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Menstruar en Guatemala: una incómoda conversación plagada de tabúes

La menstruación, señala Andrea Reyes, es una de las mayores causas de abstencionismo escolar en las niñas.
Ningún ministerio aborda el tema así de específico, se habla de salud sexual y reproductiva, pero no ha sido puesto en mesa de debate.
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Menstruar en Guatemala: una incómoda conversación plagada de tabúes

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Más de la mitad de la población en algún momento ha de transitar por esta experiencia de silencios, miedos y estigmas. Superar la desinformación de este tema que trasciende lo personal beneficiaría a toda la sociedad, pero en la actualidad no existen políticas públicas de salud ni educación menstrual.

Cualquier día, en cualquier lugar. En casa, la escuela o la universidad, en el trabajo. En todos lados y a todas horas, pero en silencio. Las mujeres conforman el 51.5% de la población, significa que poco más de la mitad en algún momento vivirá la experiencia de menstruar.

Guatemala no posee políticas públicas de salud y educación menstrual para atender las necesidades específicas de ellas, aunque el conocimiento sobre el ciclo menstrual no compete solo a las mujeres sino a los hombres, asegura la Colectiva Guatemala Menstruante (CGM), un tanque de pensamiento fundado en 2012 dedicado a ese tema.

Es un asunto que trasciende lo individual. Andrea Aguilar Ferro, antropóloga, educadora y activista, cofundadora de la CGM, sostiene que debería ser una cuestión de debate público. «Porque no hay nada de íntimo en la construcción social. Nosotras la reivindicamos como un hecho trascendente a lo personal. Colectivizarla nos hace espejearnos en la de otras al compartir mandatos hegemónicos sociales».

La activista se refiere a la cultura del silencio, la desinformación, el tabú sobre el ciclo y las formas de gestionarlo, al limitar que las mujeres experimenten una menstruación consciente y con dignidad.

Aracely Telón Nicho es madre de tres adolescentes, dos chicas y un varón, insiste en hablarlo de manera natural frente a su hijo de 13 años. Está segura que él podrá auxiliar a sus hermanas cuando lo necesiten. Un ejemplo del porqué ellos deben ser incluidos en su abordaje, un papel vinculado al cuidado, apoyo y empatía.

Del tabú a política pública

En Me Vino, una fanzine de CGM publicada en 2021, defiende: «La sangre de la menstruación no es sangre sucia, no es una sangre provocada por una herida o un golpe, no es sangre que salga por violencia. Sin embargo, la primera sensación que experimentamos cuando vimos nuestra sangre por primera vez usualmente fue muy negativa» (Sic).

Andrea Reyes, activista y directora ejecutiva de Period Guatemala, lo declara como un asunto político: «Las mujeres no somos un colectivo o una organización, somos más de la mitad de la población en el mundo, por lo tanto, tenemos necesidades permanentes y básicas. Sin embargo, el acceso limitado a ciertas condiciones de infraestructura, educación, agua potable, entre otros, obstaculizan el desarrollo de la vida personal». La menstruación, señala, es una de las mayores causas de abstencionismo escolar en las niñas, por ello insiste en tratar desde el punto de vista de los derechos humanos las políticas de salud integral con enfoque de género.

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A propósito del Día Internacional de la Mujer, se presentó la iniciativa Ley para el Fomento de la Salud Menstrual Digna en la República de Guatemala, construida entre Period, Alas de Mariposa y la Comisión de la Mujer del Congreso de la República de Guatemala. Daniela Gaitán, del equipo de Period, sintetiza que esta ley recae directamente en el Ministerio de Educación (Mineduc) y el Ministerio de Salud y Asistencia Social (MSPAS), porque busca integrar en el Currículo Nacional Base (CNB) la educación menstrual en los centros educativos públicos y privados, también la creación de programas para la gestión sostenible, igualitaria y gratuita en los centros carcelarios, psiquiátricos, hospitales, mujeres en situación de calle, migrantes, retornadas y víctimas de trata de personas.

