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Mujeres en el Congreso: «me han llamado la flor de la mesa, el adorno de la comisión»

El machismo juega un papel dentro y fuera del Congreso y esto empieza desde la adjudicación de roles de género
En 2023, de los 20 bloques legislativos, sólo cinco tienen mujeres en sus cargos de dirección
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Mujeres en el Congreso: «me han llamado la flor de la mesa, el adorno de la comisión»

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Ser diputada al Congreso de la República implica un camino con dos desafíos: ocupar el cargo y ejercer la representación. Hay pocas mujeres diputadas, 31 de 160 escaños son ocupados por ellas y su participación se ve marcada por la diferenciación que se hace por su género.

«Para mí eso fue bien contundente desde campaña», comenta la diputada Ligia Hernández, «cuando la gente en la calle me decía ¿usted qué hace acá? Vaya a cuidar a sus hijos o si tiene hijos, dedíquese a cuidarlos».

El machismo juega un papel dentro y fuera del Congreso y esto empieza desde la adjudicación de roles de género. «Es más difícil para una mujer participar en los espacios de política porque son espacios que se han hecho creer que son para hombres», añade Andrea Villagrán, quien es diputada y considera que los obstáculos surgen desde el momento en que se quiere participar políticamente.

Según Hernández, la participación política de las mujeres es importante: «primero porque es un derecho, y porque también tenemos necesidades y demandas que no tienen los demás. Tú no escuchas a los diputados hablando de violencia sexual, no escuchas a los diputados hablando de acoso, no escuchas a los diputados hablando de los embarazos en niñas, ni siquiera los diputados distritales de los departamentos donde más niñas hay violentadas sexualmente, entonces esas necesidades,  el tema de la gestión menstrual son temas que nos afectan a nosotras».

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«Cuando hablamos de participación política nos estamos refiriendo a una participación que nunca es individual, sino colectiva», recalca el antropólogo político Mario Enrique Sosa. Es decir, tiene un carácter colectivo aunque en ocasiones se vea protagonizada por individuos específicos en diversos ámbitos. Explica que el objetivo de la participación política es la búsqueda del acceso a espacios de poder, con el fin de concretar intereses, proyectos políticos y visiones del mundo y de la vida.

Un indicador de las condiciones democráticas de un Estado es la paridad, ya que se basa en la participación y la representación equilibrada de los ciudadanos. Según la organización Red Ciudadana en su informe Participación política de la mujer en Guatemala: «La participación de las mujeres en los espacios de poder y decisión es fundamental para que se defiendan y garanticen sus derechos en la construcción de políticas públicas».

En Guatemala, la participación de las mujeres es mínima en comparación con la de los hombres. Esta realidad se manifiesta en las diferencias de acceso a cargos dentro de los organismos del Estado.

En 70 ministerios y viceministerios del organismo ejecutivo, 15 (21.43 %) están liderados por mujeres, sólo una de ellas ocupa el cargo de ministra,  en comparación con 55  liderados por ministros o viceministros (78.57 %).

En el Congreso de la República, por su parte, la participación de las mujeres apenas alcanza un 19.38 %. Es decir que de 160 curules,  sólo 31 están ocupadas por mujeres.

La presencia en el Congreso sería la primera barrera con la que ellas se encuentran: poder participar y hacerse de una curul. Luego, su participación debe lidiar con prácticas sexistas y machistas de manera cotidiana.  Andrea Villagrán recalca que las mujeres que logran superar esa primera barrera entran al Congreso para encontrarse nuevamente con las mismas limitaciones.

«Generalmente no son escuchadas, limitan mucho la palabra, cuando toman la palabra son cuestionadas sobre sus opiniones. Esto provoca que muchas mujeres prefieran no tomar la palabra, no opinar, no participar porque hay una recriminación muy fuerte sobre la capacidad que se tiene para hablar sobre ciertos temas», comenta.

Recuerda que al presentar la iniciativa sobre paridad y alternancia e inclusión de los pueblos indígenas, en 2021, que proponía reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos con el fin de garantizar una mayor participación de mujeres y pueblos indígenas en los procesos electorales, el diputado por el partido humanista, Douglas Rivero, sin darse cuenta que tenía el micrófono abierto, expresó: «¿Quién presenta estas mierdas?».

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Sin valorar su preparación y trayectoria, Ligia Hernández comenta que la han llamado «la flor de la mesa, el adorno de la comisión» y que ha sido difícil tener el uso de la palabra. Dice que no se toma en cuenta que las mujeres diputadas también pueden ser madres, especialmente madres solteras.

