Julio Martínez y Nils Saubes: Dos visiones sobre cómo gestionar los riesgos y reducir la vulnerabilidad
Julio Martínez y Nils Saubes: Dos visiones sobre cómo gestionar los riesgos y reducir la vulnerabilidad
Julio Roberto Martínez Figueroa, el oficial de prevención de crisis y recuperación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Nils Yvan Saubes, geógrafo e investigador científico especializado en temas ambientales, entrevistados por separado, ofrecen sus lecturas particulares sobre las posibles causas de la catástrofe derivada de la erupción del volcán de Fuego, el pasado 3 de junio; hablan, fundamentalmente, sobre la vulnerabilidad como un fenómeno global y sus relaciones con la gestión de riesgos, la comunidad, la educación, la vivienda, la migración...
Dos expertos en gestión de riesgos y reducción de la vulnerabilidad, en entrevistas hechas por separado, explican desde sus perspectivas particulares ¿Por qué Guatemala es un país tan vulnerable y propenso a los desastres naturales? Hablan de políticas públicas para la mitigación y de cómo la educación forma una parte importante en la prevención sistemática de estas tragedias.
El geógrafo francés, Nils Yvan Saubes, con una visión crítica, aborda el tema desde la desventaja histórica de los sectores vulnerables y el desinterés de las autoridades. En tanto que Julio Roberto Martínez Figueroa, desde una posición institucionalista, exhorta a la población a sumarse a los esfuerzos de prevención y a hacer sinergia entre comunidades y autoridades.
Saubes es investigador en temas de agua y cambio climático. Durante los últimos seis años trabajó en el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente (Iarna) de la Universidad Rafael Landívar, donde realizó estudios hidrológicos para la conservación del agua en la ciudad capital. Ha hecho estudios sobre amenazas y riesgos en el país. Su experiencia en ciencia ambiental, manejo de aguas y geoinformática, así como el trabajo que ha realizado en Guatemala, lo presentan como un experto ecléctico y de alta capacidad.
Martínez Figueroa es el oficial del programa de prevención de crisis y recuperación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Como tal, ha realizado investigaciones y trabajo relacionado a la resiliencia y los puntos de riesgo del país. Martínez y el PNUD han colaborado con otras instituciones guatemaltecas, como Conred y Segeplan, para la teorización y ejecución del manejo y la organización de sectores en riesgo, y para la prevención de desastres.
¿Por qué ocurren tragedias como la del volcán de Fuego, del pasado 3 de junio?
Julio Martínez: Debido a las características socioeconómicas que tiene el país, hay una gran cantidad de personas que tienen un índice de desarrollo muy bajo y, lógicamente, están asentados en las peores tierras, en sitios con mayor vulnerabilidad. Sin embargo, no tiene que ser así. Y parte de la responsabilidad proviene de la población, pues es su deber estar informada. Una comunidad debe de estar organizada e informada, para así identificar cuáles son los riesgos de su hábitat. El riesgo y la desinformación dan lugar a ese tipo de eventos que atentan a la seguridad humana.
Nils Saubes: Por un lado, tenemos la realidad biofísica de Centroamérica que provee una serie de fenómenos naturales, incluyendo el volcanismo, que son de alta peligrosidad. Pero, estas tragedias ocurren porque hay una situación de vulnerabilidad que ha sido construida históricamente por la misma sociedad. Estas poblaciones están asentadas en sitios de riesgo, en barrancos o en las laderas de un volcán activo, por la falta de oportunidades. No es que estas personas no estén al tanto del peligro que tienen al vivir ahí. Pero han sido forzadas a construir en estos sectores. Estas situaciones son producto de dinámicas sociales propias de Guatemala que comprenden, principalmente, la exclusión. Históricamente las mejores tierras han sido acaparadas por las potencias coloniales, luego por la oligarquía. Los campesinos y las poblaciones indígenas no han tenido acceso a estas tierras y su mejor oportunidad ha sido irse a asentar a esas laderas y aprovechar ese poco de tierra fértil cerca del volcán. También debemos hablar de negligencia, claro, porque se conoce esta situación y no se hace nada al respecto.
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¿Hasta qué punto son predecibles estas tragedias?
