Es eso precisamente lo que está sucediendo en nuestro país en cuanto al mal manejo de la pandemia por parte del Gobierno de Guatemala en contubernio con algunos diputados miembros del pacto de corruptos. En lugar de soluciones nos dan espejismos, irrealidades, y nos hacen creer que tienen buenas intenciones políticas.
El Gobierno y el Ministerio de Salud tuvieron una gran oportunidad. En sus manos tuvieron un enorme y gordo presupuesto para invertir en la imperativa necesidad de fortalecer y hacer crecer la red hospitalaria y el resto del sistema de salud pública, incluyendo aprovisionamiento de insumos, contratación de personal, construcción de hospitales y de puestos y centros de salud, compra de vacunas, programas de prevención, etc. Sin embargo, en 17 meses no hubo intentos de satisfacer dichas necesidades. Como un escuelero que se ha pasado todo el ciclo incumpliendo sus obligaciones, demostrando irresponsabilidad e intentando calentar la lección un día antes del examen final a sabiendas de que es una causa perdida, el Gobierno quiere enmendar su ausencia e ineficiencia con otro estado de calamidad y en 30 días corregir lo que no quiso hacer en más de 500. Además de no ejecutar el presupuesto de salud, se le hicieron recortes a este en programas tan indispensables como los de nutrición infantil o en presupuestos como el del hospital temporal del Parque de la Industria y los de otros hospitales para atención de covid-19. Las bajas cifras de vacunación se han conseguido gracias a innumerables y bondadosas donaciones de otros países. De otro modo, el panorama sería aún peor que el actual.
Esa insistencia tan necia de promover estados de calamidad va acompañada de la intención de utilizarlas como una herramienta para efectuar compras y adquirir productos casi sin censura y sin candados. Prueba de ello es que un buen número de esas compras son de muchas cosas que nada tienen que ver con insumos hospitalarios, como esa reciente, urgente, apresurada y millonaria compra de textiles y de ropa publicada en Guatecompras, que supera lo invertido en salud. Hoy, en el Congreso de la República, el pacto de corruptos se fracturó y el estado de calamidad no alcanzó suficientes votos, lo que brinda otra oportunidad para un balance de poderes. Esta vez los diputados tienen una oportunidad de limpiar lo inmundo que han sido las últimas gestiones legislativas. Esperamos que las pocas voces limpias del Congreso hagan conciencia en dicha entidad y que sean los intereses de la población los que prevalezcan en ese hemiciclo tan desgastado y manchado. Los pocos buenos diputados tienen esta gran oportunidad. El estado de calamidad no pasó, pero el estado en calamidad que empezó el 14 de enero de 2020 puede hacer retroceder más al país si así lo permitimos.
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Tanto el Ejecutivo como el Legislativo tienen un reto, una obligación, un compromiso: hacer todos los esfuerzos y todas las gestiones que se requieran para fortalecer el sistema de salud pública y hacer crecer la red hospitalaria. Esta vez fue el covid-19 el que puso en evidencia lo débil del sistema. Otras pandemias van a seguir asolando la salud de la población (cáncer, violencia, infecciones, desnutrición) y seguirán poniendo el sistema a prueba. Debemos aprender de esta dolorosa lección. La salud pública debe ser prioridad en la agenda política diaria y en las tomas de decisiones ejecutivas.
Para enfrentar el covid-19 se requieren verdaderas estrategias científicas, como las campañas de educación en salud, vacunación masiva y fortalecimiento de la red hospitalaria, más que simples restricciones de movilidad sin otras acciones. Por supuesto que reuniones masivas como fiestas y celebraciones deben ser prohibidas y restringidas temporalmente. Debe permitirse una ordenada actividad social con medidas de prevención.
La lucha contra el covid-19 se va a librar en las sesiones del Congreso y en las decisiones del Ejecutivo. Pero también es vital la participación activa del ciudadano, que, además de demandar una buena gestión, debe colaborar activamente a su salud y a la de los demás. Las acciones de todos harán que el pasado vivido haya dejado una lección aprendida, que el presente sea digno y que el futuro sea mejor. Hoy debemos hacer patria y salir de este estado en calamidad.
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