Las mujeres y los empleados con apellidos mayas, los que menos ganan en el Estado
Las mujeres y los empleados con apellidos mayas, los que menos ganan en el Estado
Las mujeres que trabajan en el Estado devengan salarios 25% más bajos que los de los empleados hombres; en el caso de las mujeres indígenas, la diferencia es mucho más marcada. Plaza Pública analizó las planillas de cuatro ministerios –Salud Pública, Desarrollo Social, Agricultura, Ganadería y Alimentación, y Relaciones Exteriores– y determinó las diferencias salariales entre hombres y mujeres, así como entre empleados con apellidos mayas y no mayas.
Cecilia lo sabe. Lo recuerda a diario: “él gana más que yo y no está graduado”. Se refiere a su compañero de labores, que hace el mismo trabajo que ella y que al final del mes cobra un cheque por un monto mayor que el suyo. Este hecho es un alfiler que se le clava todos los días en la espalda. La misma espalda que termina partida luego de las ocho horas diarias frente al teclado. Se enteró por casualidad, un día que vio con el rabillo del ojo el cheque que su compañero dejó en su escritorio. ¿Qué puedo hacer yo? Se pregunta, y ella misma responde: “nada”. Lo dice porque ya lo intentó y lo que consiguió fue una amenaza de despido. “No te podés quedar sin trabajo, no hay otro, de qué van a comer tus hijos”, lo dice en tercera persona y tan rápido que las palabras se atropellan en su boca, como si hablara a alguien más.
Su caso no es extraño. Ni en este país ni a nivel mundial. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) dice que en el mundo las mujeres ganan en promedio 22% menos que los hombres. En Guatemala, de acuerdo con datos oficiales obtenidos y analizados por Plaza Pública, la diferencia es del 25%. Peor suerte corren los empleados con apellidos mayas; para ellos son los sueldos más bajos.
Plaza Pública analizó las planillas de cuatro ministerios: Desarrollo Social (MIDES), Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), Relaciones Exteriores (MRE) y Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA). En total se estudió el sueldo de 37,299 trabajadores en todos los rangos y puestos. En promedio las mujeres devengan un salario mensual de Q4,864, y los hombres Q5,838. Es decir, las mujeres ganan casi Q1 mil menos.
Lo mismo sucede con los empleados con apellidos mayas. Es difícil determinar el origen étnico de una persona, a no ser por la autoidentificación individual. Así que para esta investigación se clasificaron únicamente los trabajadores con apellidos de origen maya, y se determinó que su promedio salarial es de Q4,267.92, mientras que alguien con apellido no maya gana en promedio Q5,726.54.
Las razones de esta desigualdad son complejas. Y aunque a simple vista podría parecer el resultado de la discriminación, en realidad se trata de algo mucho más profundo, enraizado en la historia nacional.
Las mujeres generan mucho más dinero
Carla mira de reojo a sus compañeros de labores. “Ese que está allá gana más que nosotras”, dice señalando con la boca mientras acomoda unas cajas en un archivo repleto de papeles. Cuando se quejó, su jefe le dijo que era porque ella había entrado más tarde y que a él le pagaban la experiencia. “Después contrataron a otro asistente y ¿adivine qué? Ese ganaba más que yo también”. Entonces volvió a la oficina del jefe y pidió un aumento, “ese es el sueldo que hay y si no te gusta te podés ir”, fue la respuesta. Carla le dijo que sí, que le gustaba, y se fue cargando una frustración que cada día se hace más pesada.
En los cuatro ministerios estudiados laboran 21,172 mujeres y 16,123 hombres, en todos los puestos: ministros, encargados de mantenimiento, secretarias, técnicos, asistentes, médicos, asesoras. La suma de todos los sueldos de las mujeres da como resultados Q102,982,726. Mientras que los sueldos de los hombres representan Q94,135,540. El dinero recaudado por las mujeres es mayor, pero al dividirlo entre todas resulta mucho menos para cada una.
¿Por qué ocurre esto? La respuesta es difícil de definir y para ellos se parte de varias hipótesis.
