El covid-19 sigue causando estragos a todo nivel. Según un estudio del Banco Mundial, la crisis económica provocará un aumento de los niveles de pobreza en todo el mundo. Guatemala no es la excepción porque, al depender principalmente de la agricultura y al exportar cardamomo, azúcar y café, sus exportaciones se reducirán al menos un 35 %. El responsable es el virus, pero, obviamente, no podemos exigirle a este que planifique estrategias de recuperación económica para los países menos integrados al comercio mundial.
Otro factor vulnerable es la salud mental. Muchos pasamos de cierta incredulidad a tomar con seriedad las medidas y restricciones de movilidad. Escuchar de la muerte de amigos y enterarnos de familiares contagiados nos ha provocado miedo y estrés. Nadie estaba preparado para estar encerrado por más de tres o cuatro meses, perder el trabajo, educar a los hijos y a las hijas en casa, lidiar con los problemas cotidianos las 24 horas, etc. A meses de la pandemia, muchos amigos que siempre fueron tranquilos y muy respetuosos se transformaron en intolerantes y violentos. Por todos estos motivos, la Organización Panamericana de la Salud nos invita a buscar ayuda adicional en estos momentos difíciles. Nuevamente, el responsable de dañarnos emocionalmente es el virus, pero, obviamente, no podemos pedirle a este que elabore una guía para el cuidado de nuestra salud mental.
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El virus es el responsable del tiempo que hemos perdido y del sufrimiento que nos ha causado. Lamentablemente, no podemos llevarlo a juicio. Porque, si fuera posible, obviamente resultaría culpable de crímenes contra la humanidad, de boicotear la actividad humana y de fragmentar a las familias. Si el virus fuera nuestro enemigo, tendría que explicar sus macabros objetivos y delatar a sus cómplices.
Con lo que no contaba el virus era con la reacción de muchos países que crearon planes de ayuda y de recuperación económica. En Guatemala, por ejemplo, el Ejecutivo decidió implementar al menos diez programas cuya finalidad es apoyar económicamente y ofrecer tranquilidad a empleadores, trabajadores, estudiantes y familias que dependen de la economía informal. Los programas son Bono familia, Caja Juntos Saldremos Adelante, Apoyo a la Economía Informal, Alimentación Escolar, Fondo de Crédito para Capital, Fondo de Protección del Empleo, Programa de Dotación Alimentaria, Subsidio de Energía, Bono de Riesgo para Trabajadores Sanitarios y Programa del Adulto Mayor. Cada uno de ellos, financiado principalmente con préstamos y una que otra donación.
Si los programas no funcionan, la culpa no es del virus, sino de los parásitos que se aprovechan del estado de calamidad. Si el Bono Familia no ha llegado, si los trabajadores sanitarios no han recibido el bono de riesgo y los despiden sin pagarles lo acordado, el ineficaz y corrupto no es el virus. Si los préstamos no se han utilizado de la mejor manera y no hay claridad en el presupuesto ejecutado en el Ministerio de Salud, definitivamente no es culpa del virus. No podemos pedirle explicaciones al virus ni llevarlo a juicio, ¡pero a los parásitos sí!
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