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La trabajadora de la maquila

Las dos hijas maquileras han cambiado tremendamente ahora que ganan dinero y disponen a su antojo de él.
Aun sin horas extras, la jornada dedicada al trabajo es muy larga, de 6 a 6, para las trabajadoras de comunidades semi rurales que gastan entre dos y tres horas diarias en el transporte.
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La trabajadora de la maquila

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“Mi vida se está acabando. Así somos a los 80 años. Como un sol que se pone, pero antes de hundirse en la oscuridad, se hace más rojo”, dice Ricardo Falla al inicio del primer volumen de "Al atardecer de la vida...", su libro más reciente. Éste es uno de los textos recopilados, del 2000, perteneciente a la que el antropólogo y sacerdote jesuita llama "la quinta etapa de mi vida", alejado del mundo indígena y cercano a historias urbanas globalizadas. Lejos ya del Ixcán y de la tesis doctoral "Quiché rebelde", Falla empieza a buscar explicaciones a la violencia, la juventud, al fenómeno de las pandillas y, como en este texto, los cambios laborales y sociales provocados por las maquilas.

Comenzamos este primer rostro con la trabajadora de la maquila en la costa atlántica de Honduras. Originaria de una comunidad campesina, se acerca todos los días a la fábrica. Se produce un cambio cultural muy grande en su vida, la vida de la familia y la de la comunidad.

Cifras

Se calcula que en toda Centroamérica, en 1996, hay un cuarto de millón de personas que trabajan en la industria textil de la maquila, la mayoría jóvenes (OIT 1997). “Este grupo de trabajadores debe representar aproximadamente de un 25 a un 30 por ciento de la mano de obra empleada en la industria y registrada como tal”. De ese total, la mayoría son mujeres. Honduras es el país de CA que tiene más obreros y obreras de la maquila. A continuación veamos el rostro de una joven trabajadora que vive en una aldea rural de El Progreso y trabaja en una fábrica de esta ciudad del norte de Honduras.

Rostro concreto

Socorro Socorro es soltera y tiene 24 años.Vive en una comunidad agrícola del Valle de Sula en Honduras, formada hace 50 años por inmigrantes de Lempira, departamento muy pobre.Vive con sus papás y tres hermanas. Su hogar está como subdividido en cuatro munditos de preocupaciones muy distintas. El del papá que cultiva granos básicos para el consumo y para la venta (en especial arroz), que cultiva plátano y palma africana. El de la mamá, con pequeños ingresos de la venta de refrescos, preocupada por mejorar la casa con las ganancias del marido y de las hijas maquileras y dedicada de cuerpo y alma a los círculos carismáticos de la aldea. El de las dos hijas mayores que salen de su casa a las 6 de la mañana y vuelven a las 6 de la tarde y trabajan en la maquila, aunque en fábricas distintas.Y el de las dos hijas adolescentes que se quedan en casa, la primera asistiendo a una academia local de costura en preparación para la maquila y la segunda haciendo mandados. Ambas ayudan a la mamá en los oficios domésticos.

Las dos hijas maquileras han cambiado tremendamente ahora que ganan dinero y disponen a su antojo de él. Compran en la ciudad de Progreso los artículos de la canasta básica de la casa, electrodomésticos y muebles sacados a crédito y vestidos, cremas y perfumes. No ahorran nada, a pesar de que su madre les insiste que lo hagan. Sólo les gusta la diversión, el baile, la música y pasar el momento. Aun el trabajo (el ambiente en la fábrica, las risas en el bus...) tiene cierto estilo de diversión e incon- ciencia. En contraste con su madre, no les interesa para nada la Iglesia. No asisten a las celebraciones y, si por ellas fuera, se harían evangélicas. Así como con su madre tienen tensiones por no ahorrar y en el caso de Socorro, por los novios que ha tenido, con su callado padre tienen una relación muy tierna. La madre, sin embargo, no les recrimina por su modo de vestir.

