El 9 de septiembre de 1954 Jacobo Arbenz salió al exilio, en el aeropuerto, a su salida, fue obligado a desnudarse como parte de un "registro minucioso del equipaje", la portada de Prensa Libre, por ejemplo, registra esa tremenda foto del quetzalteco quitándose la camisa, nótese, erguido y con la frente en alto, esas expresiones que uno solo le escucha a los abuelitos, pero es verdad, aquella humillación leída a lo largo del tiempo se convertiría en uno de los pocos cuerpos recordados de la revolución, es decir, el único registro del cuerpo como tal está ahí, en el pecho del presidente derrocado. Qué se iban a imaginar los tremendos fachos de entonces, y de ahora, que aquella foto en realidad es la foto de un corazón.
El 9 de agosto de 2016, Benvenuto Chavajay, uno de los artistas más brillantes que ha visto nacer Mesoamérica, se quita la camisa frente al Presidente del Congreso de la República de Guatemala. En el pecho del artista un tatuaje en el que se lee " Ch’ab’aq jaay" un apellido impronunciable para los invasores que lo transcribieron como Chavajay. En la espalda del artista tatuada una cédula de vecindad en la que se lee "Nombre: Doroteo Guamuche Flores" "Nombre usual: Mateo Guamuche" "Hijo de: Laureano Guamuche y María Flores" "Residencia: Calzada Mateo Flores, 10-39, zona 3", entre otros datos. El Presidente del Congreso de ese momento, Mario Taracena, muy probablemente no haya logrado leer las letras en el pecho del artista, del tatuaje en la espalda le habrá quedado más claro que era la cédula del atleta guatemalteco conocido como Mateo Flores. Una nota de Emisoras Unidas dice "conozca a la persona que se tatuó la cédula de Mateo Flores", "El ciudadano guatemalteco Benvenuto Chavajay contó a Emisoras Unidas que posee tatuada la cédula de Doroteo Guamuch Flores desde el año 2012", su nombre linkeado a su perfil de Facebook, y nada más. "Doroteo Guamuch fue un corredor que en 1952 ganó la maratón de Boston" "tatuarme y proponiendo a las autoridades que corresponde para que cambie el nombre y poner el verdadero al estadio, porque Mateo Flores no existe, quien existe es Doroteo Guamuch" "no solo admiración, sino que es la sangre, puede ser otra persona, puede ser alguien más, yo no conocí a Doroteo Guamuch, nunca he ido al estadio, si se cambia el nombre tal vez sí voy a ir al estadio" e insiste más adelante "no es la admiración, sino que es la sangre".
Como en el 54 la prensa siguió sin darse cuenta que lo que estaba fotografiando con la foto de Benvenuto no era la foto de un ciudadano que se tatuó la cédula de Doroteo Guamuch, tampoco podemos esperar que Taracena pensara "uy qué buen performance el de este muchacho", porque bien lo dice el gran Benvenuto en muchas entrevistas, en realidad de lo que se trata es de ir sanando la herida colonial, y vaya si no hace falta, y vaya si no se nota que hace falta cuando uno lee los comentarios sobre el cambio de nombre del estadio, aunque más bien debería decirse la devolución del nombre al estadio nacional, aunque más bien debería de decirse el reconocimiento público del estado de guatemala como un estado racista, aunque más bien debería de decirse el espejo tremendo en que el pueblo de guatemala se reconoce racista, aunque también podría decirse el día que Benvenuto reclamó aquello que los individuos tenemos que en realidad es colectivo, el día que un artista, un tremendo artista reclamó para su comunidad, para su pueblo, para nosotros, el legítimo derecho de ser nombrados, el gesto inmenso de volver a aparecer. Este cuerpo pequeño, moreno, indígena, el cuerpo de Benvenuto, será pues uno de los cuerpos recordados de la inmensa batalla de la memoria, un cuerpo para descolonizar los corazones, un cuerpo para conectar las raíces.
A un extremo del arco Arbenz quitándose la camisa, de pie, erguido, con la frente en alto saliendo al exilio al país, al otro extremo del arco Benvenuto Chavajay quitándose la camisa frente al Presidente del Congreso de la República de Guatemala, de pie, erguido, con su apellido tatuado en el pecho y el Guamuch en la espalda. Y entre uno y otro un hilo que se tensa en el arco, y ahí, nosotros.
Benvenuto dice que con el cambio de nombre va a ir al estadio, y a mí que sí me llega andar brincando en el gradería, me encantaría ir con el Nuto al estadio nacional Doroteo Guamuch.
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