En la investigación Gestión de la menstruación: exención tributaria y campañas de acceso a elementos de higiene, casos de Chile,  Argentina, Colombia y  Canadá, se problematiza la desigualdad y disparidad de género, además afectada por la sostenida brecha salarial. Las más afectadas son las mujeres pobres. Según datos de ONU Mujeres (2018) en un estudio realizado en 89 países, habría 4.4 millones más de mujeres viviendo en extrema pobreza en comparación con los hombres.

En Latinoamérica, se resaltan las iniciativas de Colombia, Argentina y México para crear políticas públicas en salud menstrual a través de reformas a leyes sobre impuestos, manifestando la responsabilidad estatal. Un ejemplo es el caso de Argentina donde ya existen herramientas y acciones para gobiernos locales sistematizados para el acceso a la gestión menstrual para más igualdad.

El miedo a mancharnos

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Kik’el, sangre en idiomas mayas, recoge testimonios en mujeres Q’eqchi’, Kaqchikel, Tz’utujil y K’iche, un proyecto en desarrollo de Mayul Podcast (Productora Audiovisual Maya), a los que PzP tuvo acceso, evidencias atravesadas por el miedo, la vergüenza y cómo en realidad, es un asunto reservado en el silencio de ellas.

La tesis de Tum Tezagüic (2017), se centra en mujeres kaqchikeles de Patzún, Chimaltenango, donde la autora resalta la responsabilidad del pensamiento judeocristiano al determinar al cuerpo menstrual como sucio y pecador.

Aguilar Ferro reconstruye la experiencia de una mujer Q’eqchi’ y asevera que «de nuevo regresa la religión como uno de los grandes responsables de los muchos silencios y la desinformación». Alimenta la estigmatización en dichas comunidades construyéndolas como pecadoras y la menstruación como castigo. «No trato de generalizar, pero sí de reflexionar de que el proceso colonial vinculado a la religión influye considerablemente en la población cristiana y evangélica de nuestro país», acota.

En los pueblos mayas, son las madres o comadronas las primeras orientadoras para los cuidados y recomendaciones vinculadas principalmente a la reproductividad. Es una relación espontánea poco o nada aprovechada por la cartera de Salud.

Un enfoque desechable

A través del discurso se transmiten las ideas, la forma en que se nombra o no lo concerniente al ciclo. La CGM nombra transnacionales desechables a las empresas de productos desechables a gran escala. «¿Cuánta agua y cuántos pesticidas se necesitan para producir una toalla?, ¿cuántos desechos sólidos genera este extractivismo  lucrativo  con la naturaleza y también con los cuerpos?», se cuestionan.

La colectiva denuncia la responsabilidad directa de las empresas en mantener el tabú: «Sus anuncios muestran que podés menstruar como si nada. Que podés usar ropa blanca como si nada. Allí, en ese como si nada, el cuerpo menstrual está subsumido. La menstruación se intenta disfrazar, mostrar anuncios de toallas manchadas con líquido azul, esas son formas de violencia».

Lo asumen como si fuera algo sucio, por eso se oculta con «fragancias jardinizadas» en las toallas. «El mensaje transmitido es que olés mal, apestás. Lo nombro así porque tiene un efecto real en las emociones y autoestima, se empieza a rechazar el ciclo natural de los mismos cuerpos», describe Aguilar Ferro sobre las fuertes cargas de violencia ejercidas por las empresas. 

Las toallas desechables se componen de 60% de celulosa en copos, material no biodegradable que tarda entre 500 y 800 años en descomponerse; los tampones en unos seis meses. En cambio, una copa puede usarse de ocho a diez años según una investigación publicada en 2021 por la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género de Argentina, lo que quiere decir que se puede usar cuatro copas durante la vida fértil.

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Entre el silencio estatal y la estrategia de mercadeo

¿Quiénes se hacen cargo de la educación menstrual? Instituciones religiosas o estatales (educación y salud) muestran poco o nada de interés en el tema. «Usualmente la información que se brinda está aislada de un conocimiento crítico y científico para orientar a las mujeres», sabe Paola Casia Carrillo, estudiante de Antropología, activista e integrante de la CGM.

En Guatemala quienes tomaron ese papel son las transnacionales desechables, se acercan a orientaciones generales, sin embargo, la información impartida es para hacerlas consumidoras de sus productos, nada cercano a una educación menstrual integral.  Hasta el momento ningún ministerio aborda el tema así de específico, se habla de salud sexual y reproductiva, pero no ha sido puesto en mesa de debate, manifiesta Andrea Aguilar Ferro.

