Ir

El ascenso y la caída

El dinero empezó a entrar a Iqui Balam, y el grupo, poco a poco, se empezó a destruir. Sus reuniones se convirtieron en un espacio para calendarizar fechas, elaborar informes y hablar de finanzas.
Pocos de los miembros del grupo que se desligaron de las pandillas pudieron permanecer en el Alioto. Las amenazas de muerte, los asesinatos a familiares, los intentos de homicidio hicieron que muchos de ellos tuvieran que abandonar el asentamiento.
"Una pieza de teatro de la autenticidad".
Fredy Turcios, alías Maskota, se involucró al colectivo Caja Lúdica en el 2003.
Gracias al apoyo de Caja Lúdica, Maskota, viajó a España a estudiar circo. Recorrió Europa y volvió a Guatemala, donde impulsó el proyecto Guatecirco.
Actualmente Fredy Turcios ofrece talleres de tela y ofrece actuaciones de clown para diferentes centros comerciales, comunidades y fiestas.
Jennifer Coguox trabajó para la cooperación alemana y la Organización de Mujeres en Solidaridad, entre otros sitios. Estudió antropología en la Universidad de San Carlos y realiza su tesis sobre el contexto de la juventud en el asentamiento Mario Alioto.
Spanki Gálvez salió del asentamiento en el 2005, y tras un intento frustrado de llegar a los Estados Unidos volvió a Guatemala.
Spanki se unió en el 2006 al colectivo Teatro Andamio Raro donde estuvo trabajando  hasta el 2012.
Spanki es realizador de documentales y es parte del Centro de Medios Independientes (MCI).
Pedro Castillo colaboró en la producción de una película y un documental. En el 2007 montó, junto a CALDH, una casa de la juventud en Villa Nueva.
Castillo trabaja actualmente en la coordinadora de la juventud de la Municipalidad de Villa Nueva.
Pedro Castillo es uno de los integrantes de Iqui Balam que permaneció en el asentamiento Mario Alioto.
Tipo de Nota: 
Información
Palabras clave

El ascenso y la caída

Historia completa Temas clave

El grupo teatral, nacido en medio de la precariedad y la violencia, comenzó a hacerse popular. Entonces, las organizaciones se acercaron, el dinero comenzó a entrar y el grupo se destruyó. Quedan los artistas que allí nacieron para contar aquel experimento. Segunda parte y final. Para leer la primera parte.

Entre el 22 de octubre y el 4 de noviembre de 1998 el huracán Mitch pasó por Centroamérica devastando cuanto encontraba. En Guatemala arrasó decenas de hogares construidos en la precariedad de los cerros, provocando 268 muertes, destruyendo seis mil casas, dañando más de 20 mil y obligando a más de 100 mil personas a evacuar sus hogares de forma temporal. El asentamiento Mario Alioto, cuyas condiciones de pobreza eran de las más altas de Villa Nueva, no escapó del desastre. El puente que atraviesa el río Platanitos,  que une el Alioto con Villa Nueva, se derrumbó y los vecinos de la comunidad fundada en 1995 se desabastecieron de comida y agua.

En aquel momento, los integrantes del grupo de teatro Iqui Balam ya eran conocidos en la comunidad, gracias a sus obras de teatro y su trabajo con los vecinos. Este grupo de niños, jóvenes y adolescentes, muchos de los cuales hasta hacía poco tiempo estaban aprendiendo a manejar armas y a consumir drogas,  llevaban ya dos años de transformación. Sustituían las pandillas por el arte, el teatro, el hip hop, el dibujo, la música.

En 1998, además, por mediación de las madres de algunos de ellos, Miguel Gaitán el director del grupo de teatro,  había conocido a la Asociación de Mujeres en Solidaridad y los integrantes de Iqui Balam recibían talleres y capacitaciones de sensibilización sobre derechos humanos, salud sexual, y de género. Así, este grupo de niños se involucró de lleno con la asistencia a las víctimas del huracán. Comenzaron a apoyar a las asociaciones, a repartir ponchos, agua, sopas, frijoles y medicamentos. Se montaron en la cisterna que logró entrar al asentamiento a través de una de las fábricas del lado sur y repartieron agua de casa en casa.