La primera: ¿Las mujeres están peor capacitadas que los hombres? No. Los datos de la Universidad de San Carlos (USAC) demuestran que la mayoría de alumnos graduados son mujeres. También son mayoría las mujeres inscritas.
El año pasado se inscribieron en la USAC 84,296 mujeres y 74,258 hombres. Es decir que el 51.4% de matriculados son mujeres. Las graduadas también son mujeres en su mayoría, un 52%. La situación cambia, sin embargo, cuando se trata de maestrías. Allí las mujeres ya no son mayoría, el 51.4% son hombres y un 48% mujeres.
De cualquier forma, está claro que no hay menos formación académica entre mujeres y que, aunque es común que muchas familias prefieran enviar a estudiar a los hijos varones y no permitan a las niñas acceder a la educación, los datos demuestran que está tendencia está cambiando.
Segunda hipótesis: ¿los funcionarios deciden pagarles menos porque son mujeres? En el sector público los encargados de contrataciones no tienen la facultad de decidir un salario. Cada sueldo está ya contemplado en una ley específica en donde además se incluyen los requisitos mínimos para cada puesto. En ese caso lo único que podrían decidir es que, si tienen un hombre y una mujer con las mismas capacidades, elijan al hombre. Pero es imposible determinar si esto ocurre. Así que no podríamos asegurar que se trata de una discriminación directa.
Tercera hipótesis: las mujeres prefieren trabajos de menor responsabilidad porque quieren ocuparse de sus hijos y sus familias. "No podemos hablar de disparidad sin hablar de los problemas estructurales de nuestro país", dice Dulce Zúñiga, defensora de los trabajadores de la Oficina del Procurador de los Derechos Humanos (PDH). “El tiempo que invierten las secretarias es el mismo tiempo que invierte el jefe, porque igual tienen que estar toda la jornada laboral. Yo diría que no es tanto que prefieran tener horarios más cortos, sino que esto es parte de la cultura patriarcal, que dice que es la mujer la que se tiene que dedicar a los hijos y al hogar mientras que el hombre es el que tiene que dedicarse a proveer. Y a veces las mismas mujeres, que se han criado en una cultura machista muy conservadora, posiblemente consideran que son las obligadas a dedicarse a las tareas del hogar. Pero, sinceramente, no creo que a una persona que le digan que puede ganar Q25 mil diga que prefiere Q4 mil”, explica.
¿Entonces qué ocurre? “Existen mecanismos ocultos que hacen que esto suceda”, dice la socióloga Silvia Monzón, “esa creencia generalizada de que el sueldo del hombre es el importante y el de la mujer solo es un complemento”.
“Los estudios a nivel internacional nos dicen que hay una disparidad causada por el estereotipo que tiene la sociedad de que el hombre tiene que ser el sostén la casa, venimos de sociedades muy patriarcales”, explica Zúñiga. “También es un problema estructural, porque en países como el nuestro las mujeres se ocupan más bien de los temas del hogar; mientras que el niño se va a estudiar, la niña se va ayudar a la mamá en las tareas del hogar y a la niña desde ese momento se le está negando la posibilidad de tener una formación académica o técnica que en algún momento le permita poder acceder a una mejor oportunidad de empleo. Entonces la disparidad viene desde ese momento”, agrega.
Zúñiga explica que en la oficina del PDH no tienen ninguna denuncia de una mujer que se queje de un sueldo menor que el de un hombre. Pero también reconoce que estos casos son muy difíciles de denunciar, porque requieren procesos largos y onerosos y las trabajadoras temen quedarse sin empleo y enfrentarse a un juicio.
Sergio Méndez, director de puestos y remuneraciones de la Oficina Nacional del Servicio Civil (ONSEC), no tiene claro por qué ocurre esto. “Nosotros no determinamos que se le pague más o menos a una persona. El puesto ya tiene una asignación definida y quien llegue a ocuparlo la recibe, sea hombre o mujer”, comenta. “Habría que hacer una investigación más profunda para determinar por qué los hombres ganan más, porque no hay ninguna normativa que disponga que ciertos puestos solo van a ser ocupados por hombres”, añade.
