La pieza musical se enlaza con la fecha de tu cumpleaños, que este 2024 sería el 58. Y pese a que en teoría ya estarías pintando canas, es imposible imaginarte así. La memoria te guarda como el niño que escribía en el aire, que montaba bicicleta y jugaba béisbol. Un niño que, a pocas semanas de llegar a los 15, fue secuestrado y desaparecido como una cruel acción punitiva. La misma acción fue ejecutada contra Rosaura (Chagüita) y Glenda, hijas de Adriana Portillo, y contra Alma Argentina, su hermana; las tres también fueron desaparecidas en 1981. Ellas son las niñas con las que te encuentras en el Viaje a la Verdad. Esa narración que busca explicar el significado de la niñez desaparecida en Guatemala y llama a quien sepa de tu paradero a contactar a tu familia. Pero, todo eso ya lo sabés, mi niño amado.
Como también sabés, hay una infame que asegura que acudiste a la sentencia contra tus captores. Es tan torcida y perversa su mente que a las cuatro décadas de tortura que lleva soportando el corazón de tu mamá, añade esta villanía. Pero ella, como esa ceiba alzada dignamente que ha sido, se sostiene, imbatible, siendo ejemplo para la familia —la biológica y la social—. Su mirada y su porte nos dan luz para seguir y exigir conocer tu paradero.
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Tus verdugos han procurado por todos los medios quedar impunes. Creen que, como el sistema de justicia en Guatemala está colapsado, podrán librarse de la sentencia que los encontró culpables. Piensan que podrán contar con el Ministerio Público (MP) como cómplice. Para ello, la jefa de esa oficina no ha cejado en su afán por congraciarse con toda clase de criminales, violadores de derechos humanos incluidos. Guatemala, Guate, como probablemente le decías, está mal. Muy enferma de impunidad y corrupción. La pobre no puede más con los daños que la gentuza de la calaña de Jimmy Morales, Alejandro Giammattei o Consuelo Porras le han hecho. Pero estos no han estado solos, te cuento. Les han acompañado otros tanto o más sinvergüenzas. En la Corte de Constitucionalidad (CC), un tribunal que tiene por mandato proteger la Constitución de la República, se ha entronizado una caterva de truhanes que utiliza la ley para premiar a delincuentes. De los más recientes, el amparo otorgado al actual esposo de Zury Ríos, en el marco de una estafa a inversores australianos. Ni modo, si la CC es el tablero de Roberto Molina Barreto quien se despachó el retroceso en el primer juicio por genocidio Ixil, pese a que había sentencia y la acción otorgada no tenía sustento legal.
En ese entorno querido niño, vivimos el día a día. La gente sigue saliendo a trabajar y se jode la vida con horas y horas en un tráfico interminable gracias a la perversa gestión de la municipalidad por una mafia familiar que lleva cuatro décadas en la muni. No tenemos servicios eficientes porque, como te mencioné, junto a la élite depredadora —esa que busca y rebusca evitar hasta el último centavo al fisco— se ha tragado los recursos, ya sea metiendo la mano en el cajón del pisto o incumpliendo con la construcción de obra pública.
Mientras tanto, la niñez en Guatemala continúa desapareciendo. Físicamente, porque cada día son entre diez o veinte Alertas Alba-Keneth, y, aunque la ley ya fue aprobada, no hay modo que las compañías telefónicas envíen los mensajes de texto sobre las alertas. Les importa la plata, no la vida.
Pero la niñez también sigue desaparecida del sistema, porque, aunque no lo creás, todavía hay lugares donde es imposible inscribir a niñas y niños en el registro civil, negándoles así una existencia oficial. Y pese a ese panorama, ni la gente se doblega ni la niñez se desalienta. Las niñas de la Asociación Coincidir son muestra de ello. La Batu de las niñas estuvo presente en tu homenaje el 6 de octubre. Sus tambores y sus voces resonaron para pedir justicia. Y resonaron de nuevo este 25 de noviembre, para unirse en la lucha contra la violencia hacia las mujeres. Ellas, como tu mamá y tus hermanas, Niño de noviembre, inspiran y convocan a seguir adelante, por tu memoria y la de la niñez desaparecida.
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