio en su calidad de Director del Hospital de Chimaltenango, durante el periodo comprendido del 19 al 30 de diciembre del año 2022, intervinieron en las fases de solicitud de pedido, publicación de oferta electrónica, adjudicación, orden de compra, y pago de los procesos de compra realizados por medio de la Unidad Ejecutora 237 Hospital Nacional de Chimaltenango. Consistente en 770 compras adjudicadas mediante la modalidad de Compra Directa con Oferta Electrónica. Para ello convocaron a una reunión al personal que laboraba en el MSPAS y Hospital Nacional de Chimaltenango que participaría en las diferentes fases del proceso de compra, para darles órdenes y ejercer presión para que realizaran la documentación orientada para adjudicar y pagar las compras a la entidad “Voltar Intermedia Sociedad Anónima”, de la cual es representante legal la sindicada Luisa Fernanda Villagrán Méndez, por la cantidad de Q67,737,291 monto que le fue pagado, sin cumplir con los términos de referencia ofertados, servicio de garantía, sobrevalorando e incumpliendo con la entrega inmediata de 580 equipos los cuales no se localizaron en el Hospital Nacional de Chimaltenango».

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Una parte fundamental del acuerdo con Taiwán era que ellos donarían US$22 millones para la construcción del hospital, pero Guatemala se comprometía a equiparlo. Sin embargo, los pacientes y trabajadores empezaron a especular que el mismo estaba siendo equipado con muebles viejos y equipo inservible, que llegaba del hospital instalado en el Parque de la Industria durante la pandemia.

Después de las capturas, el diputado Mejía publicó un video en donde pidió al pueblo: «No permitamos que una situación como esta empañe la felicidad que tiene hoy el departamento con este gran proyecto», sin embargo, para ese entonces la felicidad ya era cosa del pasado, lo que había era decepción.

Durante la fiscalización de la diputada Evelyn Morataya se dio a conocer que se había realizado una compra de aproximadamente Q70 millones entre los días de Navidad y Año Nuevo, la época en la que casi nadie está prestando atención a lo que ocurre en el estado. Las compras reflejaban sillones de masaje para maternidad, sin embargo, pacientes de esta área detallan que al recibir a sus recién nacidos lo hacían en las camillas del hospital y para sentarse solo había una silla plástica. Los sillones estaban en una bodega, sin uso.

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Se descubrió que el hospital pagó sillones de Q87 mil, mismos que según las investigaciones posteriores en realidad costaban Q8 mil. Se contabilizaron 84 sillones masajeadores, que equivalen a un total de Q7.3 millones.

El 22 de diciembre en el sistema de Guatecompras se verifica un dato importante, tanto los sillones como varios equipos que aparecen en este hallazgo se compraron en las cantidades de menos de Q90 mil esto causa la principal duda.

En una entrevista de Plaza Pública con el diputado Mejía, a quien también se vinculó en el fraude, expresó que se dirigió días después e incluso ha estado pendiente de verificar si existe una denuncia en su contra en el MP, sin embargo afirmó que no existe. «Me presenté para poder dar la cara ante la situación, pero no existe tal denuncia», aseguró.

La población se quejaba por las enormes diferencias entre la oficina de la dirección del hospital y las salas de maternidad. La directora gozaba de una silla ejecutiva, el modular de su secretaria, y dos sillones de color obscuro, cómodos y nuevos, junto a la entrada de su baño privado. Sin embargo, las madres que se recuperaban de la labor de parto utilizaban sillas plásticas, frágiles y desgastadas, mientras los sillones que se compraron para ellas se malgastaban en una bodega.

En una de esas sillas estaba María, esperando a su hija que nunca llegó.

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2. Nace un bebé

El olor de la naturaleza que rodea la alameda de Chimaltenango se siente a toda hora del día, un camino pavimentado con línea amarilla al medio recorre tres kilómetros desde el centro hasta el hospital, un colorido camino, lleno de árboles frondosos y cultivos por doquier.

Se puede escuchar el canto de las aves, cuando no queda opacado por el sonido de las sirenas. Todo cambia, cuando se ingresa al lugar de atención pública. Allí el ambiente es tenso, hay lágrimas en los rostros de las personas y hasta el aire parece más denso.

En ese hospital nació Ángelita, hija de María y David. La bebé no salió con vida. Un caso que indignó a todo el pueblo.

Durante el embarazo, María no presentó ninguna complicación. Lo usual, correr al baño por las náuseas, buscar la silla más cercana porque el suelo se le movía, hacer que su esposo corra en búsqueda de algo ácido, o sentarse bruscamente durante la madrugada, para volver los tendones de las piernas a su lugar.