Fue así como los técnicos de la Agencia Alemana de Cooperación Internacional (antes GTZ, ahora GIZ), que llegó también a dar asistencia a las víctimas, conocieron a Iqui Balam, un ejemplo de la transformación y alejamiento de la violencia, digno de aparecer en cualquier manual de cooperación.  Y este grupo de jóvenes, después de dos años de trabajar en el anonimato de su asentamiento, sin recibir nada a cambio, fue integrado en la organización juvenil Nuevos Caminos –donde se reunían cada 15 días con muchachos de otras comunidades- y fue incluido en el proyecto “Niños de la Calle”, que era financiado por esa agencia alemana, entrando así de lleno en el engranaje de la cooperación internacional.

—¡Apoyo a los niños de la calle! —recuerda Ángel Cañas, actual vocalista de Bacteria Sound System e integrante de Iqui Balam— que nosotros siempre decíamos: "¡Puta! ¿Por qué se llama así?" A nosotros siempre nos molestó que se nos tratara… es como raro, es diferente.

—En Alioto surgió algo mágico con Iqui Balam. Nosotros estábamos muy conscientes de lo que estaba pasando; sin saberlo, algunos estábamos muy conscientes de lo que estábamos logrando y que era algo inaudito, que no había sucedido. —recapacita Ángel, 18 años más tarde uno de los primeros niños integrantes una clica de Villa Nueva que a partir de 1996 comenzó a alejarse de la pandilla mientras se adentraba en el mundo del arte a través del grupo de teatro Iqui Balam—.

—No éramos de la calle, éramos niños “en la calle” pero no “de la calle”. Lo que pasa es que ellos comenzaron trabajando con Casa Alianza y dentro del proyecto que se llamaba “Niños de la calle”, hicieron paralelo la Asociación Juvenil Nuevos Caminos, ahí empezamos a participar nosotros, —recuerda Jennifer Coguox, otra de las adolescentes que a partir del año 1997 integró Iqui Balam— Por las pandillas y todo eso, la calle es un espacio bien inseguro y vulnerable, de riesgo. Las casas tampoco eran un espacio tan seguro, sobre todo por e alcoholismo y la violencia. Así, este grupo de niños “en la calle”, que de la forma más natural había sustituido la violencia por el arte, comenzó con un sinfín de llamadas de organizaciones de la sociedad civil que solicitaban su apoyo para talleres de salud, sobre el conflicto armado o sobre derechos humanos.

Dos años más tarde, en 2000, Christian Salazar Volkmann quien se encontraba en Guatemala trabajando para la GTZ,   pasó a ser el coordinador de proyectos del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia Unicef en Guatemala. Y el grupo de teatro del Alioto pasó también a formar parte de entre los objetivos de esa agencia de las Naciones Unidas. En marzo de ese año, el actor chicano Edward James Olmos –conocido por películas como Selena, donde hacía de su padre, o la serie televisiva Miami Vice, donde representaba al teniente Castillo- visitó Guatemala como embajador de buena voluntad de Unicef, y a través de Christian Salazar llegó un día a conocer la sala de ensayos de Iqui Balam.

Salazar, quien después de haber pasado por Colombia trabajo para Unicef en Washington, se puso en contacto con el director del Teatro Maer de Hamburgo, Alemania, Peter Markhoff, y le habló sobre este peculiar grupo. Markhoff asumió el padrinazgo de Iqui Balam y según un informe de sistematización elaborado por Unicef en 2001, se comprometió a donar el 1 % de los ingresos del teatro a Iqui Balam —algo que no se ha podido comprobar—.  Entre febrero y marzo de ese año,  Markhoff llegó al Alioto e impartió un seminario de teatro, donde preparó a diez de ellos para asistir a la Expo Universal que se celebraría en Hannover, Alemania, de junio a septiembre de 2000. 

En un aséptico informe del director de teatro alemán sobre el grupo, Markhoff escribió tras impartir este taller: "las potencialidades y ventajas de Iqui Balam están en la autenticidad del grupo, en la dramatización de experiencias vividas de cerca y en la sencillez de los medios materiales utilizados”, aunque mostró su preocupación por que no existieran libretos de las obras. "Hasta ahora, las 10 obras de teatro no existen en forma escrita". Esta realidad, recordada por muchos de ellos, se explica en que las obras simplemente iban surgiendo y se las aprendían de memoria, sin que hubiera necesidad de escribirlas.

Tras el taller, 10 de los miembros de Iqui Balam se desplazaron a Alemania por tres semanas,  y presentaron dos obras: El Titiritero y Enterremos la violencia en el “Global House”, un área de la Expo donde se presentaban proyectos de todo el mundo; además, realizaron una gira por 21 ciudades de Alemania.