Martínez: Sí hablamos de fenómenos geofísicos, estos no son predecibles. Contrarios a los hidrometeorológicos. Por ejemplo, ahora mismo nos están alertando de una tormenta que se está formando en el océano Atlántico y que, posiblemente, afectará las costas de Guatemala. Pero los fenómenos geofísicos no son predecibles. Lo que sí sabemos es que vivimos en un territorio altamente sísmico y con volcanes activos y deberíamos planear alrededor de esta condición.
Saubes: Son predecibles partiendo del hecho de que el riesgo existe y mal manejo también. El riesgo no es algo que sufrimos de una fuerza externa. Cada país toma sus riesgos. Japón, por ejemplo, tomó el riesgo al apostar por la energía nuclear y en 2011 ocurrió el desastre de Fukushima. El riesgo es algo que se toma. Pero claro, en una sociedad tan desigual como la guatemalteca, no asumimos todos los mismos riesgos. Hay una población que asume más riesgo que otra y que, por el desinterés de las autoridades, hacen que estas tragedias ocurran con frecuencia.
¿Podemos, entonces, planificar alrededor de estas tragedias?
Martínez: Para planificar debemos trabajar en la gestión de riesgos. Esto debe ser algo de día a día. Como individuos debemos siempre estar identificando riesgos. Pero no lo hacemos. Esta es una carencia cultural que, de mantenerla, no nos va a permitir planificar.
Saubes: Sí. Deberíamos. Con base a la información que tenemos y el historial del país podemos planificar. Pero ¿qué fue lo que pasó el domingo (3 de junio)? Estamos hablando de una carencia en el sistema de monitoreo, un andamiaje institucional débil, una Conred que determinó que la situación no representaba un peligro, un Estado cooptado que no está al servicio del bien común. Con estas variantes no se va a planificar alrededor de las tragedias.
Hay mucha información sobre la relación entre la vulnerabilidad y la pobreza. Parece que una es el resultado de otra, que la pobreza invita a la vulnerabilidad, pero también la vulnerabilidad amplifica la pobreza. ¿Cómo se genera esa relación?
Martínez: La vulnerabilidad se construye. Por supuesto que el hecho que las personas no tengan la capacidad de acceder a medios de vida adecuados los hace más vulnerables, pero es a través de estas acciones, de asentarse en lugares de peligro, cuando se construye la vulnerabilidad. Si por tener pocos recursos se construye en una ladera, desde ahí se empieza a construir la vulnerabilidad.
Saubes: La pobreza es el producto de la exclusión generalizada. La exclusión proviene de una fuerte dinámica de la sociedad guatemalteca que produce la pobreza, la desnutrición, la exposición al riesgo, la vulnerabilidad. Todo eso es un producto histórico. Va todo de la mano. Se trata de impulsar un desarrollo integral e incluyente que permita generar oportunidades a la mayor parte de la población. Es necesario reducir el riesgo, y esto se logra reduciendo la pobreza y la desnutrición, aumentando la educación, generando oportunidades para toda la población.
¿Cómo se debe reducir la vulnerabilidad?
Martínez: Identificando los riesgos. Y asumiendo que la capacidad está en cada persona, no solo en las instituciones. Por ejemplo, en mi oficina, no tengo objetos en altura, porque sé que durante un movimiento sísmico este edificio oscila como bandera. Así es como uno va aminorando los riesgos y se vuelve resiliente. Uno se hace vulnerable tomando malas decisiones.
Saubes: Normalmente el reducir la vulnerabilidad del país y asegurar el bienestar de sus habitantes es el fundamento de un Estado. Si se asegura el bienestar de la población, si se generan oportunidades y gestionan viviendas adecuadas, algo que el Estado debería hacer, entonces se reduce la vulnerabilidad.
Según su experiencia, ¿existen políticas públicas de largo plazo y con visión estratégica para hacer frente a la vulnerabilidad sistémica?
Martínez: Sí las hay. Existe la ley de Conred que se dedica a crear coordinadoras de reducción de riesgo que van desde lo nacional, departamental, municipal hasta llegar a lo comunitario. Estas leyes buscan organizar al país y empoderar a la población. Es una política pública que debe ser aplicada, por supuesto, pero esto no solo depende de los funcionarios públicos, depende de las personas. Todos debemos ser parte de las coordinadoras. Si una comunidad está organizada, se pueden reducir los riesgos. La ley de Consejos de Desarrollo es excelente, pero para que sirva la gente debe conocerla, aplicarla y repetirla.
