Ir

Ocho años de supervivencia

Tipo de Nota: 
Fotos

Ocho años de supervivencia

Palabras clave

Juana Estela tiene 8 años, la misma edad que lleva el asentamiento Anexo Manuel Colom Argueta de existir frente al relleno sanitario de la zona 3 capitalina.

Nacido desde las cenizas de un negocio frustrado de bodegas para los camiones de la basura, el terreno, que ahora abarca varios asentamientos y hospeda a miles de personas, fue invadido el 27 septiembre de 2009. Desde aquel entonces, la lucha de sus habitantes para obtener el derecho a vivir en el lugar ha pasado a través de las estrategias de negocio del empresario Juan Mini, dueño del área y arrendador del terreno donde la Municipalidad edificó el relleno sanitario.

En marzo pasado, los pobladores organizados del asentamiento juntaron los Q6 mil necesarios para la inscripción de la asociación de vecinos en el registro del Ministerio de Gobernación. Así pudieron empezar una curiosa negociación con un representante del empresario, a través de la intermediación de la propia Municipalidad que, en este momento, está equipando de tubería el asentamiento para la instalación de un sistema de agua. La luz eléctrica, en cambio, sigue alumbrando las láminas de las 315 champas a través de una conexión “provisional”, que llega directa y gratuita del alumbrado público.

El terreno donde se ubica el asentamiento Anexo Manuel Colom Argueta no presenta las mínimas condiciones para cumplir con las reglas de edificación: se erige por encima de varios metros de basura permeada por constantes filtraciones de agua, que facilitan el constante peligro de hundimiento de las casas. La vista directa al basurero y el aroma propio de los desechos completan la serie de características que impedirían la construcción de un residencial, un centro comercial, un supermercado o un simple parqueo…

Los vecinos del asentamiento esperan juntar rápidamente los últimos Q750 necesarios para inscribir la asociación en la SAT y empezar las negociaciones para la compra del terreno.

Mientras tanto, Juana Estela, al igual que los otros 1.700 niños que pueblan el asentamiento, sigue bañándose con el agua del tonel que ocupa buena parte de su champa, todos los días antes de irse a la escuela.

Autor
Edición
Autor
Edición