Allí conocieron las Casas de Jóvenes, sostenidas con presupuesto municipal.  “Y empezamos a soñar con estas ideas de poder traer esos espacios y esas ideas acá.  La idea de tener clases de saxofón, de guitarra, de violín, de ajedrez”, recuerda Jennifer Coguox, ahora licenciada en Antropología por la Universidad San Carlos, una de las que rememora con mayor detalle la experiencia de Iqui Balam.

El 5 de julio los diez miembros de Iqui Balam que habían viajado Alemania, aterrizaron en el aeropuerto La Aurora. Al bajar del avión comenzaron a reconocer algunas caras. La madre de uno de ellos, el primo de otro, un tío, la maestra. Al poco tiempo  se dieron cuenta de que casi todo el segundo nivel del aeropuerto, desde donde veía a los viajeros que arribaban, estaba ocupado por vecinos del Alioto.  Formaban parte de una comitiva de tres autobuses que se desplazó ese día hasta la zona 13 para recibir a los jóvenes. Al regreso, y conforme la caravana atravesaba el puente de acceso al asentamiento, comenzaron a ver toda la comunidad decorada. Una marimba empezó a sonar y en el cielo empezaron a explotar fuegos pirotécnicos.

Prensa Libre publicó un reportaje sobre ellos, y el nombre del grupo y comenzó a sonar en la escena artística de Ciudad de Guatemala. 

Los héroes del Alioto

A partir del año 2000 numerosos maestros de teatro también comenzaron a acercarse al Alioto a apoyar al grupo. En sus sucesivos contactos fueron expandiendo las mentes de estos jóvenes, rescatando sus talentos y creando una red de protección en el mundo del arte alrededor de Iqui Balam. A partir de 2000, por ejemplo, Luis Carlos Pineda, Wicho Pineda, entonces integrante del colectivo de teatro Ciclorama, y actual director de Teatro Andamio, empezó a impartir talleres de teatro a los adolescentes y jóvenes de Iqui Balam. También comenzaron a llegar los actores Margarita Kenefic y Luis Escobar integrantes, en aquel momento, del grupo de teatro La Vasija, que nació de Teatro Club, la compañía fundada por Hugo Carrillo.

En una serie de talleres, Margarita y Luis asentaron la base teórica a muchos de los conocimientos que los jóvenes de Iqui Balam habían ido adquiriendo de forma intuitiva con Miguel Gaitán. Reforzaron la lectura de Hugo Carrillo y les presentaron a  Manuel José Arce. “Los faros del teatro en aquella época”, recuerda Margarita Kenefic.

En el salón de su casa, Margarita Kenefic hace un alto en la entrevista y va a buscar algo entre sus archivos. Regresa con el dibujo de un payaso pintado con acuarela y pide mirar a sus ojos –una mirada asustada y perdida-. Explica que fue pintada por “El Monje”, uno los líderes de la mara Salvatrucha, asentado en Ciudad del Sol.

Se le pregunta por el motivo que ella atribuye a que en un lugar tan violento, en unas condiciones tan precarias, lograra nacer y vivir un grupo de teatro en el que confluyeron tantos talentos.

—Yo parto de la convicción de que todos estos chicos eran personas de luz. Tú tienes una persona de luz sumergida en ese ambiente de violencia, y esa luz te puede hacer salir de eso. Todos tenían una gran ansia de expresión artística. Iqui Balam fue una fuente inspiradora, gente que no va a ningún lado y que, de repente, se les presenta la posibilidad de ser algo, de ingresar en espacios hasta ese momento prohibidos o inaccesibles.

Unos meses después de la vuelta de la gira por Alemania, en octubre de 2000, se celebró en Ciudad de Guatemala el Festival Octubre Azul, organizado por el poeta Javier Payeras, la artista Regina José Galindo y el pintor José Osorio, y varios de los miembros de Iqui Balam también llegaron a la zona 1. Para participar en el festival les propusieron preparar una comparsa. Y de repente se abrió un nuevo mundo, también desconocido para ellos: el circo.

—Nos vinieron a dar un taller de zancos. Llegue ahí y mi vida cambio. Encontré la comedia y la fiesta. Pero la fiesta carnavalesca, la comparsa, los zancos, los tambores, y me sentí más identificado. Yo respeto el drama pero lo que me gusta es hacer reír a la gente, regalar sonrisas. —Recuerda Fredy Turcios, Maskota el clown, quien en 1998 se integró en Iqui Balam y a quien también alejó del mundo de la violencia en el que llevaba metido varios años.