Nils Saubes: En el Iarna dimos seguimiento al proceso de reforma de ley y reglamento de la Conred, que fue impulsado por el Banco Mundial y el mismo gobierno. Este esfuerzo lo veíamos como un paso necesario para el tema de leyes sobre vulnerabilidad, pues la Conred siempre ha sido una institución débil. Las leyes existen, pero la Conred las implementa débilmente.
Qué es lo más adecuado, ¿mitigar las vulnerabilidades o trabajar en la resiliencia del país?
Martínez: Lo más adecuado es no construir vulnerabilidades y riesgo. Al no construir, no hay nada que mitigar. Si construyes las vulnerabilidades por supuesto que hay que reducirlas. Pero el desarrollo debe conllevar el evitar construir situaciones de riesgo. Los desastres no son naturales, los fenómenos sí. Cuando se manifiestan los fenómenos ocurren los desastres. Lo mejor es no construir riesgos. Luego, el tema de reconstrucción o recuperación debe ser acompañado con una visión de no repetir riegos previos. Evitar riesgos, esa es la ruta adecuada.
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Saubes: El concepto de resiliencia es peligroso, especialmente para un país como Guatemala. La resiliencia viene de la capacidad de absorber un golpe y poder regresar al estado inicial. Sin embargo, si aplicamos este concepto a Guatemala, no sirve para nada, pues el estado inicial es deficiente, es un estado al que no queremos regresar. Es decir, si una comunidad cuyo estado inicial proviene de una serie de problemas sistémicos y recibe un golpe, esta comunidad no va a querer regresar a su estado inicial, un estado que quizás incluso propició ese golpe. Yo apostaría por la reducción de vulnerabilidad, pues llama a cambios estructurales que evitan futuros desastres.
Las tragedias en Guatemala parecen ser todas similares. ¿Cómo explica esa repetitividad?
Martínez: Porque parten de las mismas condiciones: las personas viven en situaciones de riesgo y no hay empoderamiento; las personas no están involucradas en la gestión de riesgo ni en tratar de reducirlo.
Saubes: Acá un desastre llama a más desastres. No diría que se parecen, sino se empeoran entre sí. El caso del Cambray es muy ilustrativo. Ocurrió y no se hizo nada. Luego estas personas regresan a instalarse en lugares vulnerables y se vuelven a poner en riesgo. Estos desastres provienen de desastres anteriores y así se perpetúa la vulnerabilidad, pues el riesgo se mantiene y la situación de vulnerabilidad no se ha reducido.
Para tratar estas vulnerabilidades se habla también de introducir temas de gestión de riesgo en las aulas y en el día a día de las empresas. ¿Cuál es la importancia de esta estrategia a largo plazo?
Martínez: Es lo que venimos hablando, de empoderar a la gente. Si una persona conoce su entorno, los riesgos a los que está expuesto y se involucra, entonces se pueden reducir los desastres. Pueden también actuar por su propia cuenta y no esperar instrucciones de una institución. Esa es la importancia. Pero somos una cultura indolente y poco participativa. Las personas tienen que participar en la planificación del territorio donde viven, y así ir planificando, a futuro, el desarrollo de su entorno, de su comunidad y saber leer los riesgos.
Saubes: Es la clave de generar una cultura de riesgo. Por ejemplo, vivimos en un país donde hay, por lo menos, tres volcanes activos que sacan flujos piroclásticos. Sin embargo, poca gente sabía qué eran estos flujos. En un país como Guatemala esto debería ser parte del lenguaje común, debería ser parte de la educación básica de los niños. Este tipo de educación también propicia que la gente conozca su condición y su entorno. Con este tipo de información podemos influir en la percepción de las personas y crear una cultura de prevención de riesgos y formar personas capaces de tomar sus propias decisiones.
¿Cree que el país tiene lo necesario para prevenir estas tragedias?
Martínez: Tenemos a las personas, que es lo más importante. Ahora, lo difícil es el empoderamiento de esas personas.
