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Buscar agua en Patzicía, un agujero cada vez más profundo

«Debe haber un instituto del agua, orientado por profesionales que sepan qué hacer»
«Están construyendo lotificaciones, comerciales y viviendas. Se está perdiendo el área de infiltración del agua»
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Buscar agua en Patzicía, un agujero cada vez más profundo

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El agua empieza a ser un problema para los vecinos de este municipio donde se cultivan hortalizas de exportación. No todos tienen agua entubada ni siquiera las pilas públicas, las llenan con agua transportada en pipas.

El camino es polvoriento, por momentos ancho y en partes casi peatonal. Decenas de campesinos caminan sobre los terrenos, algunos con azadón al hombro, otros cargan en la espalda una bomba con pesticida que rocían sobre las siembras. Por ahí se llega a Pacoc, Patzicía, Chimaltenango, donde decenas de parcelas de hortalizas forman una enorme alfombra parchada en una variada paleta verdosa. 

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En ese sector Víctor Alonzo, un agricultor de 63 años, cultiva lechugas, cebollas, y zanahorias en las 20 cuerdas de su propiedad. En su piel curtida por el sol lleva los 45 años dedicados a trabajar la tierra.

Entre los surcos serpentean tubos de poliducto y cintas plásticas entre los sembradíos, muy cerca de ahí hay un pozo artesanal con una bomba mecánica sumergible al fondo. Con solo presionar un botón se extrae el agua que a través de los tubos y cintas dispuestos en el suelo irrigan los surcos. La mayoría de agricultores se valen del mismo mecanismo.

Alonzo perforó el pozo hace ocho años, encontró agua 25 metros hacia abajo, pero cada seis meses debe cavar más profundo para extraer el líquido. A unos 15 metros de distancia otro pozo está en desuso. Bajó 50 metros hasta que lo abandonó al no encontrar agua. Más adelante hay otro, tampoco halló agua en él.

En el extenso valle que ocupan las hortalizas de Patzicía, los pozos y los problemas de escasez de agua son comunes. Sin embargo, «no hay un plan específico de cómo prepararse para el futuro», refiere Cristóbal Esquit, presidente de la Asociación de Agricultores de Patzicía. «Por el momento cada uno trabaja por sus propios medio». Y por “trabaja por sus propios medios” se refiere a extraer el líquido del subsuelo. 

«Cada cierto tiempo escasea el agua. En algunos lados en donde ya no hay. Partes donde quisieran sacar, pero no hay», advierte Alonzo, también es secretario de la Asociación de Agricultores que aglutina entre 1 mil y 1 mil 500 miembros. El principal beneficio de ser asociado es tener derecho de vender sus productos en la Central de Mayoreo (Cenma) en ciudad de Guatemala, donde la asociación tiene un galpón propio. De ahí se abastecen los 23 mercados cantonales de la capital. «También vienen de El Salvador, Honduras y Nicaragua, ellos vienen a traer una parte. Vienen casi a diario», dice.

Las verduras de Patzicía son solicitadas, por ello, la tierra casi no descansa, se cultiva y cosecha todo el año. Los campesinos riegan constantemente los sembradíos, los rocían de pesticidas, insecticidas, y otros químicos cada cuatro días. 

Alonzo desconoce cuántos pozos hay, solo él cavó tres. «Todo lo hacemos (los agricultores) por nuestra cuenta sin asistencia de nadie», dice. Cada quien tiene su o sus pozos. Los campos de cultivo también pueden permeabilizar el suelo con el paso del tiempo. «Eso puede influir no solo en la cantidad sino también en la calidad del agua, depende de lo que utilicen para fertilizar o atacar las plagas», refiere Fernando Samayoa, un hidrogeólogo docente de la Universidad de San Carlos. 

Lo de Alonzo cavando cada seis meses su pozo para encontrar agua es parte del tema de la escasez, pero también está la calidad del agua, dice Samayoa.

El agua llega en pipas, no del chorro

Patzicía tiene 33 mil 207 habitantes en 7 mil 337 hogares. Solo tres de cada diez hogares reciben agua potable en su domicilio con solo girar el grifo, pagan al mes Q25. Cinco dependen de lo que extraen en pozos domésticos. Los otros dos hogares son los menos afortunados: el agua les llega en pipa, chorros públicos, agua de lluvia, ríos y nacimientos, según el Censo 2018. 

