La crisis de la Universidad de San Carlos de Guatemala sigue dando motivos de preocupación, debido a la notoria etapa de debilitamiento institucional que atraviesa la única universidad pública del país, así como el deterioro sistemático de la legitimidad y capacidad que exhiben las cada vez más cuestionadas autoridades aglutinadas en el Consejo Superior Universitario, un ente que en otros tiempos era considerado un espacio que otorgaba prestigio y dignidad a sus integrantes, pero que ahora es el signo de la mayor corrupción y autoritarismo existente en los trescientos cuarenta y siete años de trayectoria institucional de la Usac.
El CSU, desde el momento en que avaló los procedimientos y procesos abiertamente anómalos que llevaron a Walter Mazariegos a usurpar el puesto de rector de la Universidad, ha seguido manteniendo el fraude a toda costa mediante acciones que solamente agravan la sensación de alarma entre sancarlistas, quienes ven con horror cómo las prácticas autoritarias, corruptas y cobardes empiezan a ser la tendencia dominante en todas las decisiones del CSU, quién en su afán de alcanzar sus objetivos, no les ha importado utilizar cualquier estrategia a su alcance, aún si esto signifique violar la tradición y las normas vigentes, manteniendo una actitud abiertamente cínica y despreocupada, quizá porque saben que el entorno institucional y político corrupto y cooptado, les beneficia.
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El último acto de agravio a la decencia y la dignidad que cometió el CSU fue la cobarde e ilegal decisión de expulsar de la universidad al consejero estudiantil Camilo García, representante estudiantil de la Facultad de Ciencias Química y Farmacia de la Tricentenaria Usac, acción que pretende intimidar a todos aquellos quienes se oponen al fraude, debido a que no solo le niegan la posibilidad de seguir representando a su unidad académica ante el CSU, sino que le niegan la oportunidad de culminar su carrera profesional, con lo cual pretenden destruirlo personal y profesionalmente hablando: esa decisión pesaría como una pesadilla sobre su trayectoria intelectual, lo cual podría significar su muerte académica y profesional.
La indignación por tal medida no se ha hecho esperar: numerosos actores y ciudadanos han expresado su consternación y su malestar por tal decisión, por lo que ya se han iniciado los procesos para revertir tal decisión. La esperanza de quienes mantienen la digna resistencia de la Usac es que tales hechos cometidos por el CSU, sigan promoviendo el apoyo más decidido de los actores pro-cambio de la sociedad guatemalteca a quienes se oponen al fraude, lo cual podría redundar en un fortalecimiento decisivo de las acciones que buscan recuperar la dignidad de la Usac, algo que parece cada vez más difícil y lejano.
La lucha por recuperar la Usac sigue vigente, hoy más que nunca. La resistencia, sin embargo, debe entender que es necesario innovar en las estrategias de resistencia, de manera que el movimiento pueda articularse de mejor manera para una lucha constante y prolongada: a estas alturas es evidente que los partidarios de la cooptación de la Usac apuestan al desgaste que provoca el paso del tiempo y la normal tendencia de los seres humanos al olvido y la indiferencia, con lo cual esperan que tarde o temprano, se normalicen las anomalías y se consolide el fraude.
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