30 de junio
30 de junio
Provocador y poeta trágico de nuestro tiempo, Aníbal López creó en su corta vida verdaderas iconografías actuales. El ser, la sociedad y el país que habitaba y “lo habitaba” -Guatemala- fueron materia prima de sus proyectos y meditaciones. Sus obras, a veces descritas como hiperrealistas, danzaron entre lo perturbador, lo irreverente, lo cínico y cierta extraña belleza desde sus procesos intelectuales.
"30 de junio" es el título de una de las obras emblemáticas del artista. Cuando fue producida en 2000, no pasó de ser un acto descalificado como una “ocurrencia de artista”. Pero luego llegó el reconocimiento de la Bienal de Venecia para esta obra y la confusión fue rotunda. Creo que el silencio sobre ese logro fue más revelador de nuestra idiosincrasia que los aspavientos previos. El silencio, como sinónimo del negacionismo, o de esa cabrona y desvergonzada demanda de “blanquear la historia”, solo remarcaron la persistencia de los conflictos de las identidades y las culturas, los vestigios de la colonialidad y las formas de autoridad que han construido nuestra historia.
En los últimos capítulos de nuestro drama nacional, una obra como 30 de junio regresa para constatar que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla. Han pasado 16 años desde que fue producida. El primer gesto de dejar caer diez costales de carbón sobre la sexta avenida, en horas de la madrugada, antes de que pasara el tradicional desfile militar, quedó documentado en esta serie de fotografías. Según el relato urbano, el carbón fue retirado por un contingente de limpieza express. Pero no dejó de colarse entre las ranuras del pavimento, bajo las botas de los soldados y sus temibles escuadrones de kaibiles para quedar como trazo, acaso evidencia o imaginario, de aquellas ejecuciones en masa que ahora cuesta nombrar o se aluden con demasiada ligereza (ma-sa-cres).
Aníbal López creó en aquel primer acto un monumento a la desesperanza y a los vencidos. Pero, entonces, no fuimos capaces de pensar en la posibilidad de los juicios contra militares. Ahora, después de 16 años, los rastros de carbón son polvo cósmico. Uno que sigue colándose debajo de las alfombras, de los muebles, de la cotidianidad y de los sistemas de justicia.
La exposición de la obra completa será inaugurada hoy en la galería ERRE, zona 4, a las 19:00 horas