La abuela paterna, sí. La mamá las deja en libertad para salir, como ella misma ha conquistado su libertad para salir a reuniones sin pedir permiso al esposo. La madre, el centro cohesionador del hogar, sabe defender a las hijas afuera, cosa que ni soñar del papá. Por ejemplo, cuando Socorro se enfermó y pidió sus prestaciones en la maquila arguyendo que se trataba de una enfermedad laboral, la madre, no el sindicato, fue a pelear con el jefe de personal de la maquila y logró de éste, el pago de una parte de las prestaciones. Socorro, en cambio, temblaba ante el jefe y de sólo acordarse de su mirada, se le erizan los pelos.

Derechos Humanos

La maquila es una fuente de empleo para la juventud, especialmente la juventud femenina, y es una fuente de ingresos para el hogar y de divisas para los países de CA. Sin embargo, trae muchos inconvenientes y muchas violaciones a los DH. Enumeremos algunos para ver la problemática general, teniendo en cuenta que hay maquilas que son muy explotadoras y otras que son más decentes.

a) Es un sistema de trabajo en serie, muchas veces literalmente contra reloj (con track timer dicen, es decir, con cronómetro), para el que la juventud no está acostumbrada. Las jóvenes se convierten en una rueda de una máquina que no se puede parar, incluso ni para dejarlas ir al baño, a veces.

b) Se da mucho trabajo infantil, con papeles prestados. Uno de los principales problemas del trabajo infantil, según la visión local, no es tanto que los niños dejen de jugar o se sometan a trabajos duros, sino que a muy temprana edad comienzan a disponer de dinero y con ello tienen un grado de libertad que no saben manejar.

c) El trabajo encerrado, tedioso y en circunstancias nocivas para la salud genera muchas enfermedades sicológicas con efectos somáticos (desmayos colectivos...) y enfermedades reales (por efecto del tamo).

d) Generalmente las fábricas exigen la disponibilidad de hacer horas extras hasta las 9 ó 10 de la noche para sacar los pedidos de las firmas extranjeras. A veces, se asignan las horas extras como castigo. En general, esta disponibilidad es aceptada por las y los trabajadores por el deseo de ganar más y más. Las horas extras hacen más problemática la vuelta a casa de las trabajadoras de comunidades semi rurales, como la de Socorro, aunque la empresa las lleve en pailas (camioncitos).

e) Aun sin horas extras, la jornada dedicada al trabajo es muy larga, de 6 a 6, para las trabajadoras de comunidades semi rurales que gastan entre dos y tres horas diarias en el transporte.

f) La maquila es un sistema que combina la dinámica capitalista con la cultura patriarcal y machista tradicional de Centroamérica. Por eso, utiliza a muchachas jóvenes, acostumbradas a la dominación masculina, dóciles y calladas, colocán- dolas en un sistema jerárquico de disciplina bajo las órdenes de un varón, el cual a veces utiliza amenazas verbales e insultos para humillar a la trabajadora y hacerla llorar. Si se afirma que las jóvenes se liberan de la cárcel del hogar para trabajar en la fábrica, hay que ver que caen en otro gran sistema de control que utiliza el mismo mecanismo masculino sobre la mujer.

g) La estrategia de organización de la fábrica descansa sobre la exclusión del sindicato y esta estrategia está apoyada por el Estado y los capitalistas locales para no ahu- yentar la inversión extranjera. Si en algún caso se logra organizar un sindicato, el jefe de personal acude a amenazas y despidos de las sindicalizadas o a la formación de un grupo antisindical paralelo con operarias nuevas y busca la intervención de los militares para impedir huelgas o tomas de la entrada del parque industrial.

h) El sistema de la maquila tiene un carácter de temporalidad e impide la formación de la conciencia obrera. Así como las fábricas son golondrinas que fácilmente le- vantan el vuelo y abandonan el país, así también las trabajadoras son ellas mismas golondrinas, que no piensan en estar allí para toda la vida. Es un trabajo que rara vez pasa el límite de los 7 años. Es transitorio. Es supletorio. No se compara con el trabajo femenino, por ejemplo, de las empacadoras en las bananeras.

