Las ventajas de dicha práctica son repetidas por médicos, por la Organización Mundial de la Salud y por instituciones como la Liga de la Leche, entre otros. Los beneficios van desde el valor nutricional que tiene esta leche hasta el vínculo afectivo que genera entre madre e hijo.
Pero poco se discute sobre las dificultades que trae consigo amamantar. La primera es amamantar en público. Es imposible aislarse de la sociedad por un año (plazo recomendado) para dar de mamar. Y esa es una de las razones por las cuales muchas mujeres no alimentan a sus hijos con leche materna. Mostrar el pecho cuando se está alimentando a un hijo se ha convertido en un tabú.
Las historias sobre mujeres a las cuales se las ha increpado por alimentar a sus hijos en espacios públicos son muy comunes. A unas se las castiga con la mirada y a otras se las invita a salir o a ir al baño. El tema se ha convertido en un problema de tal magnitud que en muchos países se ha optado por legislar la promoción de la lactancia materna. Legislar sobre esta materia es tratar de enmendar un comportamiento social mediante legislación, y este ejercicio normalmente no funciona. Para generar un cambio de paradigmas es necesario abordar el tema una y otra vez.
Creo que existen tres razones en general que inhiben la lactancia. Primero, el morbo. En un mundo hipersexualizado, el pecho no es considerado como fuente primera de alimentación, sino como parte de lo erótico. Luego está el tema de los espacios públicos. Está claro que es más agradable tanto para el bebé como para la mamá dar de mamar en casa, pero cuando toca en la calle no debería ser un problema. Y por último, el problema no es tanto de la madre, sino del padre. A muchos papás les avergüenza o les molesta que sus esposas den de mamar en público.
De alguna forma yo me había sentido inhibida en los tres aspectos. Pero ha sido una preocupación interna, basada en paradigmas. No me había salido de mi zona de confort ni había retado estas ideas hasta que decidí empezar una campaña con un amigo y tomarme fotos mostrando el pecho en un restaurante y con el apoyo incondicional de mi esposo.
Cuando las fotos llegaron a mi inbox me sentí liberada, liberada de mis propios paradigmas y lista para darle de comer a mi bebé cuando lo necesite sin temor a nadie. El paso a seguir es compartir esa foto e invitar a otras mamás y a otros papás a liberarse de los paradigmas del pecho y a ser libres y felices en esa aventura que es ser padres.
#PechosLibres.
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