Saubes: No creo que el país tenga lo necesario. El Insivumeh (Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología) carece del equipamiento adecuado para monitorear con más fineza y más detalle los procesos geológicos. Cada comunidad debería tener alguien capacitado para analizar la situación y tomar decisiones. La Conred continúa siendo una institución muy débil. Cuando yo era estudiante hice prácticas en Filipinas y aprendí de cómo fue manejada la erupción del monte Pinatubo en 1991, que fue una de las erupciones más fuertes del siglo XX. A pesar de que fue un evento que no se podía prever, a las primeras alertas se tomó la decisión de evacuar y hubo pocas muertes como resultado directo de la erupción. Guatemala no tiene ese sistema de evacuación bien gestionado.
¿Qué pasa ahora? ¿Cuáles son los efectos posteriores de una tragedia como la del volcán de Fuego? ¿Debemos prever pobreza extrema, migración…?
Martínez: Ahora viene un proceso de recuperación. Necesitamos recopilar información para poder diseñar participativamente un proceso que oriente a un desarrollo menos vulnerable. Necesitamos una buena evaluación integral para ver todos los sectores que fueron afectados, el sector social, económico, cultural. Con esta información podemos planificar para que no se repitan estos riesgos.
Saubes: Debería venir un proceso de reinserción social. Muchas de estas personas se quedaron sin nada y van a tener que construir desde cero en otro entorno. Puede que regresen al campo, pero es posible que migren a la capital o incluso a Estados Unidos. El terremoto de 1976 arrojó datos muy interesantes sobre la migración, pues como el daño se produjo mayormente en las áreas rurales, mucha gente emigró a la capital. Pero como no tuvieron el apoyo del Estado y no tenían recursos para ubicarse en un sitio adecuado, se ubicaron en los barrancos u otros sectores en riesgo. Las grandes catástrofes generación migración. Cuando el área donde estas personas vivían se volvió inhabitable, su medio de vida dejó de existir y eso genera desplazamiento. Algunas quizás se muevan a Escuintla. Me gusta pensar que esto también va a generar algún tipo de organización comunitaria y a través de eso van a reducir su riesgo, pero esto solo puede ser potencializado con el acompañamiento del Estado.
¿Qué debería brindar el Estado a las víctimas para asegurar su bienestar?
Martínez: En este momento lo que necesitan es protección. Luego es necesario organizarlas e integrarlas para que formen parte en una planificación de recuperación, darles a entender por qué ocurrió el desastre y empoderarlas para que sean sujetos activos en la prevención de una catástrofe similar.
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Nils Saubes: Reinserción social completa. No hablo solo de brindarles una nueva vivienda. Debe ser multi-dimensional. Debe ser impulsado un plan que tome en cuenta la vivienda, pero también empleo, medio de vida, salud, educación, acompañamiento psicológico. Estas son personas que no solo perdieron su hogar, perdieron familiares, su red de contactos laborales, fuente de alimentación y educación.
¿Cree que el país tiene lo necesario para combatir los efectos posteriores de una tragedia?
Martínez: Sí tiene todos los elementos. El país cuenta con todas las estructuras administrativas a nivel nacional, regional, departamental, municipal y comunitaria para aplicarlas. Se cuentan con políticas públicas y protocolos. Con todo eso se puede hacer perfectamente un proceso de recuperación adecuado alrededor de las personas afectadas.
Saubes: Los medios existen. El país los tiene. Lo que pasa es que la forma en que está conformada la sociedad no permite el bienestar de estas personas. Sin eso, las dinámicas de construcción solidaria e incluyente no van a ningún lado.
Según su experiencia, ¿cree que los esfuerzos para mitigar las vulnerabilidades y sobrellevar tragedias han mejorado o empeorado durante los últimos años?
Martínez: Se han lanzado y puesto en marcha varias estrategias, disponibles para todos. Segeplan (Secretaría General de Planificación y Programación de la Presidencia) orienta a todos los entramados del país, de lo comunitario a lo nacional. Existe el acompañamiento y orientación del gobierno. Pero aún hace falta el involucramiento y la organización de las personas. Solo cuando se involucre la población podemos tener los cambios que ofrecen estas políticas públicas.
Saubes: Yo no creo que hayan mejorado. La situación de vulnerabilidad es la misma o peor. La vulnerabilidad se perpetúa de catástrofe en catástrofe. Y los desastres recientes ejemplifican perfectamente cómo no hay una gestión para mitigar estas vulnerabilidades y proteger a la población.
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