La encargada de preparar el espectáculo para los jóvenes fue Julia Escobar, una chica colombiana que en aquel momento trabajaba en Medellín, Colombia, en el proyecto Barrio Comparsa, apoyando a través de actividades circenses  a muchachos colombianos de escasos recursos que, en el contexto de la guerra contra el narcotráfico, se encontraban en una encrucijada similar a la guatemalteca. En un encuentro mundial de juventud, técnicos de la  GIZ pidieron a Barrio Comparsa apoyo para el trabajo de prevención de la violencia en juventud en Guatemala.

Cristian Bedoya, director técnico del grupo, se trasladó a Guatemala y unos meses más tarde llegó Julia, joven y entusiasta, justo en el momento en que se estaba organizando el Festival Octubre Azul. Al enterarse de éste, Julia propuso a los organizadores preparar una comparsa con los jóvenes de Nuevos Caminos

—Y me dijeron ‘Hay varios que pertenecen a pandillas. Y hay dos grupos especiales, que son Alfa y Omega e Iqui Balam’. Ahí estaba Fu, estaba Saulo, estaba Walter (Bautista), que llegaba de vez en cuando y estaba Maskota. —Recuerda Julia, casi 20 años más tarde, desde su casa particular, que está sirviendo de sede de Caja Lúdica en un traslado de la organización. A pesar de tener un día ajetreado, Julia no quita la sonrisa de sus labios y las palabras de dulzura para referirse al grupo de teatro.

Después de esta primera comparsa, Julia se dio a la tarea de recorrer cada uno de los barrios a los que pertenecían los jóvenes de Nuevos Caminos: lo de Bran, la Laguneta, San Pedro Ayampuc, Ciudad Quetzal y el Alioto. De este primer viaje al asentamiento de Villa Nueva, Julia recuerda el momento en que entró a la humilde champa acomodada como sala de ensayos y vio actuar por primera vez a Iqui Balam: “Me impresionó la calidad, pero sobre todo la energía, la fuerza. Decía "pero, ¿qué es esto?". De tanta sinceridad que transmitían”. Fue el momento de la epifanía. Julia Escobar se trasladó a Guatemala junto a Dorian Bedoya y  montaron el colectivo Caja Lúdica, que lleva 15 años trabajando con la concepción del arte como herramienta de transformación personal y comunitaria.

[frasepzp1]

Entre los primeros jóvenes que formaron parte de Caja Lúdica, se encontraban varios de los miembros de Iqui Balam.  Entre ellos estaba Maskota, que en aquel momento tenía unos 16 años: “Llegaba muy lastimado interiormente, pero era muy disciplinado y se acercó desde el principio a Pancho Toralla (el clown Panchorizo) y se metió en el circo”, explica Julia. También estaba Fu “en aquel momento consumía, grueso, pero resultó ser un poeta y un actor maravilloso y payaso muy bueno”. Saulo González, el Señor Estilos, que se desarrolló como grafitero, Walter Bautista, Chorros, que se desarrolló como b-boy. “Y Álvaro, que le decían Chispita, que se convirtió en músico. Ángel estaba muy pequeñito todavía, tendría unos 14 años, era una cosa linda, chiquita, era pequeñito. Él apenas había comenzado en esto pero la potencia del hombre, era hermosa”.

—Eran fuertes y pesados, eran una belleza esos muchachos. La parte más fuerte, a nivel de riesgo escénico y riesgo de propuesta a nivel circense, la tuvimos con ellos, —agrega Escobar. Sus recuerdos del grupo están lleno de imágenes, de risas y lágrimas. Pero, sobre todo, de Fu. En un momento de la entrevista, busca entre los documentos de su computadora y comienza a leer, con su dulce cadencia colombiana,  un texto que escribió sobre Manuel Orozco en 2009, después de su asesinato.

“…En Manuel brotó un artista genuino, un actor profesional, sincero, un clown que era capaz de cautivar a las y los niños, a los jóvenes, un poeta que le escribía y cantaba versos a la vida, a la imaginación, a su propia y difícil realidad” (…) “Pero la cotidianidad de su barrio seguía acaparando la atención de los jóvenes en otro tipo de emociones. Las juergas en las esquinas, el aroma a la piedra, a la marihuana, el licor y el fácil acceso a las armas, facilitaba que crecieran corrillos de jóvenes que se iban vinculando a las pandillas y muchos de estos heredaron la rabia y el resentimiento de sus hermanos, amigos y de su cruda realidad y no perdonaron a “Fu” su pasado”.