Sindicatos

¿Son los sindicatos el instrumento para liberar a estas trabajadoras o mejorar su situación laboral? La problemática de los sindicatos es la siguiente:

a) Hay poquísimos sindicatos y casi todos son de papel. Como dijimos, el Estado no los favorece y existe una serie de tropiezos legales para organizarlos.

b) El impulso organizativo de los poquísimos sindicatos combativos proviene de centrales obreras con dirección y métodos masculinos, cuyas intenciones por mejorar las circunstancias laborales se mezclan con el proselitismo para ampliar su cobertura y mejorar la propia economía del sindicato. No suelen dejar hablar a las operarias para que la organización nazca de la base. Por otro lado, eso es difícil, porque los/as trabajadores son jóvenes sin experiencia y sin intención de permanecer toda una vida en la fábrica. A veces el impulso viene también de organizaciones obreras norteamericanas, de cuyas intenciones se puede dudar, pues parecería que lo que desean es conservar el empleo en los EE.UU.

c) Las acciones pueden ser suaves o fuertes. Una suave es la resistencia a firmar papeles sin testigo. Otra, ponerse listones o rótulos, sin abrir la boca. Ésta incomoda mucho a la dirección. Las acciones pueden subir de grado: todas las trabajadoras se levantan de sus máquinas y hacen un paro por un rato. Para dar ese paso, ayudan a romper el hielo los trabajadores varones, que tienen menos vergüenza. Una acción muy fuerte es la huelga y la más fuerte es la toma de la puerta del parque industrial, para impedir que entren trabajadoras a las otras fábricas del parque que no tienen sindicato. Ésta puede resultar contraprodu- cente, si esas trabajadoras no simpatizan con la causa.

d) Los movimientos de las trabajadoras son a veces apoyados por periodistas independientes, medios de comunicación de la Iglesia, gente de Derechos Humanos, etc., una pléyade de gente que simpatiza con las trabajadoras. El inconveniente es que apoyan y fácilmente se convierten en dirigentes, pues el sindicato carece de fuerza o la central sindical no se aparece cuando se le necesita. Se da un gran desorden que peligra en dañar a las trabajadoras, con un despido que no daña a los que apoyan, pero sí a ellas.

e) Estos movimientos, a veces desordenados, dejan, sin embargo, una mezcla de miedo y emoción en el recuerdo de las jóvenes trabajadoras.

Se va formando así un tesoro colectivo que no sabemos adónde conducirá. Agradecen que la Iglesia esté presente en esos momentos de lucha. 3. Cambios culturales de las jóvenes Estos cambios tienen sus luces y sombras.

a) Lo primero y fundamental es que manejan su propio dinero. Esto les da un empoderamiento (temporal) frente a sus padres. El hogar abre sus rejas y ellas salen de este encierro que a veces se les hace asfixiante a las jóvenes campesinas que ya miran por la ventana las luces y colores del mundo de fuera.Tienen decisión sobre sus vidas en muchas cosas que se relacionan con el uso del dinero. Pero caen en el círculo vicioso del dinero que ejerce una fuerza descomunal, a través del consu-mismo, pues no están acostumbradas a manejarlo. De allí que no ahorren, todo se lo gastan en la quincena, o se endeudan para pagar aparatos de sonido y televisores a intereses muy altos. El pleito constante de la madre con ellas es que contribuyan al hogar, lo cual casi siempre se cumple, y que ahorren.