Los días pasaron y el momento llegó, pero los recursos económicos únicamente permitían que pudiesen acudir al servicio de salud público del hospital de Chimaltenango, en donde un día viernes, la pareja corrió de emergencia, ante las contracciones que empezaba a sufrir la madre.

Al llegar se despidieron sin mediar palabras, mientras las ruedas de una silla recorrían los pasillos con dirección al área de maternidad. Fue la última vez que se vieron antes de convertirse en padres. Como no permitieron que la madre entrara un celular, ya no tuvieron más comunicación.

A pesar de que el hospital es enorme y se contemplaban varias salas de espera, el padre esperó bajo un techo que goteaba por el sereno. Pasó toda la noche allí sin recibir respuestas. Exhausto, decidió volver a casa, para esperar noticias porque nadie podía informarle siquiera si la niña ya había nacido.

Desesperado en casa percibe ronroneos dentro del bolsillo de unos pantalones de lona. Era una llamada, con la única información de: «Traiga pañales de adulto, de bebé, leche de recién nacido y una pacha». «¿Cómo está mi esposa y mi hija?», pregunta el hombre desesperado. «Venga a ventanilla, ahí le darán información», responde la enfermera y cuelga sin darle opción a replicar.

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Agilizó sus pasos, llegó al área de información para entregar el paquete con las cosas que le pidieron. «¿Cómo está mi esposa y mi hija?», preguntó de nuevo, pero no consiguió respuesta, la excusa era que por ser sábado nadie podía informarle.

Nuevamente las agujas del reloj marcan los minutos, cada minuto es una duda, es una esperanza, es una espera interminable. El día siguiente es domingo, y hay horario para las visitas, así que esta vez sí logró ingresar, por fin pudo abrazar a su amada esposa.

María le contó que aún no había visto a la niña, que cuando recién estaba saliendo de la anestesia pidió verla, pero nadie le respondió. Poco después, estando ella todavía adormitada, le pidieron que firmara un papel, lo hizo sin leer y sin tener claro qué estaba ocurriendo. Al estar más consciente empezó a preguntar. Tampoco le daban información.

Todo apuntaba a que por ser fin de semana no estaban las personas autorizadas de brindar la información, ella siempre quiso tener comunicación con su esposo pero no tenía cómo, ya que no permiten celulares. Las enfermeras o personal que sí tenía, no le prestó una llamada, le dijeron que no había cobertura en esa zona.

María y David, recorrieron los pasillos del hospital hasta llegar a un cuarto frío donde se observan planchas de metal, lamentablemente allí reciben la mala noticia: su bebé falleció. Un bultito negro se veía en una de las planchas. Esa fue la primera vez que vieron el rostro de su hija. Estaba envuelta en una bolsa negra y en un papel de color café que hacia un ruido desagradable. «Debió ser envuelta en una frazadita», reclamaba la familia, «cómo puede ser posible un acto tan inhumano», lamentaban. 

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El padre relató que sintió un frío muy intenso en su cuerpo, su mente estaba nublada, apenas hacía una hora le había dicho que estaba viva. No había ninguna explicación, nadie le dijo qué ocurrió.

David piensa que la niña murió mucho antes, porque cuando la cargó estaba congelada, piensa que es imposible que un cuerpo pudiese congelarse en tan poco tiempo, pero nunca le informaron, esta fue una de las preguntas que hasta hoy en día, no tiene respuesta.

El último adiós se lo dio en una cajita blanca, símbolo de pureza, donde se irían miles de momentos. Fue uno de los primeros nacimientos en el nuevo hospital de Chimaltenango.

Esta historia conmovió a la población, pero también la indignó, las preguntas más mencionadas eran: ¿Cómo es posible que no den información? ¿Por qué no dejaban que ingresara a visitar a su bebé y esposa? ¿Por qué era tan limitada la información al ser fin de semana?

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David Che, chimalteco, es otro de los vecinos que le teme al hospital. Tiene tres pequeñas hijas, las cuales reciben atención privada al momento de tener una complicación en la salud, pero esto no lo hace porque su bolsillo se lo permita, lo hace porque teme por el bienestar de sus niñas.

Hace poco sufrió un accidente en su automóvil, y una de sus hijas se quejaba de dolor, prefirió acudir a un centro hospitalario privado, antes que pisar el temido hospital público, a pesar de que le quedaba de camino. «Fue preferible manejar unos kilómetros más, antes que arriesgarme», dice.

El diputado Pablo Cifuentes electo en las pasadas elecciones y ahora integrante de la Comisión de Salud, dio a conocer que tienen estimado un rubro de 50 quetzales por paciente, y esto es una cifra que no permite que se pueda brindar una buena atención, ni los medicamentos que las personas necesiten.

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Este texto fue elaborado como parte del Programa de Formación Dual de Plaza Pública dirigido a jóvenes periodistas.

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