En efecto, las estadísticas de educación obtenidas a través de las diversas versiones de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi) evidencian la existencia de baja movilidad social educativa en el país, igual a 0.30 de un máximo posible de 1.0. La movilidad educativa en Guatemala en el año 2000 era menor que la observada en otros países de América Latina, tales como México, con 0.61, y Perú, con 0.65.
La educación del padre determina entre 15% y 37% el nivel educativo de los hijos. El grado de determinación es más bajo en el grupo étnico indígena y en el área rural, así como más alto en mujeres y en el área urbana. En la variable edad, los resultados indican una mayor determinación en la cohorte de más de 40 años.
En la primera década del presente siglo se registró una tendencia creciente en la movilidad social educativa en Guatemala, con aumento promedio de un punto porcentual anual. El análisis según grupo étnico muestra aumento de la movilidad social educativa tanto del grupo étnico indígena como del no indígena. Sin embargo, en este último caso la movilidad muestra una tendencia creciente, mientras que en el primer caso muestra estancamiento en 2011. Según sexo, la movilidad social educativa durante el período 2000 a 2011 aumentó más para las mujeres, de 0.19 a 0.35, que para los hombres, de 0.33 a 0.45. En consecuencia, la brecha entre la movilidad social educativa entre hombres y mujeres se redujo. Por cohortes de edad también se observa una tendencia creciente de este indicador, siendo mayor la movilidad entre quienes tienen 40 o menos años de edad que entre quienes son mayores, con 0.53 contra 0.38. La movilidad social educativa aumentó tanto en el área urbana como rural, pero en la primera el índice se estancó en 2011 y aumentó en el área rural. Como resultado, a ese año, el área rural evidenció mayor movilidad educativa que el área urbana.
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Aunque los datos muestran una tendencia creciente de la movilidad social educativa en el período 2000 a 2011, el aumento fue reducido. Por consiguiente, dicha movilidad en Guatemala continuó siendo baja. En el mejor de los casos, es en el área rural y en las personas menores de 41 años donde se observan los mayores índices de movilidad social educativa. Los índices más bajos se observan en las mujeres, las personas mayores de 40 años y en el área urbana.
Siguiendo a Bordieu y Passeron, surge la pregunta: ¿Pueden interpretarse los índices de baja movilidad social educativa como expresión de la reproducción de las desigualdades sociales existentes en el país? La evidencia empírica apunta a que la respuesta es sí, ya que predomina la movilidad de corta distancia, mientras que es reducida la movilidad de larga distancia. Lo anterior se traduce en que los hijos de padres con escasa educación tienen mínimas probabilidades de alcanzar la educación superior. Como lo reflejaron las matrices de transición, es casi seguro que una de cada dos personas reproduzca el nivel educativo del padre, solo una de cada 16 logrará obtener diploma de bachiller o equivalente. Los hijos de padres con este nivel educativo reproducirán el mismo en uno de cada dos casos, solo uno de cada tres logrará ingresar a la universidad; mientras que los hijos de padres con estudios universitarios reproducirán dicho nivel en dos de cada tres casos. En Guatemala, más que hablar de movilidad social educativa, se debe hablar de reproducción social educativa.
Guillermo Díaz es economista con doctorado en sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Ha desempeñado cargos directivos en el sector bancario, sector gobierno y organismos internacionales. Es en la actualidad director académico del Departamento de Economía Empresarial de la Universidad Rafael Landívar.
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