b) Se da una constelación de estilos de vida que adaptan a la joven a la vida urbana pero que chocan en la comunidad campesina, hasta que se forma un grupo grande que los comparte: el tipo de vestido corto y escotado, los zapatos, el peinado, las cremas y perfumes. Estos estilos van unidos a formas de divertirse, especialmente los bailes y la música. Cuando la identidad urbana es más fuerte, la afición las lleva a las discotecas, a noviazgos externos a la comunidad, a embarazos prematuros, a libertad sexual que se cuela en el ambiente de la fábrica con una fuerza mayor que los perfumes baratos. Se fortalecen los gustos urbanos de la modernidad con la televisión que se lleva a casa, no tanto para ver noticias, cuanto las famosas telenovelas. Se fortalece el intimismo de la juventud moderna con la música y la manera de oírla en privado, encerrada la joven en un cuarto. Su mundo es suyo y no tiene por qué conocerlo nadie de la casa. De allí se fortalece la libertad en la elección del novio, la cual adolece de consumismo del amor, sólo pensando en el momento y en sacarle el mayor gusto a ese momento, sin pensar en la estabilidad del matrimonio, ni averiguar si el novio tiene, por ejemplo, otra mujer e hijos.Ya no se pide permiso para hablar con un novio, ni este pide permiso para entrar en la casa a verla a ella. Sin embargo, el hogar campesino ejerce sobre ella el influjo de la reflexión, el cual es tanto más fuerte, si la joven heredará un pedazo de tierra.Todo este mundo cultural no puede dejar de ser un reto para nosotros.

Cambio dentro de los hogares

La joven trabajadora, especialmente la que viaja todos los días a su trabajo desde la comunidad semi rural, introduce una serie de cambios culturales dentro del hogar, algunos buenos y otros no tanto.

a) Lo primero, ella trae cosas que compra con su salario o hace posibles me- joras en la casa con el ingreso de sus padres que no tiene que dedicarse a otras necesidades cubiertas por ella. Ella suele comprar las cosas de la canasta básica, como azúcar, jabón, manteca, espaguetis... todo lo que no se produce en el campo. A veces, compra alimentos novedosos. La dieta va cambiando insensiblemente de acuerdo al mercado y los gustos del hogar, no sólo los de ella, se van desplazando hacia la dependencia de afuera. Gra-cias a ella se mejora la casa: ya no una champa insegura, sino una casa de bloque con candado. Se gana en seguridad, pero también en desconfianza de la comunidad. Se mete el agua potable de la pila de fuera a la casa. La madre ya no tiene que salir a lavar bajo la lluvia. Se hacen nuevos cuartos. Se hace posible la vivencia de privacidad ya mencionado arriba. Se hace sala. Ella compra muebles. Se pone la televisión en el centro.Ya se pueden tener visitas dentro de la casa. No tiene ella que encontrar al novio en la esquina de la calle. Pueden entrar vecinos, primas y parientes, a ver la novela. No todo es privacidad. Se comparte el medio de comunicación y el chorro de ideas, imágenes, estilos del mundo consumista, se desborda a más gente.Y así, un mundo de detalles todos ligados entre sí, que abren el hogar al consumo de productos hechos fuera.

b) Se cambia la estructura del hogar porque aunque todos en el hogar aportan con su propio trabajo o su dinero, se va dando un fraccionamiento de economías y un fraccionamiento de mundos. El papá con sus ingresos del campo. La mamá con sus ingresos del pequeño comercio. Las hijas maquileras con su propio salario. Y hasta las hijas menores, que están en la casa, con dinero que las mayores les dan para hacerles servicios, como lavarles la ropa. Dentro del hogar se forman mundos separados y unos no saben de los otros. El papá no cuenta de su trabajo en el campo. La mamá sólo pensando en la iglesia y a nadie le interesa. Las maquileras, con su propio dialecto ininteligible para los adultos. Y las menores, susurrando entre sí cosas que la madre sólo adivina. El hogar parece que se va fraccionando por las economías separadas, aunque estén unidas en una sola responsabilidad.

c) Las hijas maquileras tienen más poder ante sus padres y ganan en liderazgo frente a sus hermanas menores. Ese liderazgo las lleva tarde o temprano a la maquila. Ellas pagan la academia de corte y confección, que es como una preparación más simbólica que real para la maquila. Ellas les transmiten la motivación por el trabajo y la desmotivación por el estudio (pocas maquilas dan posibilidad de estudio nocturno). Ellas les enseñan a bailar. Ellas les dan ejemplo del perfume y el vestido que se debe usar, y así sucesivamente. Por eso, en las maquilas suele haber muchas mujeres que son hermanas, primas y vecinas. Una lleva a la otra.

