En fin, esta es una época en la cual se acabó el tiempo que se tenía para ordenar los grandes temas que deberían ocuparnos como sociedad y empezar a priorizar y solucionar los problemas que nos aquejan y que nos han llevado al borde del precipicio en casi todos los órdenes importantes de la vida nacional. Hay que tomar en cuenta que las manifestaciones de la crisis se han agudizado durante la primera década de este siglo y que al surgir estas se han formulado distintos planteamientos para poder darles solución. Lo que quiero decir es que no se parte de cero en la mayoría de los casos por abordar cuando nos referimos a la materia prima para formular planteamientos.
Entonces, si tenemos alguna materia prima de calidad para abordar los temas nacionales, faltaría crear una agenda alineada a la nueva situación, con prioridades y períodos de tiempo racionales, para cuando menos detener la caída sostenida de la situación. Este trabajo técnico existente, y en latencia hasta el momento, estaría dando entonces un primer paso para saltar la gran valla que se tiene enfrente y que es de grandes dimensiones: una acción política que le dé salida a una renovada visión de construcción del país.
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Existe más de una carencia práctica para crear esta salida política. La más visible es que no tenemos un sistema de partidos políticos que posibilite sostener un espacio de diálogo que a su vez permita grandes acuerdos que se manifiesten en las acciones de las instituciones. Luego, como antecedente o corolario, y dependiendo del ángulo desde el cual se vea, también existe la ausencia de una clase política si no comprometida, cuando menos preparada en materias de Estado y sin llegar a ser pura y casta, mucho menos ligada a intereses acordes a los negocios ilegítimos con el mismo Estado.
De una forma u otra, es imperativo iniciar un proceso de reforma del Estado. En un inicio, se deben restablecer los sistemas vitales para el funcionamiento del aparato estatal y se debe tener la capacidad para vislumbrar una ruta que incluya la creación y la implementación de políticas públicas en áreas hasta el momento ignoradas intencional o accidentalmente, por ejemplo una visión estratégica en materia demográfica o una política explícita sobre la movilidad humana y la atención al migrante. Asimismo, existen algunas políticas que, aparte de que no son implementadas, necesitan ser repensadas a la luz de nuevas condiciones y de cambios en el entorno. Acá, en estas pueden incluirse también, a manera de ejemplo, aquellas que se refieren al desarrollo rural y al urbano.
La tarea inmediata es fortalecer y crear foros de discusión y de acuerdo que tendrán que moverse en la agenda política. Habrá que identificar motivadores de alto impacto que lleven a líderes que también se mantienen en latencia a aportar ideas y a participar en acciones que permitan reformar y hacer arrancar al Estado con una visión renovada y un rumbo claro.
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