Vanessa Guillén, de origen mexicano, tenía el rango de soldado de primera clase en las fuerzas armadas de Estados Unidos. La base militar de Fort Hood, ubicada en Killeen, Texas, fue el lugar donde ella juró solemnemente apoyar y defender la Constitución de los Estados Unidos «contra todos los enemigos, extranjeros y nacionales». El problema fue que el juramento no fue recíproco.
Según la investigación del FBI, Guillén desapareció el 22 de abril. Fue hasta el 1 de julio cuando sus restos fueron encontrados en los alrededores de un río cercano a la base militar. ¿Quién mato a Vanessa Guillén? La asesinó el soldado Aaron Robinson dentro de las instalaciones de la base militar, ya que él quería evitar a toda costa que Guillén lo denunciara ante las autoridades por acoso sexual. Obviamente, Robinson no actuó en solitario. Su novia lo ayudó a desmembrar y enterrar el cuerpo, pero, principalmente, Robinson se sintió con el derecho de vulnerar, agredir y acosar a su compañera amparado por la maldita costumbre de normalizar el abuso. La madre de Guillén cuenta que, a pesar de sus esfuerzos por saber qué le ocurría, su hija nunca le contó lo que estaba sufriendo dentro de la base. La transformación de Guillén no fue simplemente del estilo de vida civil a la disciplina militar. Su familia cuenta que pasó de ser una chica alegre y entusiasta a tener episodios de pánico, de insomnio y de depresión y a perder el apetito.
La historia de la soldado Guillén tiene un patrón similar a los de otros casos. Según un artículo publicado en la BBC, existen cinco mitos que toda víctima de abuso sexual debe conocer, los cuales me permito resumir de la siguiente manera:
1. «La mayoría de las agresiones sexuales son cometidas por extraños». En realidad, las violaciones son perpetradas en mayor porcentaje por personas conocidas, como la pareja, un amigo o un conocido de la familia.
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2. «Las agresiones sexuales se reportan inmediatamente». Algunas agresiones se reportan muchos meses o años después. Los motivos son varios, pero, si el agresor es un conocido o la pareja sentimental, regularmente no se denuncian para no arruinar la vida de esa persona o enviar a la cárcel al hombre que aman.
3. «Todas las denuncias se investigan». Son muy pocas las agresiones sexuales que finalizan con la captura y la condena del agresor. Es más: el hecho de hacer una denuncia el mismo día de la agresión no significa que las autoridades la tomen con seriedad.
4. «Si realmente no querías, te hubieras resistido». Según varios estudios, la reacción ante una agresión sexual no es siempre la misma. Pocas mujeres logran defenderse, gritar y escapar. La mayoría de las víctimas, ante un acontecimiento de amenaza extrema, entran en un estado involuntario de parálisis física conocida como inhibición tónica.
5. «La víctima recuerda exactamente lo que pasó». El peligro de no hacer una denuncia inmediata es que con el paso del tiempo pueden olvidarse los detalles y omitirse aspectos determinantes para la investigación. Recordemos que, ante el testimonio de una víctima, cualquier signo de contradicción sirve para descalificar su testimonio. Paradójicamente, los estudios indican que una persona que ha vivido un episodio traumático tiende a recordar lo ocurrido de una manera más fragmentada.
Estimado amigo y amiga de Plaza Pública, si usted conoce a alguien que esté viviendo episodios de acoso, ayude a esta persona a reconocer su situación. Y si es usted quien está sufriendo la situación, aléjese, pida ayuda y denuncie. No espere más. Hágalo en memoria de tantas mujeres que, al igual que la soldado Guillén, pensaron que estaban protegidas y en un lugar seguro.
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