Cambio dentro de las comunidades

a) Las comunidades que más cambian son aquéllas de donde en la mañana salen las jóvenes a trabajar y vuelven en la noche. Las que envían permanentemente a sus hijas a las ciudades cambian más lentamente, por la ausencia de ellas. En las primeras, las jóvenes cambian menos. En las segundas cambian más, pues se urbanizan y pierden con más facilidad la identidad con el hogar y la comunidad campesina.

b) Al primer tipo de comunidades le sucede lo que al hogar: se va fraccionando en mundos distintos. El de los trabajadores agrícolas, el de las mujeres adultas que se reúnen en la iglesia, el de las maquileras que hacen grupos en las calles y se juntan en el baile, etc. Las comunidades se van haciendo menos agrícolas y más diversificadas. Se van haciendo semiurbanas, aunque estén enclavadas entre potreros, siembras de palma y arrozales. Obviamente, el trabajo de las jóvenes de fábricas no es el único influjo urbano, aunque sí es el más típico de empoderamiento femenino.

La religión

a) La fábrica no produce religiosidad. Está orientada a producir ropa en el me- nor tiempo posible. Para eso no hace falta la ayuda de Dios. Para eso está el reloj, la computadora, el cálculo frío. Si se pone música religiosa de fondo, las trabajadoras se dan cuenta que es para que ellas produzcan más, no para clamar la ayuda de Dios. La comunidad campesina y agrícola y el hogar sí producen religiosidad, pues están atravesadas por crisis incontrolables por la mente humana, la principal de ellas, la muerte. La pérdida de identidad con la comunidad a favor de la identidad con la fábrica y el mundo social que genera, conduce a una pérdida del sentimiento y de la práctica religiosa. No se puede recuperar la religiosidad sino cuando se termina la juventud (algunas, tal vez ya no la recuperen).

b) Esa juventud necesita de cierta crisis para desenmascarar la superficialidad del mundo ilusorio que fabrica el dinero. La primera crisis es convertirse en madre, frecuentemente madre soltera, con el primer hijo. El desengaño amoroso suele acompañar esta primera crisis.Allí nace de vuelta el pensamiento en Dios, pues se experimenta la impotencia. El dinero no puede resolver esos problemas vitales. El dinero se muestra insuficiente. El dinero no puede ser Dios. Siendo madre, experimenta la necesidad de su propia madre, por ejemplo, para cuidar a su hijo o hija, y la necesidad de ahorrar y trabajar, ya no para el consumismo, sino para esa nueva finalidad que se le ha impuesto en la vida, que es criar al hijo/a. Después llegará el momento en que la joven madre, cansada, deje de trabajar en la fábrica, luche por sus prestaciones, para lo cual el sindicato no la ayudará, y descanse. Tal vez luego busca otra salida, como puede ser un co- mercio o el salto a los EE.UU.