En el Ministerio de Trabajo tampoco lo tienen claro. Ningún funcionario de esa cartera pudo atender a Plaza Pública, sin embargo, la oficina de comunicación respondió unas preguntas a través de correo electrónico. Aseguran no tener ninguna denuncia ni conocimiento de este problema, y se limitan a aclarar que eso no ocurre en su institución: “Podemos hablar de la situación del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, en el cual laboran 543 hombres y 511 mujeres. En cuanto a puestos de jefatura, ocho directores son hombres y 11 mujeres”.
La desigualdad entre hombre y mujer no se da solo a nivel laboral. Al momento de emprender un negocio y solicitar un préstamo también hay una brecha amplia que las mujeres deben sortear. El último boletín de la Superintendencia de Bancos de Guatemala (SIB) informa que, del total de créditos otorgados por las instituciones bancarias, el 42% fue para mujeres, pero mientras los hombres pagan en promedio 19% de tasa de interés, las mujeres pagan 20.8%. ¿Por qué? Alex Gudiel, director de Zona Cero, una organización dedicada a la educación financiera, explica que suele ser por el riesgo crediticio. “Generalmente todos los bienes están a nombre del esposo. Lo frecuente es que el carro, la casa y cualquier propiedad estén a nombre del hombre”, comenta. “Un crédito está basado en riesgo y si el banco considera que hay más riesgo sube el interés”.
Sin embargo, en la práctica se demuestra lo contrario: las mujeres pagan mejor que los hombres. Del total del monto de saldo en mora, el 72% corresponde a los hombres, de acuerdo con la SIB. “Sí, hay una contradicción –reconoce Gudiel– porque las mujeres tienden a ser más cumplidoras de su palabra, más ordenadas financieramente” comenta.
Dime tu apellido y te diré cuánto ganas
Para este estudio también se analizaron los salarios de las personas con apellidos de origen maya. No podemos decir que sean todos mayas, porque la etnia es una cuestión personal, de autoidentificación. Lo único que podemos determinar es que, de la lista de los 37 mil nombres, aquellos que tenían apellidos en idiomas mayas eran los que recibían los menores sueldos. Se determinaron cuáles son apellidos mayas con ayuda del diccionario de Nombres y Apellidos mayas, elaborado por la Academia de Lenguas Mayas en 2003.
“Sabemos que las poblaciones indígenas han sido bastante vulneradas a lo largo de los años. Dentro de esas vulneraciones también está la vulneración al acceso a la educación, sabemos que hay altos índices de pobreza y desnutrición. Eso es consecuencia directa también para el acceso laboral. Entonces no sería raro esa disparidad en el salario. Aunque también en muchos casos es por la discriminación”, comenta Zúñiga.
Los empleados con apellido maya ganan en promedio Q4,267, mientras que los que no tienen apellido maya rondan los Q5,726, en los cuatro ministerios estudiados. En cuanto a género, la disparidad es también evidente, las mujeres con apellido maya devengan Q4,007 en promedio y los hombres Q4,591.
Aquí el problema sí parece ser la formación académica. En 2007 se inscribieron en la Universidad de San Carlos 201,490 personas, de ellas 22,007 se identificaron como mayas. Lo que representa el 10.9% de la población total de estudiantes. El poco acceso a la educación y la discriminación de la que han sido víctimas los pueblos mayas limita las posibilidades de ingresar en la universidad, y por lo tanto también las oportunidades laborales.
En cuanto a los puestos, la desigualdad es evidente. Mientras hay 280 no mayas con puestos de “jefe”, solo hay 58 mayas. Como directores hay 9 mayas y 125 no mayas. De los 73 jefes de misiones diplomáticas y consulares –embajadores, cónsules y representantes– solo 7 tienen apellido maya.
¿Quién decide el salario?
