Las dos caras de la misma moneda
Las dos caras de la misma moneda
Una señora pasea por un callejón del asentamiento Los Pinos, uno de los tres aglomerados poblacionales que se amontonan frente al relleno sanitario de la zona 3. Alrededor de ella, destacan las cruces que el comité de vecinos acaba de pintar, enfrente de unas puertas, durante la noche anterior.
La ocupación de este asentamiento, de dimensiones inferiores al Anexo Manuel Colom Argueta, se dio a través de una dinámica tristemente conocida en el inframundo de los más necesitados: a la par de cientos de personas obligadas a invadir terrenos ajenos por la mera necesidad de una vivienda, se esconden profesionales de las ocupaciones ilegales que, después de haber tomado unos lotes, se dedican a subarrendarlos. En este caso, la especulación económica es de las más paradójicas, ya que el terreno donde se ubica el asentamiento Los Pinos es objeto de una reciente negociación de compra entre sus ocupantes y el empresarios Juan Mini, dueño de toda el área.
En otras palabras, por el momento, grupos relacionados al crimen organizado están creando negocios, aprovechándose de la ignorancia y la necesidad de los más humildes.
Como única forma de protección, el comité de vecinos organiza rondas nocturnas para averiguar cuáles viviendas son pobladas durante la noche y, de esta forma, actualizar el censo de los que realmente deberían ser considerados para acceder a una vivienda cuando el terreno será finalmente de propiedad de la comunidad.