Los chompipes de la fiesta: El inicio de la desintegración

A partir del año 2000, Iqui Balam comenzó también a recibir un sinfín de llamadas de diferentes organizaciones que solicitaban su colaboración técnica para organizar y desarrollar eventos y talleres. Durante este tiempo, colaboraron para la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODAGH), los Jóvenes por la Paz y la Democracia, Unicef, el Fondo de la ONU para la Educación, el Festival del Centro Histórico, el Ministerio de Salud, el de Educación y la Procuraduría de Derechos Humanos, entre otros.

A partir de 2001 además, y hasta 2003, el grupo colaboró con un proyecto de Unicef donde diez de ellos fueron contratados para impartieron talleres en Quiché, Chiquimula, Huehuetenango, Zacapa e Izabal. Fue, además, el inicio de una larga colaboración a través de varios proyectos con el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), dirigido entonces por Frank Larue, y de un esfuerzo que se prolongó de forma interrumpida hasta un último intento, de 2007 a 2009, para crear una Casa de la Juventud Como aquellas que vieron en Alemania.

El dinero empezó a entrar a Iqui Balam, y el grupo, poco a poco, se empezó a destruir. Sus reuniones se convirtieron en un espacio para calendarizar fechas, elaborar informes y hablar de finanzas. Las organizaciones solicitaban el apoyo de Iqui Balam, pero sólo contrataban a ocho o diez de los 40 jóvenes que integraban el grupo. Al principio, los que cobraban comenzaron a pagar los pasajes de los que no cobraban, pero poco a poco, las reglas eran más estrictas y el dinero empezó a cobrar más importancia para ellos.

—Nos quisieron convertir en una organización de jóvenes y ahí empezó el declive de Iqui Balam. En las reuniones se pasó de contar lo que te había pasado: ‘me pasa esto, me siento así’, a discusiones como ‘tenemos que hacer un informe para no sé quién, y otro para no sé quién, y esto y lo otro’. Yo sabía que no iba a funcionar. Y, en efecto, no funcionó. Si no, ahorita Iqui Balam debería tener un edificio y grupos por todo el país. —Dice Ángel Cañas, quien en 2004 se desvinculó del grupo y comenzó, por su cuenta, a impulsar el colectivo de rap Aliotos Lokos, considerado uno de los precursores del hip hop en Guatemala.

—Lo malo de esto es que éramos un montón de patojos mocosos que nunca habíamos visto pisto y no estábamos acostumbrados a esta parte, y cuando lo tuvimos nos durmió y nos cegó completamente, —explica Erik Gálvez, Spanki, quien en 2005 dejó el asentamiento y en 2006 se unió a Teatro Andamio Raro donde trabajó hasta 2012.

—Yo trato de hacer el análisis de hasta dónde nos ayudaron y hasta dónde nos utilizaron las organizaciones. Para gestionar fondos, para pedir fondos, para sus proyectos. Tal vez no fue una utilización, pero yo en algún momento lo sentí así, como una utilización. Había una frase que nos decían, que parecíamos los chompipes de la fiesta, que nos llevaban para aquí, para allá. —Reflexiona Jennifer, que al terminar el proyecto con Unicef comenzó a trabajar dentro de la Asociación de Mujeres en Solidaridad.

La entrada de dinero al grupo hizo que comenzaran los problemas con Miguel Gaitán. El joven y entusiasta director de teatro que había comprado su lote en el asentamiento y cedido la mayor parte del terreno para la sala de ensayos, quien había dedicado las tardes de los últimos años de su vida en ayudar a estos jóvenes a salir de la violencia, quien había lidiado con las pandillas, quien había recibido amenazas de muerte, no pudo gestionar los recursos que entraron a través de la cooperación.

Según algunos, los problemas de Gaitán se derivaron de  la mala gestión de los recursos, y según otros de la apropiación indebida de los fondos de un proyecto. Fue entonces cuando, tras una confrontación con miembros de Iqui Balam en una tarde de ensayo, Miguel Gaitán abandonó el grupo y se alejó para siempre del Alioto. A través de cada una de las personas entrevistadas, se intentó contactar con Gaitán, pero no fue posible. Las últimas pistas lo ubicaban trabajando para el programa Escuelas Seguras, pero hace unos meses este fue cerrado por el Gobierno. También se indicó que trabajaba en El Mezquital, en el colegio cristiano Fe y Alegría, donde tampoco fue posible encontrarlo; o en Villa Canales, dando clases de teatro a otro grupo de jóvenes, quién sabe si iniciando un nuevo Iqui Balam. Gaitán regaló su casa a Eber, el Muletas y se alejó de todos los que habían sido sus discípulos.