De las 37 mil personas analizadas, el salario más alto lo tiene Ángela Chávez Bietti, embajadora de Guatemala en Japón, que gana Q108,558. El sueldo se debe al país de residencia; Cancillería realiza un “ajuste salarial” de acuerdo a las condiciones de vida de cada ciudad en la que residen sus empleados, por eso lo alto del salario. A nivel nacional el salario más alto de los analizados es el de la canciller Sandra Jovel, que gana Q42,625. Los otros ministros ganan un poco menos: Q41,750
El salario más bajo de los analizados es el que reciben tres fisioterapistas contratados por el Ministerio de Salud bajo el renglón 029, que devengan Q1,040 mensuales. No fue posible determinar el horario en el que laboran. Pero aunque fuese medio tiempo sería bajo, tomando en cuenta que el salario mínimo actual es de Q2,992. Como los fisioterapistas hay 5,037 personas que no alcanzan el salario mínimo mensual. Resulta increíble que el propio Estado incumpla con la norma del pago mínimo… aunque a Sergio Méndez, de la ONSEC, no le sorprende del todo: “puede ocurrir” reconoce.
En el sector público los puestos están claramente definidos. “Hay una escala de gradación –explica Méndez– clasificamos los puestos por series y clases. Por ejemplo, está la serie profesional y la gradación uno, dos y tres, después viene profesional jefe y también hay jefe uno y dos”.
Cada uno de estos puestos tiene una serie de criterios básicos que debe llenar la persona que lo ocupe. Y tiene también definido el salario que devengará. El problema es que la tabla de salarios del Estado data de los 90 noventa y desde entonces no se ha actualizado. Por eso los salarios aprobados en la ley van, desde los Q1,039 para un trabajador operativo, hasta los Q4,449 para un profesional jefe.
“Al pensar en un incremento en el salario inicial estaríamos hablando de un impacto en el presupuesto sumamente enorme”, advierte Méndez, “Las limitaciones que se han venido dando a nivel de Estado a lo largo del tiempo, no han permitido que esto se modifique y por eso son muchos los que no alcanzan el salario mínimo”, agrega.
La ley incrementa el salario mínimo de trabajadores agrícolas, no agrícolas y de maquila, pero nunca incrementa el salario público. Aunque Méndez explica que la ley sí contempla un mecanismo correctivo para estos casos. “Se manejan otro tipo de retribuciones monetarias, bonos o complementos, de manera que nos permita llevarlos al salario mínimo. La misma normativa en el artículo 4 prevé estos casos, dice que cuando un puesto no tenga asignado un monto igual o superior al mínimo la autoridad nominadora está obligada a gestionar un bono”, explica Méndez.
Sobre los casos encontrados, Méndez sugiere que los interesados deben denunciarlo y que, la ley establece que se les debe pagar de forma retroactiva todos los meses que no hayan recibido el salario mínimo.
“Cualquier institución, pública o privada, debe cumplir y pagar el salario mínimo. Nosotros efectuamos inspecciones de oficio y cuando encontramos que no se cumple con el pago del salario mínimo, se procede y ahora, gracias al Decreto 7-2017, ya podemos emitir sanciones. Es importante indicar que en algunas instituciones el salario base no corresponde al mínimo, pero el trabajador tiene otros ingresos dentro de la institución con los cuales supera, en la mayoría de casos el salario mínimo”, explican por correo electrónico desde la oficina de Comunicación del Ministerio de Trabajo.
En el caso de los ministros, la situación es otra. “Ellos tienen rango de autoridad nominadora”, explica Méndez, para ellos el salario establecido en la ley es de Q17,500, pero en la práctica ganan Q42 mil incluyendo los bonos extras.
Nada nuevo bajo el sol. El escritor Héctor Abad Faciolince contaba una anécdota sobre Balzac, el novelista francés: Un editor parisino fue a visitarlo para comprarle su último manuscrito. Había hecho cuentas y pensaba ofrecerle mil francos por el texto, aunque en el fondo sabía que eso era poco. Cuando se acercó al barrio, descubrió que Balzac vivía en una zona modesta y entonces decidió que le ofrecería solo 700 francos. Cuando llegó al edificio, notó que era una construcción antigua y algo derruida, así que decidió bajar la oferta a 600, pero pronto descubrió que el escritor vivía en la buhardilla y consideró que 500 sería suficiente. Cuando le abrió la puerta y vio la ropa desgastada que vestía el escritor le dijo: “Señor Balzac, he venido a ofrecerle 200 francos por su próximo libro”.
Más de este autor