Desde 2001 existe el Jardín Infantil del Congreso de la República. Este tiene como fin la educación, resguardo y cuidado de los hijos de trabajadores del Organismo Legislativo. Abarca desde cuidados maternales hasta el grado de preparatoria. Hernández comenta que al inicio de su legislatura se vió en la necesidad de ubicar un lugar donde pudieran darle atención de calidad a su hijo, cree ser la única diputada que ha utilizado este recurso.

No obstante, el trabajo legislativo está pensado y planificado sin tomar en cuenta el ejercicio de la paternidad y de la maternidad.

«Todas las reuniones empiezan bien temprano o a horas que le convienen a los demás o que no tienen la misma carga de trabajo que las mamás o de responsabilidad que las mamás», explica Hernández. Las reuniones son a determinada hora y «los varones no llegan a la hora que es, mientras uno ha corrido y ha dejado y ha puesto sobre la mesa un montón de cosas antes de llegar a los espacios», comenta: «yo casi renuncio a la posibilidad de ser políticamente activa por el tema de los niños ¿verdad?, de no tener dónde dejarlos, de ver quién me los podía cuidar. Entonces no dudo de que esa es la condicionante para muchas mujeres», puntualiza.

Fuera del Congreso, el machismo también permea la participación política de las diputadas. Ambas mujeres hacen referencia al discurso que los medios de comunicación y los netcenter mantienen sobre las mujeres en ese espacio político. Hernández explica que es complicado porque «intentas posicionar un tema, generar el debate, pero todo se diluye porque sos política, porque sos diputada, porque sos mujer, porque lucís de determinada manera. A las mujeres no se les mide de la misma manera que a los hombres, te limitan y te reducen a cómo debería de ser una mujer política», comenta.

Al profundizar en esa noción de la mujer política, la diputada señala que se  espera que sea sumisa y medida en su expresión. En la experiencia de Andrea Villagrán, el discurso que se ha mantenido sobre su persona gira alrededor de cuestiones estéticas, profesionales y de roles de género. Por ejemplo, se burlaban de ella por estar soltera, por subir de peso y  se cuestionaba su acceso al espacio político, haciendo referencia al tipo de relación que debe haber tenido para encontrarse ahí.

Otro gran problema al que se enfrentan, según Ligia Hernández, es la «interpretación antojada de la ley» por parte de los directivos del Congreso. Sobre esto, la diputada Villagrán expresa: «Lo hacen a su antojo, o sea, cuando les conviene lo hacen y cuando no, no. Es más a conveniencia y mucha discrecionalidad».

Consecuentemente, propuestas como la Ley Angelina y la Ley de Guarderías «no caminan dentro del Congreso, ni siquiera se han podido leer», expresa la diputada Hernández, menos si abordan temáticas sociales o si provienen de bancadas de oposición

«Tampoco es un favor lo que estamos pidiendo, la ley establece que deben entrar a un proceso. Creo que también existe cierto sesgo, de que si hablas de niñez o de mujeres, posteriormente vas a abordar otro tema más difícil de llevar, entonces te ven como como una enemiga», comenta.

Comisiones y jefaturas de bloque

En el Congreso hay funciones que se asumen, entre ellas la jefatura o subjefatura de bloque y la participación en las comisiones ordinarias.

Existen 20 bloques legislativos, cada uno agrupado por diputados de un mismo partido político. Se componen de jefe, subjefe  e integrantes. Según el artículo 51 de la Ley Orgánica del Organismo Legislativo cada bloque legislativo deberá elegir un jefe y un subjefe de bloque, para luego presentarlos ante la Junta Directiva. Los jefes de cada bloque componen la junta de jefes que determina la agenda legislativa en cada sesión del pleno.

Según el artículo 52 de la Ley Orgánica, los jefes de bloque se deben reunir cada semana con la presidencia del Congreso para determinar la agenda que se propone al pleno en cada sesión, conocer los informes de la presidencia del Congreso, identificar asuntos de trascendencia e interés  nacional, discutir propuestas, acordar horarios de reunión del pleno y de las comisiones, proponer la contratación de una auditoría externa. Cada jefe de bloque debe llevar un registro de lo abordado en cada reunión.

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En 2023, de los 20 bloques legislativos, sólo cinco tienen mujeres en sus cargos de dirección. Los bloques son:

Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP): Vicenta Jerónimo, jefa.

Visión con Valores (Viva): Hellen Magaly Ajcip Canel, jefa.

Valor: Ana Lucrecia Marroquín Godoy de Palomo, jefa.

Winaq: Sonia Gutiérrez, jefa.

Unión del Cambio Nacional (UCN): Karla Andrea Martínez Hernández, subjefa.

Nueve de los bloques legislativos están compuestos en su totalidad por hombres.

