El mundo moderno surgido en el Renacimiento europeo, hoy globalizado, que dio como resultado la actual industria, aunque obtuvo fabulosos resultados resolviendo ancestrales problemas, al mismo tiempo, por la forma en que la producción fue teniendo lugar, creó otros nuevos, hoy día altamente peligrosos. Por eso muchos expertos consideran que, desde mediados del pasado siglo, entramos en esta nueva fase geológica. Varios elementos lo indican: aumento en la emisión de gases de efecto invernadero negativo, alta presencia de elementos radioactivos producto de la gran cantidad de ensayos de armas nucleares, acumulación impresionante de plástico no biodegradable, destrucción indiscriminada de la cubierta boscosa.
No hay “cambio climático”, como si se tratase de una espontánea y natural transformación en las condiciones geológicas, sino una catástrofe provocada por la acción humana ligada a la industria que produce en forma imparable, obligando a la población a consumir de la misma manera. Como símbolo de ese disparate, ahí está la obsolescencia programada: elaborar mercancías para que, en un tiempo prefijado ya no sirvan y haya que reemplazarlas.
Esa marea de producción y consumo que generó el capitalismo trae la destrucción de nuestra casa común, el planeta Tierra. La reciente aparición de un nuevo virus, el SARS CoV-2, para el que la población planetaria no tenía defensas, ocasionando más de seis millones de muertes, es producto de esos descontroles. La aparición de nuevas especies invasoras que pueden llegar al ser humano ocasionó esta pandemia, y probablemente no sea la última. La misma muestra varias cosas:
1. El Antropoceno es ya una realidad. La acción humana sin planificación, basada en el lucro empresarial, está haciendo estragos. Solo como ejemplo: las Islas Maldivas, en el Océano Índico, actualmente un paraíso turístico, están condenadas a desaparecer bajo las aguas oceánicas en un par de décadas si continúa el calentamiento global y el consecuente derretimiento de casquetes polares y glaciares. Lo tragicómico es que sus habitantes no han vertido prácticamente un gramo de agentes contaminantes, porque en las islas casi no hay vehículos automotores.
2. El neoliberalismo, como nueva forma que ha ido tomando el capitalismo global, es un criminal atentado contra la humanidad. Con su prédica de privatización de absolutamente todo, dejó los sistemas públicos de salud en total deterioro. La aparición de este nuevo virus se transformó en una peligrosa pandemia porque los servicios sanitarios privados no pueden atender una crisis sanitaria de tal magnitud.
3. El capitalismo reinante en el mundo sigue siendo absolutamente injusto, egocéntrico y hedonista, desligado por completo de valores solidarios. Lo demuestra la forma en que se manejó la vacunación. Por un lado, las farmacéuticas hicieron de eso un increíble negocio, dejando de lado a las grandes mayorías de los empobrecidos países del Sur que no podían pagar gigantescas sumas de dinero. El espíritu acumulador que generó este modelo hizo que potencias capitalistas acapararan más dosis de las necesarias, mientras que el Tercer Mundo languidecía, todo lo cual demuestra que, en este marco, estamos lejos de una verdadera comunidad de pueblos fraternos. La cooperación internacional o los mecenazgos de poderosas fundaciones caritativas solo refuerzan la sumisión de unos y el poderío de otros.
4. Los encierros provocados por la pandemia abrieron paso a una “nueva normalidad”, basada crecientemente en el llamado teletrabajo. Ese mundo digital que ya se abrió y parece sin retorno, de momento no favorece a las grandes mayorías. Trabajar desde casa no es un triunfo popular. ¿Cómo se formarán los sindicatos entonces? ¿O en la «nueva normalidad» eso ya no cabe? Estamos cada vez más desconectados, aunque pasemos el día «conectados» a algún ingenio de inteligencia artificial. Las tecnologías digitales pueden servir para dar saltos en la historia; o, como pareciera perfilarse de momento, para que los grandes poderes controlen más y mejor.
El modelo de interacción actual del ser humano con la naturaleza es inviable. ¡Debemos cambiarlo!
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