En 2019 se estuvo cerca de esta frontera tres veces, pero ni en época de pleno empleo de la economía estadounidense se había alcanzado ese guarismo. Ahora, en medio de una de las peores crisis sanitarias en décadas y en pleno aumento del desempleo en Estados Unidos, los emigrados enviaron 1,078 millones de dólares en 31 días.
A finales de abril vimos con preocupación que las remesas deceleraban un 20 % en comparación con abril del año anterior. De haber seguido a ese ritmo, la merma de las remesas le habría supuesto a la economía de Guatemala contar con hasta 20,000 millones de quetzales menos. Esa caída se derivaba del confinamiento en las ciudades y estados estadounidenses en los que habita el mayor número de guatemaltecos (Nueva York, California, Florida, Boston y Nueva Jersey, todos ellos con grandes comunidades de guatemaltecos que durante el mes de abril sufrieron el embate de la pandemia, los efectos económicos del confinamiento, una tasa de desempleo hispano que rozaba el 18 % y solicitudes de subsidio por desempleo que mostraban un crecimiento exponencial). Estas noticias fueron tan alarmantes que incluso provocaron una apreciación estacional del dólar.
Posiblemente este 2020 vivimos el mayo más insípido en ingreso de remesas. Por primera vez en una década hubo un decrecimiento interanual acumulado. Pese a eso se mostraban ya luces de recuperación en varios sectores de la economía de los Estados Unidos. Ese mayo insustancial fue el último mes de caída: junio creció respecto al año anterior y julio prácticamente redibujó el año para acercarse a la tendencia previa a la crisis: 14 % de incremento y ruptura de la barrera de los mil millones de dólares, un hito de la comunidad guatemalteca que realiza una actividad productiva fuera de las fronteras de su país.
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Estos últimos 75 días el país ha experimentado una muestra más de resiliencia de la comunidad de migrantes guatemaltecos, esa comunidad que en algún momento experimentó una travesía dura y riesgosa, se reinventó, vivió de cerca la crisis sanitaria (las muertes y los contagios masivos a su alrededor, además del confinamiento) y volvió a salir adelante. Una comunidad que sostiene en pie miles y miles de hogares en Guatemala mientras en nuestro territorio parece que la crisis económica será aún más larga y profunda. La recuperación del ingreso de remesas pareciera ser la nota más esperanzadora de cara a evitar el colapso económico de millones de hogares guatemaltecos.
La caída de las remesas en el resto de los países de la región confirma el ímpetu y la fortaleza del guatemalteco en el exterior. México es el otro país que ha mostrado señales de recuperación rápida en el ingreso de remesas. Los demás atraviesan todavía un período de deceleración.
¿Qué significa esto? En gran parte, nos confirma que la comunidad guatemalteca trabaja en actividades menos especializadas y más esenciales en medio de la crisis sanitaria. Incluso a mediados de julio nos llegaba la noticia de que muchos contagios masivos en Florida arrasaban con comunidades guatemaltecas empleadas en el cultivo de hortalizas y en la producción de otros bienes esenciales. Lejos de interrumpir sus labores, muchos miembros de la diáspora doblaron turno y extendieron sus horarios de trabajo. Qué sacrificio y qué anhelo de sostener a sus familias en Guatemala.
¿Qué más significa haber superado la barrera de los mil millones de dólares? Si continúa la tendencia que tenemos a julio, las remesas crecerán del 5 al 6 % a finales de año. Es decir, ingresarán a la economía nacional, en el segundo semestre, cerca de 600 millones de dólares más. Contrasta con la caída de la producción nacional, que se prevé de hasta un 3 % (una contracción de cerca de 2,300 millones de dólares). En el caso de que cristalicen estas previsiones, la combinación elevaría el peso de las remesas del 13.8 % del PIB en 2019 al 15 % de este a finales de 2020. Mucho del consumo nacional y de la inversión en construcción, medicina y educación será producto de las remesas. El desafío de mejorar esa inversión y su productividad es gigantesco y urgente.
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Otra consecuencia: de continuar esta recuperación de la economía de Estados Unidos, veremos incrementos en la vocación migratoria de jóvenes guatemaltecos que han perdido su empleo. ¿Cómo reaccionarán las autoridades estadounidenses? ¿Veremos un recrudecimiento de las restricciones migratorias en las fronteras en los dos meses que faltan para las presidenciales? En los próximos meses se abordará con más fuerza la dinámica social que rodea a la migración y al flujo de las remesas. Será una oportunidad de oro para generar un modelo de desarrollo que visibilice a los chapines en el exterior y a sus familias. Es necesario y Guatemala lo necesita.
Mientras tanto, desde todos los sectores de Guatemala toca expresar con fuerza mil millones de gracias a todos esos guatemaltecos en el exterior que en estos últimos meses han inyectado miles de millones de dólares para que encarar la crisis sea más soportable y para que la miseria aún no toque a la puerta de miles y miles de familias guatemaltecas. El modelo no es el correcto, pero, mientras apalanque la recuperación, debemos acompañarlo muy de cerca.
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