La vida social está llena de conflictos. Hay intereses contrapuestos y antagónicos. Los hechos son susceptibles de distintas interpretaciones y valoraciones, a veces en abierta contradicción. Un ejemplo reciente se puede apreciar alrededor del 8 de marzo. Las feministas enfatizan el carácter de conmemoración de las luchas de las mujeres (las ancestras), que incluye las demandas sufragistas de inicios del siglo XX, la muerte de 123 mujeres trabajadoras en la fábrica Triangle Shirtwaist en 2011, New York, y, a nivel local, la muerte de las niñas del Hogar Seguro en 2017, entre otros aspectos. Insisten en el carácter de conmemoración del día, ligado a luchas previas. Sin embargo, también existe un uso distinto de la fecha, que incluye celebraciones empresariales a las «colaboradoras» y felicitaciones en medios de comunicación, redes sociales y espacios privados. Cada una de estas expresiones contiene proyectos políticos y disputan la fecha y su significado.
Esta pelea no está ajena al uso del espacio público, como sucede en la actual Plaza de la Constitución (anteriormente Parque Central). Este sitio emblemático que se encuentra entre el símbolo del poder político (antiguo Palacio Nacional), del poder religioso (Catedral Metropolitana) y del antiguo poder económico (Portal del Comercio, eclipsado por las nuevas catedrales económicas: los centros comerciales), ha sido punto de encuentro de manifestaciones y hechos de la vida política del país a lo largo del siglo veinte y lo que va del siglo veintiuno. Grupos de mujeres han colocado un monumento conmemorativo a las niñas víctimas del Hogar Seguro y las autoridades lo han removido, aduciendo riesgos a la seguridad (CONRED) o que la «plaza no es un cementerio» (Elder Suchíte, Ministro de cultura y deportes de Jimmy Morales). Marchas feministas y reuniones provida coinciden en el espacio.
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Esta disputa por el carácter del día y lo que representa para el movimiento feminista y de las mujeres incluye que los diputados del Congreso de la República, de manera intencional y con dedicatoria, votan a favor de la iniciativa de ley 5272, Ley de protección para la Vida y la Familia. La elección de la fecha no es casual. Aunque posteriormente el presidente Giammattei pidió que se engavetara, el carácter político y simbólico de la votación del Congreso es evidente. La ley atenta contra los derechos de las mujeres y la diversidad sexual, además de promover una visión estrecha de familia, identidad y sexualidad, temas muy ligados a las luchas feministas. Representa una visión política conservadora.
Lo que quisiera resaltar es que el carácter y significado del 8 de marzo, se encuentra en disputa. No es lo mismo hablar de conmemoración que de celebración (y de paso, felicitar a las mujeres por su día). Ambos usos existen y aparecen muy claramente el 8 de marzo. La puesta y remoción de un monumento dedicado a las niñas del Hogar Seguro (hecho socialmente traumático), las marchas feministas o de diversidad sexual y las convocatorias institucionales a celebraciones pro vida y pro familia, muestran que es un tema que opone concepciones, valores, prácticas y relaciones de poder.
No son posturas equivalentes, pero sí existentes en la vida social del país y muestran un campo político y cultural en disputa.
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