c) En las comunidades está muy arraigada la creencia en el diablo y la brujería. Esa creencia protege a la comunidad y es una creencia religiosa, porque Dios es el señor de la comunidad (a través de santos o directamente). El diablo rompe la igualdad y el equilibrio comunitario dando dinero a cambio de que la persona se le entregue. Una forma de dar dinero es a través de sueños indicando el número de lotería. El negocio crece. El crecimiento sin control moral lleva a vender cervezas, a fomentar el trago y el desenfreno sexual. Entonces, un hombre se le presenta a la dueña del negocio y quiere que se le entregue sexualmente. O el marido cae en manos de otra mujer. El diablo está operando desquiciando ese hogar, aunque esté ganando dinero, y desqui- ciando el equilibrio y la salud de la comunidad. El diablo pide la vida humana, la sangre, y se muere una criatura de la familia. Entra la crisis, la reflexión y el hogar decide, por ejemplo, no vender cerveza más y arreglar las relacio- nes extramatrimoniales. En ese momento, se rompe el pacto con el diablo y viene el fracaso económico. La trucha (tiendecita) se hunde. Pero vuelve a reinar la paz. Este esquema que está vivo en la mente de los miembros de la comunidad es conocido por la hija maquilera. No le da importancia hasta que no comienza a sentir las crisis y entonces comienza a hablar del diablo, medio creyendo, medio no creyendo. Si esta joven, después de abandonar el trabajo en la maquila es recuperada por la comunidad, probablemente creerá firmemente en el diablo (aunque sabemos que creer en el diablo no es lo mismo que ¡creer! en Dios). (La brujería probablemente se desarrolla más en contextos urbanos y el mal actúa en esa lucha de todos contra todos en que falta la comunidad).

d) La verdadera experiencia de Dios nace, como en la madre de Socorro, de la crisis en que ella siente profundamente que Dios es “mi Padre”, se siente amada y liberada de miedos, no sólo del diablo, sino del esposo y de la gente que la rodea, y se le suelta la lengua para alabar a Dios y para defender a su hija ante el jefe de personal, ya que el sindicato no lucha por prestaciones. Esa experiencia se hace comunitaria en los círculos carismáticos. Sola, no encontraría cauce. Pero no tiene mecanismos comunitarios para enganchar a las jóvenes con formas más atractivas que la música y la soltura de los evangélicos. El único mecanismo para atraer a la todavía indiferente Socorro es el ejemplo de su madre, a quien Socorro ve que un espíritu de libertad y valentía la ha movido para hablar por ella y nunca quedarse callada ante el jefe de personal, mientras ella, Socorro, le tiene un miedo aparentemente invencible.

Por dónde van los retos pastorales

a) La atracción a la Iglesia de esas jóvenes en las comunidades de residencia, ru- rales o urbanas, para que no pierdan la referencia a la Iglesia. Les gusta cantar, divertirse entre jóvenes, las celebraciones alegres... Ellas están cansadas del trabajo semanal.Tienen poco tiempo. No se les puede poner a estudios serios y aburridos.

b) Hacerles participar en grupos de jóvenes maquileras para reconocer sus dere- chos y experimentar que tienen derecho de luchar. Todo en ambiente festivo. Y lo clave es que vayan desarrollando la capacidad de hablar. Por eso, no es darles charlas, sino hacerlas hablar.

c) El apoyo a las luchas de estas mujeres en los momentos de crisis, como huelgas, etc., para que experimenten que la Iglesia está con ellas y que Dios las ama y está presente en su mundo.

d) Nexos trasnacionales y redes nacionales, difíciles de mantener, como el Mo- nitoreo Independiente.

Es un reto entrar al mundo de las auditorías sociales a base de códigos de conducta mediante los cuales se verifica que el producto (ropa) está libre de explotación ante los consumidores del Primer Mundo. Ésta es una línea de la solidaridad internacional que quedó desorganizada al terminar las guerras centroamericanas. Es un reto pensar cómo se puede reorganizar de una manera sistemática. El Padre General de la Compañía de Jesús con frecuencia nos ha dicho que no utilizamos todo su poder internacional en favor de los pobres. Las luchas, en esta etapa de globalización, ya no se resuelven sólo en el patio de la fábrica. Hay que acudir a los consumidores de las naciones más poderosas del mundo e influir a través de ellos en las grandes firmas, para que mejoren las situaciones laborales de nuestros países. La voz débil de las mujeres trabajadoras de la maquila ha tenido una repercusión fuerte en esos países. 

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