La primera conclusión es que es urgente que Guatemala tenga una ley de libre competencia. La ley no solo afectará a las empresas que sean condenadas por colusión o por otras prácticas. Tampoco beneficiará solo a los consumidores que se vean afectados por las prácticas que sean efectivamente condenadas. Una ley de libre competencia favorece a todo el país, puesto que disciplina los mercados y lentamente se empieza a hacer parte de la cultura empresarial del país. Es muy llamativo que hoy no exista la posibilidad de demandar, por ejemplo, a quien se colude o a quien abusa de una posición de dominio en un determinado mercado.
Ciertamente no será una ley definitiva. Tal vez se podrá modificar o mejorar antes de que cumpla una década o en un par de años. Lo relevante es tener pronto una ley que cumpla con todo los estándares básicos que permitan la defensa y la promoción de la libre competencia. Algunos de estos estándares son una institucionalidad adecuada, una capacidad de investigar y sancionar conductas anticompetitivas de manera disuasoria y un personal calificado y entrenado en la materia, entre otros. Es importante destacar que la ley sí debe cumplir con las condiciones mínimas que permitan que no sea una linda ley de adorno y que no sirva en ningún caso.
Una segunda conclusión es que la sociedad debe cumplir un rol protagónico en este proceso. No basta con que se firme la ley para cumplir con un protocolo de tratados internacionales. La sociedad debe estar detrás de una ley de libre competencia por dos razones. La primera es que el daño reputacional a las empresas que cometen ilícitos es tan doloroso como el de una multa que puede imponer la autoridad. Los ciudadanos (o consumidores) deben castigar socialmente a las empresas que incumplen la normativa para que esta realmente tenga efectos.
La segunda razón es política. Si los ciudadanos están detrás de la ley de competencia, entonces será más difícil que la ley tenga excepciones como las que, al parecer, se quieren negociar hoy. Una ley de libre competencia efectiva debe ser igual para las empresas de todos los sectores, independientemente de si son sectores regulados o si las empresas son públicas. Las regulaciones no son excluyentes, y las empresas públicas son iguales a las privadas. ¿Por qué querrían algunos sectores quedar excluidos? No es justificación que el sector sea muy sensible socialmente. Al contrario, una ley de libre competencia hará que cualquier sector (mejor aún si es socialmente sensible) alcance óptimos competitivos, es decir, que los precios bajen, que las cantidades transadas aumenten y que se incentiven la innovación y la mejor calidad de los productos. En mi opinión, negociar la exclusión de un sector en la ley es un reconocimiento explícito a querer hacer lo que en otros países es derechamente ilegal. Solo los ciudadanos pueden ayudar a que los parlamentarios no sean capturados y voten una ley sin exclusiones.
Finalmente, la última conclusión es una recomendación sobre la institucionalidad. En Chile, a diferencia de otros países en Latinoamérica, tenemos una corte especializada, compuesta por economistas y abogados, que es la única que puede ver casos de competencia y que además solo puede ver casos de competencia. En otra vereda tenemos un organismo que se encarga de defender y promover la libre competencia y que no tiene la capacidad de multar. Solo persigue y demanda frente a la corte especializada para que esta decida, pero tiene herramientas eficaces para hacerlo. Me parece que en el caso de Guatemala es recomendable una institucionalidad similar. En el caso chileno, esta independencia institucional ha servido para dar certezas de que los procesos son transparentes y de que la corrupción es muy difícil de que ocurra. Es un tema difícil de decidir, pero mi recomendación es que al menos se discuta esta idea.
Independientemente de lo que se decida y de cómo se haga, solo me queda alegrarme por el proceso que está viviendo Guatemala y esperar que esta nueva ley les permita dar un gran salto al desarrollo.
Jorge Fantuzzi, economista de F&K Consultores
Más de este autor