Las comisiones constituyen órganos técnicos de estudio y conocimiento de los asuntos que se sometan a consideración del pleno o que promuevan su propia iniciativa e idealmente deben estar integradas por diputados especializados o con experiencia en el tema que aborden.

Actualmente, existen 38 comisiones en el Congreso. Es obligación de los diputados el participar en al menos dos y máximo cuatro comisiones de trabajo. El o la  presidente, vicepresidente y  secretario de la Junta Directiva de cada comisión, deberán pertenecer a distintos partidos políticos, esto según los artículos 27, 28 29 y 30 de la Ley Orgánica.

En 2020, tan solo 20 mujeres (el 17.54%)  ocuparon distintos cargos directivos en las comisiones de trabajo. Nueve en la presidencia, seis en la vicepresidencia y cinco en secretarías. Al año siguiente, 19 (16.67 %)ocuparon cargos directivos, seis presidentas, siete vicepresidentas y seis secretarías. En 2022, la cantidad de participación aumentó muy poco, habiendo siete presidentas, 10 vicepresidentas y cuatro secretarias, un total de 21 mujeres (el 18.42%) en cargos directivos.

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2023 es el año con menor cantidad de participación de mujeres, teniendo un total de 18 (15.79 %) en cargos directivos. Nueve de ellas ocupan presidencias, tres vicepresidencias y seis secretarías. En los últimos cuatro años, el promedio de participación de mujeres en las juntas directivas de las comisiones ordinarias es de 17.10%.

La diputada Villagrán ofrece una mirada sobre la realidad de organización y división del trabajo en las comisiones legislativas. Expresa que es común que se entreguen a dedo por la Junta Directiva, se negocia con los partidos el tipo de comisión que cada uno tendrá.  También indica que existen comisiones favoritas entre los diputados, como de Finanzas Públicas y Moneda, Energía y Minas, Ambiente, Obras Públicas, Salud y Asistencia Social, entre otras.

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La Comisión de la Mujer  es un espacio principal para el abordaje de las denuncias y necesidades de la diversidad de grupos de mujeres existentes, pero que está inactiva los últimos dos años y anterior a eso era percibida como una castigo por los diputados.

A decir de la diputada Villagrán: «Es una comisión que nadie quiere, o sea no es una comisión que genera ingresos o que puedan ahí generar corrupción. No es de esas comisiones, no es de las favoritas». Y agrega: «El chiste era que al que peor le caía (al presidente del congreso) por fregar le asignaban la comisión de la mujer.  Se la asignaban a un hombre o se la asignaban a un bloque legislativo donde sólo había hombres. Era como una gran vergüenza, verdad, o sea era un castigo y burla».

El bloqueo de la comisión de la mujer surge a partir de la actividad que tuvo en 2020 y 2021. Desde reunirse con múltiples organizaciones de mujeres hasta presentar iniciativas como la reforma a la ley Alba Kenneth e iniciativa de ley de fomento a la salud menstrual digna.

«Eso también te da mucha cancha y visibilidad y pues nos bloquearon a partir de ahí. La comisión fue entregada pues a los aliados del oficialismo, de hecho aliadas.  Lo que te demuestra es que hay cero compromiso con las mujeres del país, de hecho, no ha pasado ninguna iniciativa a favor de las mujeres y las que hemos apoyado, las que hemos impulsado pues están varadas», dice Villagrán.

La diputada Villagrán señala que hoy en día la comisión ni siquiera tiene trabajo y se reportan sesiones que nunca se llevaron a cabo. Indica que exigieron a la presidenta Shirley Rivera que dejara de dar la comisión a hombres. «Ella, siendo mujer, al menos que respetara eso. Y sí lo hizo, se la dio a una mujer, pero le puso la condición de que la comisión no tenía que trabajar», dice la diputada y continúa: «Es algo con lo que (la presidenta) se siente muy incómoda, porque a pesar de ser mujer pues no necesariamente lidera la lucha de los derechos de las mujeres. Al contrario, o sea, ha hecho que no se aborden temas de mujeres, por el contrario se le quite presupuesto».

Al preguntarle a Ligia Hernández si su participación en el Congreso es tan profunda como ella quisiera, responde: «No, de repente, no, y no solo la mía, sino la de todas las compañeras. Es imposible que puedan avanzar los temas que nos interesan como mujeres, en un Congreso dominado por hombres, en una junta directiva sí, presidida por una mujer, pero rodeada de hombres y de machos abusivos», dice.

El machismo del Congreso, dice, «es un reflejo de lo que pasa afuera y que permea también los partidos políticos. Hay un conservadurismo claro también, que nos limita. Es un espacio también muy violento, con mucho ataque, donde se demerita lo que se hace, entonces es también difícil»

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