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Kevin Danilo López Martínez, empleado de Empagua, trata de tapar una fuga de una tubería rota en una esquina del centro histórico de la ciudad capital. Simone Dalmasso

Nadar en la emergencia

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Nadar en la emergencia

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En las últimas semanas, las actividades de arreglo de calles y carreteras de la ciudad capital por parte de la Empresa Municipal de Agua (Empagua) han incrementado a un ritmo vertiginoso y no dejan de parar.

Entre los desastres causados por las lluvias de un invierno particularmente intenso y desastroso, efecto del —ya finalmente puesto en discusión pública— cambio climático, y de un par de hallazgos realizados por Plaza Pública, los empleados de la más famosa compañía pública del país no conocen descanso.

Así era, este jueves a mediodía, para Kevin Danilo López Martínez, ayudante del equipo de campo de respuesta rápida a las emergencias del llamado «Sector Centro», que abarca las zona 1, 3 y 4 capitalinas. Sumergido por completo en las aguas turbias de un rectángulo recortado en el concreto de una esquina de la 4 av. y 1c. de la zona 2; el valiente trabajador demostraba capacidades inesperadas de buceador al aguantar la respiración por largos ratos, en el desesperado intento de tapar la fuga de agua de una tubería rota.

«Así tenemos que intervenir para que el agua no haga escándalo», comentaba entre una inmersión y la otra, al referirse a ese tipo de intervención, de emergencia, previa a la siguiente fase de arreglo.

La operación se desarrollaba un mediodía cualquiera y solo un cono anaranjado separaba la insólita escena del nadador urbano del paso de automovilistas, motoristas y peatones, la mayoría casi indiferentes o, tal vez, demasiado acostumbrados a semejantes escenas de cotidiano heroísmo extremo.

A la media hora de inmersiones y sin haber logrado el objetivo aún, la camionetilla del equipo del «Sector Centro» llegó finalmente en apoyo al buceador. Casi en automático, los tres miembros de la escuadra recién llegados procedieron a delimitar el perímetro del agujero sacando agua para facilitar la intervención.

«Es que sólo somos cinco en total para tres zonas diferentes de la ciudad y, de lo que va de la mañana, ya intervenimos en cinco lugares diferentes por cinco fugas de agua distintas»,  declaraba casi a manera de justificación el supervisor del grupo.

Ya salido del hoyo y con uniforme puesto, López Martínez seguía sin quitarse el frío de encima: «¡Pelado está el agua!», afirmaba, abriendo cancha a una reflexión existencial quizá común a toda la población de la ciudad capital.

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