La comisión para verificar las condiciones del río fue organizada por el alcalde de Nueva Concepción, Otoniel “Otto” Lima Recinos —recién electo por el partido CREO-Unionista, pero que en la segunda vuelta apoyó al FCN-Nación y Jimmy Morales—. Primero, se visitó la presa de la empresa palmera Hame, acusada por los pobladores de ser la que más agua del río consume. En la localidad de Pinal del Río empieza el canal, construido por la United Fruit Company, que Hame utiliza para llevar el agua del Madre Vieja a sus cultivos de palma africana. Este canal había sido sellado por las comunidades el día 9 de febrero.
Pero el martes 16, el canal estaba abierto de nuevo, y desviaba una parte de las aguas del río. Sin embargo, la cantidad de agua que fluye es menor. La semana anterior, antes de la intervención de las comunidades, el canal recibía más del 75% del río. Sin tener instrumentos para medirlo con precisión, se puede estimar que esta proporción ha bajado en un 30 o 40%.
Ahora, la boca del canal estaba resguardada por unos veinte trabajadores de Hame, de los cuales, por lo menos tres iban armados. Algunos de estos hombres eran jóvenes indígenas, trabajadores temporales que la empresa palmera moviliza desde departamentos de Occidente, como ellos mismos explicaron.
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En ningún momento, estas personas se opusieron a la visita de los empleados de la municipalidad de Nueva Concepción y de los reporteros. La comunicación entre los dos grupos fue cordial.
Se visitó después una segunda presa que había sido levantada en la localidad de Pinula. La presa seguía seca. Las fincas que se abastecían en agua allí no han vuelto a levantarla. Según Danny Revolorio, coordinador de la oficina ambiental de la municipalidad de Nueva Concepción, las empresas bananeras se han comprometido en extraer agua del río únicamente de noche. Este acuerdo, indicó, es satisfactorio para las comunidades.
Mientras tanto, el mismo 16, el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) presentó una denuncia ante la fiscalía de Medio Ambiente por el desvío de las aguas del Madre Vieja. “En la denuncia no señalamos a ninguna empresa en específico, pero si creemos que hay un hecho que el Ministerio Público debe investigar”, indicó Escarlett Minera, encargada de relaciones públicas del MARN.
Pero por ahora lo más importante para los pescadores y agricultores de la parte baja del río, es que sus aguas lleguen al mar. De esta forma, los pozos artesanales de los campesinos seguirán abastecidos, y el manglar que está en la desembocadura del Madre Vieja podrá mantenerse en vida.
La comitiva se dirigió hacia el estero donde desemboca el Madre Vieja, cerca de la comunidad de Isla Chicales. Antes de entrar al manglar, el río tenía unos 25 centímetros de profundidad. Para los habitantes de la zona, es una grata sorpresa ver tanta agua correr en ese lugar a mediados de febrero.
Por ahora, el agua dulce no toca a la salada. Según explicó Alfredo García, habitante de Isla Chicales y miembro de la red Cogmanglar, antes de llegar al mar, el río tiene que llenar el manglar, muy afectado por el desvío de los ríos. Las zanjas, zanjones y canales que forman un laberinto de 400 hectáreas de manglar en el estero del Madre Vieja, poco a poco, si se mantiene todo como hasta ahora, se irá inundando de nuevo.
Una vez el humedal sea reabastecido, explicó García, los mismos habitantes cavarán una “bocabarra” al río, para que este pueda salir al Pacífico. Por esta desembocadura, el flujo y reflujo de la marea reestablecerá el contacto entre los ecosistemas del mar, del manglar y del río.
Al final del trayecto, Alfredo García no escondía su inmensa alegría por ver el río llegar al humedal, tras 15 años de sequía sistemática en verano, a causa de los monocultivos. Para los pescadores artesanales como él, esto es la promesa de que el ecosistema se regenere y los peces y camarones sean más abundantes tanto en verano como en invierno. 160 familias de Isla Chicales viven en gran medida de este recurso. “Perdíamos mucho con el estero seco. Ahora esperamos que el flujo sea constante y no lo vuelvan a cortar”, concluye García.