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El exalcalde Silvestre Per Xar (2016-2020), recuerda las veces que grupos de mujeres se acercaban molestas a su casa para exigirle poner fin a la escasez de agua en los tanques públicos. La solución fue comprar pipas de agua para llenar las pilas públicas.

Durante tres años (de 2017 a 2020), la municipalidad de Patzicía compró Q893 mil 055.75 de agua, según registra Guatecompras. El proveedor es Edgar René Quevedo García, que también surte a la comuna de Santa Cruz Balanyá, Chimaltenango, le ha facturado Q310 mil 525. 

Karin Slowing cuestiona estas compras. «Es la ruta más rápida de satisfacer una demanda en el corto plazo, pero no es la más económica ni la más eficiente», dice.

Desde hace 20 años la inversión en los sistemas de saneamiento quedó estancada, los sistemas de abastecimiento de agua no son los adecuados para la población ahora. Para Slowing, exsecretaria de Planificación y Programación de la Presidencia (Segeplan), es necesario hacer un censo sobre las conexiones de agua a nivel municipal. Seguir perforando pozos no es la solución, se deberían buscar mecanismos de acceso al agua, propone.

Per Xar afrontó con pipas el problema del abastecimiento. «Por los bajones de la electricidad se nos quemaban las bombas. Nos tomaba dos, tres, o hasta cuatro días solucionar el abastecimiento». Su corporación municipal pensó instalar una subestación eléctrica, pero la población se opuso. En septiembre de 2018, él y su concejo fueron retenidos en el edificio municipal, y obligados a dar marcha atrás. En esa ocasión golpearon al alcalde y a miembros del concejo. 

Un mes después el alcalde renunció al cargo, pero el concejo no la aceptó. Finalizó su período en enero de este año. La subestación eléctrica no se construyó. 

En Patzicía, el agua entubada se capta de nacimientos: Pachitup, Balanya-Santa Cruz, y Pacoc son los más grandes. Hubo un cuarto, Xemprino, pero se secó, cuenta Joel Esquit, el alcalde de Patzicía. Su intención es dejar de comprar agua y surtir por entubamiento a los vecinos. La conexión domiciliar cuesta Q3 mil 050, y toma de 15 a 20 días.

Las municipalidades no invierten en drenajes ni tubería, reclama Slowing. A eso se agrega el mal manejo del ciclo del agua, la falta de ordenamiento territorial y la ausencia de una ley de aguas. De momento el plan de Esquit es perforar un pozo y comprar un nacimiento, ya tiene el visto bueno del concejo. «Es una labor titánica. De aquí a seis meses veremos los cambios», asegura.

En la casa de Juan Miculax Alonzo, exalcalde (2000 - 2004), el agua borbota con solo girar el grifo. También tiene un pozo artesanal, en caso de que el servicio de agua se vea interrumpido. A 16 metros de profundidad encontró agua, no ha bajado más desde entonces. Muchos otros vecinos tienen pozos artesanales en sus casas y el servicio que provee la municipalidad, como él.

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Los caudales pueden abastecer al municipio, pero no hay empeño en proveer, dice. Durante su gestión se compraron seis nacimientos, se construyó un tanque de captación y distribución, y una red de conducción. En las aldeas, en tanto, perforan pozos artesanales. «Hay áreas donde llegan a 100 varas de profundidad (84 metros) y no encuentran agua», sabe Miculax.

Per Xar recuerda un terreno privado de unas 80 cuerdas de extensión al empezar su gestión, todo era bosque y había nacimientos de agua en él. «Ese mismo bosque de hace cuatro años, hoy está arrasado, 80 cuerdas deforestadas», lamenta.

Samayoa, el hidrogeólogo, conoce el área desde hace más de 40 años, ve los cambios que experimenta la zona. «Están construyendo lotificaciones, comerciales y viviendas. Se está perdiendo el área de infiltración del agua».

Agricultores sin asistencia 

En Patzicía, el 80 por ciento de su población se dedica a la agricultura, como Alonzo, el hombre que perforó los tres pozos en sus terrenos para irrigar. «Claro, están haciendo lo que les corresponde, cultivar», justifica el alcalde Esquit.

Los agricultores son conscientes de la crisis en la que entrarán en un futuro muy próximo ante la escasez de agua, pero no saben qué hacer o a quién acudir.

