Desde tiempos inmemoriales los humanos hemos empleado los mapas como herramienta indispensable para comprender nuestro entorno y buscar rutas por donde transitar. No poseer uno puede convertirse en la razón de extraviarse en un laberinto insondable.
[relacionadapzp1]Un mapa puede referirse a aspectos geográficos y georeferenciados. Pero también creamos mapas conceptuales para guiarnos en tiempos confusos, cuando hallar una salida parece una tarea urgente, aunque enigmática. En el caso de Guatemala, qué mejor que aterrizar en el dato más básico: somos un país donde 60.9 % de las personas son pobres y una tercera parte son extremadamente pobres. Son datos recientes, tomados y analizados a partir del último censo de población[1]. Desafortunadamente, estas cifras demuestran que el país no está dedicando los esfuerzos necesarios a la satisfacción de las necesidades básicas.
¿Conocemos a fondo de qué hablamos cuando hablamos de pobreza? La semana pasada, Plaza Pública publicó una entrevista con Samuel Zapil Ajxup, investigador de la VRIP/URL, quien realizó un estudio cuya síntesis puede reflejarse en mapas para analizar geográficamente el fenómeno. Sin embargo, su trabajo de investigación hace mucho más. Para empezar, nos recuerda que la pobreza no depende solamente de los ingresos. Depende de cuestiones estructurales como la provisión de agua potable, la existencia de drenajes y sanitarios, opciones para la educación, superar la precariedad ocupacional y poder contar con una vivienda digna, sin hacinamiento, que pueda proteger a la familia de los eventos climáticos y la inseguridad.
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El rostro multidimensional de la pobreza que nos desvela esta investigación es un claro señalamiento a las deficiencias del Estado. Apunta a la falta de políticas públicas de carácter social, a la debilidad institucional de las municipalidades, a la falta de inversión destinada a mejorar las condiciones de vida, a la corrupción y también a la deficiencia e impunidad en la recaudación de impuestos. En todo caso, resulta claro: el Estado no responde a necesidades básicas que, si fueran resueltas, propiciarían una vida digna y la superación de los guatemaltecos. Esta persistente omisión del Estado viola sus obligaciones constitucionales y también los derechos humanos de las poblaciones desatendidas.
Pero esta investigación y los mapas no se quedan allí. Nos señala quiénes son los más excluidos. Con cifras que alcanzan hasta un pavoroso 92 % para la población Chortí, varios pueblos mayas son los más pobres. Las cifras más altas oscilan entre 90-80 %. La extrema pobreza llega hasta un 72 % y nunca baja en más de la mitad de la población indígena.
El pueblo Xinca es otro de los más excluidos con un 79 % de pobreza y 57.6 de pobreza extrema. No deja de sorprender que en esta región opera El Escobal, la segunda mina más grande de plata del mundo. ¿Cuál es el impacto que la explotación de la naturaleza les ha traído a los xincas? ¿No fue la exigencia de la realización de una consulta previa, libre e informada, que es derecho de los pueblos indígenas, uno de los factores por los que la anterior Corte de Constitucionalidad cayó en desgracia frente a las élites?
En la definición propiamente geográfica, el departamento más pobre resulta ser Alta Verapaz. Increíble, si tomamos en cuenta la potencial prosperidad de uno de los lugares con mayor biodiversidad de Guatemala. También si consideramos que este departamento es la sede de megaproyectos como el complejo hidroeléctrico Renace. Y de inmensas plantaciones de monocultivos como la palma africana. ¿Qué beneficio económico traen a los pobladores los megaproyectos o los monocultivos? ¿No se nos ofrecen siempre como solución a la pobreza y un camino al progreso? ¿Qué destino espera a las poblaciones q´eqchí recientemente desalojadas por la fuerza?
El mapa señala corredores enteros de pobreza. Uno, muy significativo, es el corredor norte: abarca desde Huehuetenango hasta Izabal, concentrándose en municipios puntuales. Uno de ellos es El Estor, sede de la mina Fénix, una de las más importantes en la exportación de níquel a nivel mundial. Opera desde los años 60. ¿Qué beneficio ha traído a los habitantes?
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Los corredores de pobreza lo son también de otros males: vulnerabilidad frente al cambio climático, narcotráfico, inseguridad alimentaria y emigración masiva. Guatemala se desangra en términos demográficos debido a la imposibilidad de superar la miseria. Este año, las grandes fincas de café ya sufrieron los estragos: las ramas llenas de frutos sin manos para cosecharlos. [1] Aún así, las élites se arropan en el consuelo de una impunidad impenetrable y dejan hacer a un Gobierno sin rumbo.
Pero también Estados Unidos se preocupa. Las elecciones de medio término pondrán fuerte presión al partido demócrata en uno de los temas más sensibles: la imparable inmigración. Justamente al arrancar la Cumbre de las Américas (que muchos ya tildan de «fallida»), una enorme caravana de migrantes de alrededor de 6,000 personas inició su caminata desde el sur de México hacia la frontera. Uno de los principales objetivos de la cumbre fue intentar acuerdos importantes para resolver el tema migratorio. México lideró un listado de ausentes al que se sumó el presidente Giammattei quien, de forma por demás bizarra, se ha mostrado extrañamente hostil con el que, históricamente, ha sido el principal socio político y económico de Guatemala.
¿Qué postura tomará Estados Unidos frente a lo que consideran una amenaza a su seguridad interna y un objetivo político? ¿Continuar apoyando a gobiernos corruptos, siempre y cuando aseguren represión brutal contra los migrantes? ¿Ofrecerán apuntalar con paliativos la situación de los más pobres? Nada habrá de lograrse si su postura sigue siendo indescifrable frente a la pérdida de institucionalidad de los países centroamericanos, cuestión directamente atribuible a la cooptación del Estado por parte de redes criminales donde participan empresarios, funcionarios públicos y políticos, militares y el crimen organizado.
En todo caso, la pelota está en cancha de los guatemaltecos. Nos hemos preguntado dónde está el camino para salir del atolladero. Tenemos un mapa para trazar la ruta: el de nuestra pobreza. Porque la brutal desigualdad en Guatemala nos afecta a todos. La pobreza es nuestra, de todos los guatemaltecos. Así como son nuestros todos los problemas que acarrea, entre ellos, los resortes malignos que llevan al poder a quienes nos (des) gobiernan.
[1] XII Censo nacional de población y VII de vivienda realizado en el año 2018. www.censopoblación.gt