Guatemalteca deportada desea regresar a EEUU
Guatemalteca deportada desea regresar a EEUU
Un año y dos meses bastaron para que la aventura emprendida hacia Estados Unidos por la guatemalteca Elsa Sajbaj en busca de oportunidades, se convirtiera en desventura el 12 de mayo de 2008.
“Nos pusieron esposas, nos amarraron de manos y pies”, recuerda la mujer. Elsa fue arrestada por agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas de EU en Postville, Iowa, al noreste del territorio, junto con otros 389 migrantes irregulares (289 originarios de Guatemala), mientras trabajaba para la procesadora de productos cárnicos Agriproccesors.
“Estuvimos cinco meses en la cárcel y luego nos deportaron en el mes de octubre de 2008”, relata desde la comunidad de San José Calderas, situada en el noroccidental municipio de San Andrés Itzapa, Chimaltenango.
La redada de Postville pasó a la historia como la más grande efectuada en un lugar de trabajo en EEUU. Además porque os migrantes irregulares que ahí trabajaban fueron tratados como delincuentes, ya que les colocaron cadenas y brazaletes electrónicos, los esposaron y apresaron con la orden oficial “de arresto de criminales”.
Eso sólo fue la estocada final. “En la empresa nos trataba mal el encargado. Nos gritaba y nos decía que sólo a las mexicanas les daba trabajo más suave y nos ponía el más pesado a nosotras”, cuenta.
Paradójicamente, Elsa reconoce que su situación económica nunca fue mejor. “Me pagaban 7.25 dólares por hora y sacaba 300 o 309 dólares a la semana”, lo cual le permitía incluso salir a pasear de vez en cuando.
Pero su situación vino a menos cuando regresó a Guatemala en octubre de 2008 al punto que desde entonces no ha logrado mejorar su situación económica.
Por ahora, esta madre soltera de 28 años sobrevive de vender verduras en el mercado de San José Calderas con lo que gana unos 4 dólares y medio al día y, también gracias al apoyo de su hermano que le ha dado posada en su casa, pero eso no le es suficiente.
Su escaso nivel educativo (sexto grado de primaria) tampoco le permite acceder a mejores oportunidades de trabajo. “Debo entre 9 mil y 10 mil quetzales que me prestaron para mi viaje y no tengo como pagarlos”, lamenta.
Sus gastos se han elevado aún más porque ahora tiene alguien a quien alimentar: su hijo Deiber Manuel, de dos años y medio.
Esta situación la hace pensar en regresar a EEUU aunque teme que la desdicha se repita: “Yo sí me animo a regresar por la deuda que tengo pero me asusta un poco eso de Los Zetas”, dice en referencia al cártel mexicano del narco acusado de masacrar a decenas de migrantes en la ruta a EU.
Julia González, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en Guatemala, quien investigó el caso de Postville, cree que la situación ahora de las mujeres es igual o peor de cuando se fueron a EEUU.
“Son mujeres que aquí habían tenido experiencias de trabajo reproduciendo los roles femeninos como empleadas de casa particular o como trabajadoras agrícolas, pero sin recibir un salario”, explica.
“Entonces se van y en EEUU tienen un trabajo con un ingreso para ellas y regresan aquí a estas estructuras patriarcales de dependencia de los padres o de la pareja y no tienen un empleo”, además de que ahora tienen hijos y deudas, agrega.
En tanto, hay una demanda contra Agriprocessors por las violaciones a Derechos Humanos que ahí ocurrieron. “Pero no han prosperado aunque se contrataron a menores de edad y se violaron las leyes”, concluye González.
Esta nota es publicada con la autorización de Cimacnoticias.
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