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La única opción de educación sexual se reduce al consumo de los productos de las industrias culturales tales como el internet (redes sociales y pornografía), el cine y la música, entre otros, que se complementan con la información proporcionada por estrategias de mercado de las empresas desechables a través de la publicidad de las toallas y preservativos que promueven una mirada «heteropatriarcal» y «falocéntrica» de la sexualidad.

El CNB del Mineduc incluye en el área de Ciencias Naturales y Tecnología aproximaciones sobre educación sexual, en primaria se limita a la identificación de las partes del cuerpo, funcionamiento de los órganos e higiene personal. En los grados básicos se sigue la misma línea de contenidos, sin embargo, se enfoca principalmente en la reproducción humana. 

La mayoría de las mujeres experimentan la menarquía entre los últimos grados de primaria o los básicos (entre los 12 y 15 años) donde solo existe un único contenido sobre el ciclo menstrual en segundo básico, siendo esta una etapa fundamental para orientar a las jóvenes, como asegura la fanzine Me Vino de la CGM.

Un informe de Population Services International (PSI) señala que la educación menstrual es un punto de partida para hablar sobre la salud sexual y planificación familiar en contextos conservadores previo a abordar temas como sexo, género y anticonceptivos. A largo plazo, superar el estigma beneficiaría a toda la población como el caso de España, donde se sostienen debates para admitir la menstruación como un signo vital.

A través de una solicitud por acceso a la información pública, el MSPAS confirmó que los aspectos sobre educación sexual están normados por la Ley del Acceso Universal Equitativo de Servicios de Planificación Familiar (28-2005). A la fecha, el Programa Nacional de Salud Reproductiva no ha integrado ningún componente específico sobre salud menstrual, se limita a planificación familiar o programas maternos, neonatal y adolescentes.

Impuestos por sangrar

La Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) agrupa los productos desechables en la partida arancelaria de higiene. «Si los agruparan en el renglón de salud no pagarían impuestos, pero no están asignados correctamente. En otros países son productos de salud, aquí, son de higiene», señala el experto en comercio internacional, Walter Simón.

Al entrar al país pagan dos impuestos, el 12% del IVA más los Derechos Arancelarios a la Importación (DAI), cuando el producto es acabado paga el 15%, el porcentaje más alto.  Simón señala que bajo las dinámicas de comercialización es el consumidor final quien los paga. Una mujer costea por paquete desechable 27%  de impuestos, aproximadamente.

En términos monetarios los impuestos se traducen a grandes sumas de dinero siendo un gasto no optativo, evidencia que en Guatemala se menstrua en condiciones económicas desiguales, a ello se suma el impacto de salarios diferenciados entre hombres y mujeres en el ámbito formal e informal.

En este contexto, la CGM sistematizó alternativas sin desechables, ahorrativas, sostenibles y amigables con el ambiente.

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Colombia bajó el IVA del 16% al 5% en 2016; luego, en 2018, la Corte de Constitucionalidad de ese país, declaró inconstitucional el impuesto al tratarse de productos insustituibles vinculados a la dignidad de la mujer y se logró el 0%.

México recibió 2022 con 0% de IVA en todos los productos, catalogados ahora como de primera necesidad, se prioriza su accesibilidad frente a las condiciones de pobreza. Se modificaron leyes sobre impuestos al Valor Agregado y la de Producción y Servicios, por ejemplo.

Para el caso de Guatemala, ¿dónde está ese dinero recaudado por los impuestos?, ¿se invierte en salud menstrual? La CGM considera que debería regresar en campañas para terminar la desinformación a través de la educación menstrual y educación sexual integral, en los sectores mencionados por la iniciativa de ley propuesta.

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Las colectivas entrevistadas ven necesario crear las condiciones materiales, políticas y educativas para  garantizar una experiencia integral que cuestione el tabú hegemónico para lograr una menstruación consciente, sin miedos, sin censura y sobre todo, con libertad.

Es una de las muchas conversaciones pendientes de todas y todos.

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