Pocos de los miembros del grupo que se desligaron de las pandillas pudieron permanecer en el Alioto. Las amenazas de muerte, los asesinatos a familiares, los intentos de homicidio hicieron que muchos de ellos tuvieran que abandonar el asentamiento. Fue entonces cuando la red de apoyo, creada por artistas y organizaciones, comenzó a proteger a estos jóvenes. Maskota fue apoyado por un artista de la capital para salir del Alioto, después de que lanzaran una granada en su casa y más tarde por Caja Lúdica para viajar a España a estudiar circo. Spanki, quien inició sin éxito la travesía por México para encontrar a su madre en Estados Unidos, se integró al regresar al colectivo de Wicho Pineda y se integró en Teatro Andamio Raro. Ángel, quien ya era conocido en el mundo del hip hop también tuvo que abandonar el Alioto bajo amenazas de muerte. También salió Walter Bautista, y otros tantos jóvenes que lo único que deseaban era seguir viviendo su vida.

—Esta es una historia por un lado muy hermosa, pero también muy trágica. A nosotros nos protegió bastante, pero no a todos. Muchos de nuestros hermanos fueron asesinados. También por esa disputa de Iqui Balam, de porqué participan jóvenes de pandillas contrarias. Todo eso está relacionado con lo que ha sucedido después. Por eso el grupo se tuvo que desarticular. Muchos de nosotros salimos de la comunidad porque no podemos estar allá; yo no puedo vivir en Alioto, no es que no esté en la comunidad por decisión mía,  —explica Ángel Cañas.

La actualidad

Pedro Castillo perteneció a Iqui Balam desde  sus inicios. Fue uno de los hermanos mayores, y siguió tratando de reunirlos después de su progresiva desintegración a partir de 2003. Alto, corpulento, con una mirada que parece se le ha ido suavizando con el paso de los años, y un aspecto de padre de familia que dista mucho de la imagen que alguien pueda tener de un pandillero, Pedro, apodado Lukas, pasea por el Alioto mientras saluda a adolescentes, a hombres desde las ventanillas de los carros, a mujeres y adolescentes.

Lleva viviendo en el Alioto desde que se trasladó junto a su familia en 1996 hasta la actualidad. Ahora, vive con su esposa, Karina López, a quien conoció hace 20 años en Iqui Balam, y dos hijos pequeños. Trabaja en la coordinadora de la Juventud de Villa Nueva, ubicada en la colonia Enriqueta, donde imparte talleres a los jóvenes y además, representa el papel de Chepito en actuaciones clown. Al igual que los demás, atribuye seguir con vida a su incorporación en Iqui Balam.

—Al empezar con el grupo de teatro, empiezo a desligarme de mis cuates. Aprendí las estrategias de Miguel: mientras tu mente está ocupada en cosas productivas deja de pensar en cosas improductivas. Él descubrió mi talento. El me descubrió. Antes de eso era un relax. Las persecuciones, las armas. Ahora estoy en contra de las armas. Me gusta más el arte, la vida, el color, la cosmovisión. A mí el teatro me lo ha dado todo. Yo me hubiera muerto, probablemente. —Explica Pedro, ya convertido en un hombre adulto.

Para poder quedarse, en aquellos tiempos convulsos en que muchos huyeron, Pedro se adhirió a una iglesia. Otros atribuyen su salvoconducto a la protección que le daba uno de sus hermanos, líder de una pandilla, que le permitió seguir involucrado tanto en el arte como en su comunidad, mientras lograba distanciarse de la pandilla. En 2005 fue uno de los protagonistas de un documental, llamado Barrio, dirigido por Walter Cruz, con el colectivo La Camioneta.  El documental, una tajada de la vida en el Alioto —pandillas, extorsiones, asesinatos, niños, madres abandonadas—,  tenía como personaje principal a Luis Escobedo, y como segundos protagonistas a Pedro Castillo y  a Manuel Orozco, Fu, con la música de Ángel Cañas, ya integrante de Bacteria Sound System y muchos de los demás niños que formaban parte de Iqui Balam como actores secundarios.

En 2006, con CALDH y la asistencia de HIVOS, Pedro Castillo hizo de militar en La Ronda de la Verdad, una obra de teatro que trataba sobre el conflicto armado y que escenificaron por todo el país. Además, Pedro fue el encargado de crear La Casa Joven Iqui Balam en 2007, un punto de encuentro para jóvenes para prevención de la violencia.

