El equipo de gobierno entrante no da pie con bola. Que si el perfil de la comisión de transición es sumamente débil, que el plagio de su coordinador del área económica, que la ausencia del vicepresidente Cabrera en el proceso de transición (a pesar de que a la hora de la verdad la pacaya técnica recaerá en él), que los cuestionables en su propia bancada (ese es el golpe mayor, ya que de los primeros se podrá deshacer en cualquier momento, pero de esos últimos no). Y eso que no lleva ni dos se...
El equipo de gobierno entrante no da pie con bola. Que si el perfil de la comisión de transición es sumamente débil, que el plagio de su coordinador del área económica, que la ausencia del vicepresidente Cabrera en el proceso de transición (a pesar de que a la hora de la verdad la pacaya técnica recaerá en él), que los cuestionables en su propia bancada (ese es el golpe mayor, ya que de los primeros se podrá deshacer en cualquier momento, pero de esos últimos no). Y eso que no lleva ni dos semanas de haber pasado a la segunda vuelta. Pero lo peor no son esos hallazgos, sino las respuestas del líder del grupo. Evadir, minimizar, cuestionar las evidentes pruebas e incluso salir por la puerta de atrás representan una lamentable carta de presentación. Lluvia de apremios que le dicen y serias dificultades para asumir, encarar y manejar lo que dentro de unas semanas será más tupido.
Quienes hace unos días se regocijaban ahora se la estarán pensando tres veces. Está visto que, desde diversos frentes, no habrá luna de miel ni por asomo. El escrutinio público será desenfrenado y sin anestesia. Los sectores incondicionales estarán repasando alternativas. Saben que, si las piezas de rápido recambio comienzan a hacer agua, tendrán el chance de proponer cuadros de mayor talante. Desde esa perspectiva, hasta se ve apetecible eso de quemar fusibles para que se instalen repuestos de mejor calidad, que obedezcan a quienes corresponde o no, a los falsos o imaginarios líderes que más temprano que tarde sucumbirán ante la alfombra roja, a las roscas, a los hueseros y a toda una gama de achichincles y charlatanes que se pierden en las formas mientras los fondos se gestan en el cuarto de al lado.
Del lado de los críticos, el dilema está entre seguir con la línea actual, que no deja santo parado y que igual cuestiona las metidas de pata, los comentarios, los argumentos que más parecen arrebatos de novatos o los calcetines que no van con la ocasión, o bien tomar distancia del festín y arremeter contra los desmanes torales, los errores sustantivos, los arreglos y contubernios que se gestarán debajo de la mesa o encima de ella. Es hora de la escogencia para que los puntos sobre las íes tengan relevancia y marquen distancia de la agenda de los hechos que, tal parece, serán comunes y cotidianos.
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