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Del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), solo reciben pláticas para sembrar maíz o frijol, en una región en la que poco se cultivan esos granos. Las empresas de pesticidas también envían agrónomos para evaluar el trabajo de los campesinos. «Vienen solo para propaganda, para decirnos “compre tal veneno” (pesticidas). Pero que vengan a decirnos, “mirá, hacé así tu siembra para que te salga bonita”, nada. Aquí cada quien hace lo suyo», reclama Alonzo.

Les preocupa el tema del agua, quisieran algún tipo de asistencia, dice. 

Crear cooperativas sería una alternativa para cavar un pozo mecánico por grupo para aprovechar aguas más profundas de las que actualmente se usan. «Para eso hay que estudiar el suelo, ver si se puede o no», insiste el hidrogeólogo.

Ley de aguas, cooperativas y reforestación  

En los archivos del Congreso hay más de 15 iniciativas de ley de aguas, todas engavetadas. El artículo 127 de la Constitución Política de la República, se refiere al dominio público de las aguas del país. En su última línea especifica que una ley regulará el tema. Desde que se promulgó la constitución, hace 35 años, todas las iniciativas quedan estancadas por intereses que llegan de todos los sectores: campesinos, pueblos indígenas y empresarios.

Samayoa imparte el curso de aguas subterráneas en la facultad de ingeniería de la Universidad de San Carlos, tiene claro que una ley de aguas es fundamental, pero no debe ser administrada por ninguna entidad pública. «Debe haber un instituto del agua, orientado por profesionales que sepan qué hacer, y crear políticas y reglamentos para el uso, aprovechamiento y conservación del recurso hídrico».

El ciclo del agua, no solo en Patzicía sino en todo el país, se ha modificado. Las lluvias son cada vez más esporádicas y violentas. La humedad de los suelos se reduce. El agua subterránea se saca sin ningún control. Los químicos que se usan para las siembras penetran la tierra junto al agua que riegan. Los proyectos de desarrollo inmobiliario y comercial se extienden sobre extintos bosques de recarga hídrica.

«Metemos cemento, muchos desarrollos urbanos necesarios que impermeabilizan el suelo», enumera Samayoa. 

Campesinos y colonias aprovechan el agua subterránea de los mantos acuíferos, los cuales se mantienen por las lluvias y del tipo de suelo en el que cae. En ese ciclo también interfieren los bosques que filtran y alimentan las aguas bajo tierra. Esa regeneración se ve afectada por la falta de infiltración del líquido, la cantidad de agua que se saca, y la distancia entre uno y otro pozo.

La reforestación es crucial, dice el especialista, pero también propone innovar: crear sistemas de captación de agua de lluvia, y tratar las aguas servidas para reutilizarlas para riego y servicios, pues al final también son parte del ciclo del agua. Insta a universitarios y comunidades a trabajar en conjunto para hallar soluciones innovadoras.

«El recurso hay que usarlo porque para eso está. Tenemos que comer, hacer industria, tenemos que vivir, no podemos decir ya no hagamos nada. Hay que ver cómo se hace de la mejor forma», puntualiza.

En Patzicía el agua es un problema, solo una pequeña parte de la población cuenta con el servicio domiciliar que provee la municipalidad. Sin embargo, los caudales de agua puede que no sean el principal problema, aunque se sigan deforestando bosques y se extraigan las aguas subterráneas sin ningún control.

Los dos exalcaldes entrevistados y el jefe edil, reconocen la amplitud del problema al que se enfrenta cada administración, pero poco hacen. La mala gestión municipal en la distribución del agua persiste. «Hay una falta de inversión de muchísimos años», señala Slowing. El Estado debería intervenir cada vez que se perfora un pozo porque el agua le pertenece aunque esté en terrenos privados, enfatiza.

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La crisis actual del COVID-19 pone de nuevo al desnudo los servicios públicos. La recomendación de desinfectar todos los espacios y lavarse las manos constantemente, es poco realista para las familias que viven con un tonel al día, o se abastecen de la pila pública más cercana. «En la poscrisis no hay que volver a la normalidad, tenemos que salir de esta situación de abandono en que está el sector público, es la única opción», sostiene Slowing.

Es el momento de empezar a ponernos al día en cerrar brechas.

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