El adiós a la UNE y una invitación a Jimmy.
Como todo partido político tradicional en Guatemala, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) surgió a partir de un cacicazgo. Yo venía trabajando con Álvaro Colom desde su paso por Fonapaz. Sin embargo, me involucré en política hasta después de su participación como candidato presidencial en la coalición de partidos de izquierda que integraban la otrora Alianza Nueva Nación.
Mas este relato no busca narrarles la historia del partido, y menos mi historia personal, las razones por ...
Como todo partido político tradicional en Guatemala, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) surgió a partir de un cacicazgo. Yo venía trabajando con Álvaro Colom desde su paso por Fonapaz. Sin embargo, me involucré en política hasta después de su participación como candidato presidencial en la coalición de partidos de izquierda que integraban la otrora Alianza Nueva Nación.
Mas este relato no busca narrarles la historia del partido, y menos mi historia personal, las razones por las que me involucré y participé activamente por alrededor de 15 años.
Al final, esta historia se reduce a la de todas las fuerzas políticas que una vez ocuparon el poder: nacen, crecen, se convierten en plataformas electorales, alcanzan el triunfo y mueren al tenor del desprecio de los que una vez confiaron en sus liderazgos.
Pero la UNE tuvo la valiosa e irrepetible oportunidad de trascender. Quienes nos involucramos no por la plata que tenemos, sino por las ideas que aportamos, pretendimos transformar esa realidad y convertirla en una verdadera institución política, con procesos de formación política permanentes para identificar y formar nuevos liderazgos, con acciones que fortalecieran la integridad y la congruencia de las acciones partidarias con la ideología socialdemócrata que pregonábamos. Pero el dinero siempre pudo más.
Fue a mediados de la primera vuelta electoral de 2007, el año que ganamos, cuando la UNE empezó a ser imán de personajes políticos oscuros, que nada tenían qué ver con la ideología que con mucho esfuerzo se construía, sino que básicamente llegaban con el cheque bajo el brazo a desplazar a los que llevaban tiempo militando y trabajando. Los hermanos Alejos, Gustavo y Roberto, fueron de los primeros. Luego resultaron siendo dirigentes Carlos Quintanilla, el difunto Obdulio Solórzano, Arnoldo Medrano y Anabella de León, entre muchos otros.
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Pero aparecieron también figuras como Orlando Blanco, Carlos Barreda, Jairo Flores y Ronald Arango, incorporaciones que nos hacían creer que la balanza se equilibraba. Con el tiempo se perdieron en el acomodamiento, el confort del poder y el dinero fácil. Hoy son solo una enorme decepción.
Se vino la victoria, el ejercicio de gobierno y la posterior participación de la UNE como partido oficial.
Surge el capricho personal de Sandra Torres, con la anuencia incomprensible del presidente Colom, de ser ella la candidata presidencial. Recuerdo una vez, antes de que se hiciera oficial su postulación, que nos atrevimos a plantearles a Álvaro y a Sandra que lo mejor era que ella encabezara el listado nacional y que se buscara alguna otra figura para la candidatura presidencial. Lo que nos ganamos fue que ella nos tachara de traidores y nos mandó, como solía pasarnos, al refrigerador por varios meses.
Yo me distancié del partido antes de la primera vuelta electoral del 2011, cuando Sandra ya no pudo ser candidata. La UNE solo participó con listados de diputados y alcaldes y sin embargo tuvo resultados formidables. Mas el dinero siguió reinando. Los tránsfugas y los mercenarios de la política seguían siendo recibidos con las puertas abiertas. Mi postura me provocó el exilio político. Y fue lo mejor que pudo haberme pasado.
Estos años me mantuve como disidente, cuestionándoles directamente a Sandra y a la dirigencia del partido sus decisiones mezquinas y autoritarias. Pero la cobarde actuación de la bancada en esta última crisis y la actitud soberbia, hipócrita y cínica de Sandra demuestran que la UNE no vivirá mucho tiempo más. Han escrito las últimas letras de su historia con un capítulo marcado por la vergüenza y la traición. La UNE no cabe en el nuevo escenario político, cosa que nunca quisieron entender.
Esta semana renuncié oficialmente a la UNE. Me rehúso a seguir formando parte de ese grupo de delincuentes. Au revoir.
Hey, Jimmy, vení a buscarme.
Yo estuve el 14 de septiembre en ese grupo que convocó a la violencia para agriarte la farsa de fiesta nacional que pretendiste montar. Entiendo que te duela. Se te cayó el show. Quisiste aferrarte a un nacionalismo barato y romántico para hacer pretender que nada pasa, que todo sigue normal, y lo comprendo: es el show lo único que te ha importado en tu burda presidencia.
De acuerdo con tu muy limitado vocero de gobierno, lo de esa noche fue «un hecho bien planificado y bien estudiado, con premeditación». Y, como era de esperarse, tu Secretaría de Comunicación Social, dirigida también por mentes bastante pobres, hizo circular un video para tratar de volver verdad dichas afirmaciones.
Perfecto. Vení a buscarme. Vení, llévate mi teléfono celular y sentite libre de rastrear llamadas y ubicaciones para establecer lo perversos que somos y lo bien organizados que estamos. Vení a buscarme.
Hubo violencia, decís. Es cierto. Ese día hubo alrededor de 16 muertes por arma de fuego. Y estas muertes sí suenan más a un acto premeditado que la reacción natural de un pueblo lleno de rabia, que reacciona indignado ante tus payasadas. Habría sido más propio pronunciarte por esos homicidios que por el hecho de que te rompieron tu pódium y brincaron en tu sagrado asiento.
Estás ofendido. Vení a buscarme. Porque de este lado también estamos ofendidos y hartos de tus mentiras, de tu mediocridad, de tus alianzas perversas con los buitres que anidan en el Congreso, de tu incapacidad de enfrentar las tormentas que vos mismo has provocado. Estamos ofendidos y hartos del títere que sos, presidente.
Si cometí un delito, vení a buscarme. Espero que tengás la suficiente claridad para entender que las investigaciones que pedís las debe impulsar el Ministerio Público, no tus aparatos clandestinos de inteligencia.
Perdón. Olvidé que la cruzada divina que estás enfrentando, inspirada por el dios que existe únicamente en tu mente, te dicta que tenés qué destruir toda lucha contra la impunidad y contra la corrupción. Porque tu objetivo es librarnos de ser Venezuela para convertirnos orgullosamente en la Somalia de América.
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Pero hagamos un trato. Yo me dejo investigar. Te doy mis números de cuentas bancarias (y ojalá en ellas encontrés bonos de responsabilidad como los tuyos), mi dirección, mi número de teléfono, y llegá hasta donde encontrés algo. Pero vos tenés que ser recíproco y dejar a un lado la inmunidad en la que te escudás cual vil cobarde.
Da la cara. Dejá de esconderte en videos. Por una vez en tu vida dejá a un lado tu papel de actor y ponete en el papel del ciudadano. Dale la cara al pueblo. Explicá tus estupideces de frente, así como lo hacés frente a las cámaras.
Vení, pues. Vení a buscarme.
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