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Tenemos derecho a cuidarnos y a un espacio para sanar

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Tenemos derecho a cuidarnos y a un espacio para sanar

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¿Por qué denunciamos? ¿Qué esperamos? ¿Qué necesitamos? ¿Es esta la solución? ¿Qué haremos después? ¿Hay algún método mejor? Interrogantes nos sobran, pero motivos para actuar antes de tener todas las respuestas, también. Sentarnos a esperar a que nos protejan ya no es opción. Menos con un Estado que quema niñas, una policía que acosa, un Ministerio Público que revictimiza y hombres cercanos que violentan. Ante los continuos y diversos abusos en cada ámbito y etapa de nuestra vida decidimos cuidarnos entre nosotras, a las que están y a las que vienen.

Un sistema patriarcal es el que perpetúa la idea de que el hombre está por encima de la mujer. Es el que permite que nos cosifiquen, que nos vean como una posesión más. Por eso les es tan fácil manipular a su gusto nuestros cuerpos y mentes, porque no reconocen nuestra autonomía. A veces nosotras tampoco. Pero eso está cambiando.

Hoy estamos más conscientes de los abusos que toleramos. Podemos nombrarlos y, entonces, soltar, liberarnos. Antes no pudimos defendernos, no teníamos herramientas suficientes para hacerlo. Ni siquiera sabíamos que había algo de lo cual protegernos. Ahora reconocemos la violencia en nuestras vivencias y queremos ahorrársela a las generaciones que vienen. Y lo podemos hacer. Lo hacemos.

Denunciar no es dejarle la responsabilidad completa al denunciado. Implica aceptar que fuimos vulneradas. Nos asumimos víctimas, y eso nunca es sencillo, requiere coraje y mucha fuerza. Alzar la voz es levantar con ambos brazos el peso que llevamos en la espalda y que nos impide avanzar. Es hacernos cargo de lo que nos pasó, en lugar de permitir que nos maneje. Es reapropiarnos de la narrativa de nuestras historias.

Contar nuestro testimonio, aunque no sea la primera vez, suele ser duro, ya que muchas veces nos hace revivir momentos muy oscuros, pero es importante hacerlo. Así que decidimos crear un espacio seguro donde no se revictimice, no se cuestione y se dañe más. Un lugar donde nuestro bienestar sea la prioridad, donde encontremos apoyo y nos crean. Es un espacio para sanar.

¿Por qué es importante contar mi historia? ¿Por qué no puedo simplemente decir el nombre de mi abusador? No sentirnos listas para contar nuestras historias es totalmente válido, es un proceso personal y una decisión propia. El problema radica en que, al no contarla o hacerlo a medias, no estamos reapropiándonos de la narrativa, sino dejándola en manos de todes les demás. Así corremos el riesgo de revictimizarnos y retroceder en nuestro proceso de sanación. Es importante denunciar de la manera más responsable posible. No se lo debes a los demás, te lo debes a ti.

La historia importa mucho más que el nombre del abusador porque, aunque puede repetir el abuso, como él hay miles más. Advertirnos sobre un hombre específico nos salva de él, lo que es bastante, pero la historia nos salva de muchos más que replican esas actitudes. Nos ayuda a reconocer patrones de abuso. Por eso en YoTeCuidoGt decidimos compartir testimonios, a veces con el nombre de quien denuncia, otras con el nombre del abusador y otras sin mencionarlos, lo que la denunciante prefiera y la haga sentir cómoda.

¿Pero cómo le llaman abusador así tan a la ligera? Quien decide si lo que le ocurrió es abuso es la persona que lo vivió. Es la única que tiene derecho a nombrar su experiencia.  No somos nosotrxs quienes decidimos. A quien es señalado solo le queda escuchar, asumir responsabilidad por lo que ha hecho sentir e intentar reparar. Y a nosotrxs nos toca escuchar y acompañar.

Muchxs pensarán que no es justo que todos los abusos vayan en la misma mesa, pero no somos quiénes para decidir si, por ejemplo, un acoso laboral que duró tres años es menos traumático que la violación de un amigo en una fiesta. Todos los casos van a la par, toda violencia, ya sea sexual, psicológica, económica, física, etc., es igual de intolerable.

Hemos leído múltiples mensajes sobre la preocupación de muchos hombres de que ahora todo lo que hagan parecerá abuso. «No podemos hacer nada», es la queja. Lo celebramos. Qué bueno que salgan de la comodidad de su privilegio y encuentren la oportunidad de cuestionar sus actitudes. Lamentamos que los mueva el miedo y no la genuina intención de hacer del mundo un lugar más agradable para nosotras.

¿Por qué, entonces, continuamos denunciando si ya vimos que a ellos no les ocurre mayor cosa? Porque esto ya no se trata de ellos o de si les afecta. Esto se trata de nosotras. Sí, tienen razón quienes afirman que estamos accionando sin considerarlos. Por primera vez así es: estamos pensando en nosotras, solo en nosotras.

Quisiéramos tener una solución general y efectiva para todas las mujeres que a diario sufrimos las consecuencias del sistema patriarcal en el que vivimos. Desde la niña a la que el papá viola cada noche, hasta la adolescente que es acosada por su profesor, la mujer que debe tolerar golpes de su esposo porque depende económicamente de él, la que tiene que soportar los abusos de su jefe porque es mamá soltera, o la que recibe acoso en redes sociales por atreverse a ser ella misma. Pero no la tenemos.

Reconocemos que denunciar en redes sociales es un privilegio y que, aunque recibimos más de diez denuncias diarias, no cubrimos ni una cuarta parte de los abusos que ocurren a diario. Son necesarios más canales. Desde el inicio somos conscientes de que este es sólo uno. Esperamos que surjan otros, siempre desde la empatía y la responsabilidad para con nosotras como mujeres.

Sí tenemos varias certezas: El control sobre nuestras vidas lo tenemos nosotras y las reglas sobre cómo proteger nuestros cuerpos y mentes también las vamos a establecer nosotras. No lo hará un sistema construido por y para hombres. Tenemos nuestra voz, nos tenemos a nosotras, y no vamos a parar. Juntas nos van a tener que escuchar.

No será fácil, pero si solas sobrevivimos al pasado, juntas tendremos control sobre nuestro presente. Nos mueve la digna rabia y la inmensa ternura que sentimos por las que fuimos y por las que seremos. Un mejor futuro nos espera.

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