En un recorrido por el asentamiento hasta llegar a la que fue la sala de ensayos del grupo, atraviesa un campo de fútbol de tamaño reglamentario, que funciona como epicentro de las actividades del barrio. Las calles ya están asfaltadas y desde el inicio de la gestión del alcalde Edwin Escobar fueron instaladas cámaras de seguridad que alejaron, hasta cierto punto, los puntos de venta de drogas. El campo está rodeado por decenas de ventas callejeras de fruta y verdura, tiendas de electrodomésticos y bancos. A un lado de la pista de fútbol, junto a una pequeña cancha de baloncesto, un grupo de niños inhala pegamento. Pedro lamenta que eso suceda frente a la escuela de párvulos. Un poco más adelante, está la escuela de primaria, en el mismo lugar donde estuvo la primera escuela de láminas y maderas. En la puerta, una placa de  la Organización de Mujeres en Solidaridad recuerda a los vecinos el primer apoyo que recibieron cuando solo eran un conjunto de champas sobre piso de barro. Más adelante está el instituto de educación básica,  para el que según cuentan cada alumno tuvo que llevar un block para poder inscribirse.  

Según una base de datos recogida para el Pacto Hambre Cero, sobre indicadores de pobreza por comunidad, el asentamiento Mario Alioto, de acuerdo al censo de 2002, seguía siendo uno de los más pobres de Villa Nueva. Tenía un 34% de desnutrición crónica, la tasa más alta de las comunidades del municipio, una ocupación de 3.6 miembros por habitación, y solo un 35% de las casas tenía un lugar exclusivo para cocinar. Aunque sea difícil acceder a cifras de violencia del asentamiento,  la percepción de los vecinos es que esta ha disminuido con respecto a la década de los 2000, pero Mario Alioto sigue siendo catalogado como una zona roja. Muchos padres impiden a sus hijos salir de sus casas y las calles siguen siendo un caldo de cultivo para las pandillas.

En unas calles más arriba de la entrada al asentamiento, en el límite entre el sector sur y el sector norte del Alioto, Castillo se detiene en la banqueta, abre los brazos y posa para la foto: “Aquí ensayábamos”, recuerda. Unos pasos más adelante, frente a una abarrotería, está su madre, doña Elvia o “mama Elvia”, la mujer que daba su casa para que los muchachos que ya se fueron ensayaran.

Spanki Gálvez acompaña la visita por el asentamiento, llegó con una mezcla de nostalgia y con el objetivo de producir algún día un documental sobre Iqui Balam. Un par de calles más arriba de la esquina donde el grupo comenzó a ensayar cuando fueron expulsados de la escuela, se topan con una casa de dos pisos de block pintada de rojo, una iglesia evangélica llamada “Cristo Sana y Salva”. Ambos la miran.  Se sientan en la baqueta justo en frente de la iglesia: “Esta era la casa de ensayos de Iqui Balam. Aquí veníamos”, recuerda Castillo. Empiezan a rememorar. Cuando los pandilleros llegaban a buscar a alguno de los miembros del grupo para saldar cuentas pendientes, cuando llovía, cuando, al marcharse del Alioto, Gaitán donó el lote a Eber Hernández “El muletas”. “Te acordás cuando vino ese pisado de James Olmos, con aquel cuate Ben Becket, que era su novio”. “No era su novio”. “Bien, era su novio”. 

[frasepzp2]

ANGEL CAÑAS

En 2003 Ángel Cañas también salió de Alioto y se concentró en su proyecto de rap Aliotos Lokos. Durante estos años, además, creó el movimiento Revolución Hip Hop, considerado el precursor del hip hop en Guatemala, que se reunía mensualmente para organizar diferentes actividades de break dance, rap y grafiti. En 2007, impulsó, junto otros artistas locales –DJ Fla-K, Básico 3-.el colectivo Bacteria Sound System, un entusiasta y bien consolidado movimiento de rap, reggae y dancehall. Bacteria Sound System ha grabado seis discos. El videoclip, la Virula, tiene actualmente más de 272,000 vistas en youtube.

Ángel además recibió el curso de capacitador cultural de Caja Lúdica y siguió involucrado en el teatro. En 2006 dirigió la obra Enterremos la memoria y la obra, así como “la danza de la vida”, que integrantes de Iqui Balam interpretaron por toda Guatemala.  En 2014 se realizó el montaje de la obra de teatro “La Eskina”, bajo la dirección de Kame (Ángel Cañas).

Juan Manuel Orozco

 Juan Manuel Orozco Fu, el hermano mayor de Ángel, fue uno de los principales líderes de Iqui Balam, uno de los hermanos mayores, uno de los principales talentos del grupo y uno de los que intentó con más fuerza salir del mundo de las pandillas. Fu era poeta, actor, payaso, quien desde el inicio fue contratado por las organizaciones que llegaron al asentamiento, como AMES y posteriormente GTZ, también por el PNUD. Colaboró con Teatro Andamio Raro, con Rayuela Teatro Independiente y Teatro Tierra. A pesar sus esfuerzos por alejarse definitivamente de la pandilla, no le fue posible y a pesar de que las amenazas cada vez eran más duras,  Fu se negó a abandonar su comunidad. En 2007 tuvo lugar el primer atentado.  Fu recibió cinco disparos de un niño de 15 años que le dejaron en silla de ruedas.

En 2008 comenzó a trabajar en Escuelas Abiertas, como tallerista, pero la pandilla seguía sin olvidarlo. El 5 de abril de 2009, mientras se encontraba con Walter y Saulo, dos jóvenes en una motocicleta le pegaron dos tiros en la cabeza, que le arrebataron la vida. En aquel momento, se manejó el móvil de conflictividad entre pandillas, pero nunca se resolvió el crimen, ni llegó a un juzgado.

Chuqui o el Señor Estilos

Saulo Fernando González Estrada- fue un reconocido grafitero, diseñaba y comerciaba una línea de ropa. Saulo, quien fue herido en el asesinato de Fu, y quien también se negó a abandonar el Alioto fue uno de los más entusiastas en retomar el proyecto de Iqui Balam. Sin embargo, tampoco le perdonaron el haber abandonado la pandilla, y el 30 de mayo de 2009, en la celebración del aniversario de la muerte de un compañero del Alioto, lo mataron a él y a otros cinco compañeros. En aquel momento, Saulo también trabajaba como monitor dentro del programa Escuelas Abiertas.  El crimen se encuentra en investigación.

Spanki Gálvez

Salió del asentamiento en 2005 y tras un intento frustrado de llegar a los Estados Unidos regresó al país. En 2006 se unió al colectivo Teatro Andamio Raro donde estuvo trabajando hasta 2012, participando en obras como Mota o Tierra. En 2012 se acercó de nuevo al colectivo La Camioneta y comenzó a grabar con productora Emancipa Producciones, los incidentes provocados a raíz de la reforma normalistas. En 2013 elaboró, junto a Ana María Escobar, el documental La propuesta impuesta, sobre la reforma normalista, incluido en 2014 en el ciclo de cine “Memoria, Verdad y Justicia”. Spanki partes colaborador del Centro de Medios Independientes (CMI), e investigación y recopilación de archivo para elaborar un documental.

 

Fredy Turcios

Maskota en 2003 se involucró en el colectivo Caja Lúdica y en 2004 logró con apoyo de esta organización viajar a España a estudiar circo, donde se graduó en la escuela de circo La Carampa de malabares y  en Escuela Charivari de aéreos. Vivió en Barcelona, Berlín (Alemania), en Toulous (Francia) y Génova, Italia. Después de recorrer Europa, en Guatemala impulsó el colectivo Guatecirco con Panchorizo y Malandrus Circus. En la actualidad, ofrece talleres de telas en la zona 1 y realiza actuaciones como clown para centros comerciales, comunidades y fiestas.

Jennifer Cogoux

Jennifer Coguox tuvo su primer trabajo en una organización con 16 años, fue una de las primeras contratadas por la agencia de cooperación alemana como facilitadora. En el 2001, con 19 años,  Jennifer Coguox tuvo una hija con uno de los integrantes de Iqui Balam, a quien se llevaba mientras impartía los talleres junto a UNICEF por todo el país.  A terminar estos talleres, en el año 2003, fue contratada por la Organización de Mujeres en Solidaridad (AMES) y comenzó a estudiar antropología en la USAC. Durante los dos últimos años mientras cerraba su licenciatura, trabajó en la Cruz Roja y ahora trabaja en el proceso electoral en el Tribunal Supremo Electoral mientras elabora su tesis de licenciatura sobre el contexto de la juventud en el asentamiento Mario Alioto.

Pedro Castillo

Pedro Castillo fue uno de los integrantes de Iqui Balam que permaneció en el Alioto. En 2007, dice haber colaborado colaboró en la producción de un documental colombiano, pero ya no recuerda el nombre. En 2007 montó, junto a CALDH, una casa de la Juventud en Villa Nueva, la casa de la juventud Iqui Balam, que permaneció hasta 2009. Actualmente, trabaja en la coordinadora de la juventud de la municipalidad de Villa Nueva municipio, ubicada en la colonia Enriqueta.

 

 

Autor
Autor