La fortuna de ser empresario generador de empleo es que te da carta blanca para levantar cualquier plumilla. Es permiso de cagarla sin mayores consecuencias.
Un error de la magnitud del fashion show de Saúl E. Méndez, aunque salga a reconocerlo, es casi una bofetada a la inteligencia humana, un revés a la dignidad. No dudo que requiera valor retratar el mensaje animado del símbolo personificado de esa marca.
Aplaudir la retractación es sobrevalo...
La fortuna de ser empresario generador de empleo es que te da carta blanca para levantar cualquier plumilla. Es permiso de cagarla sin mayores consecuencias.
Un error de la magnitud del fashion show de Saúl E. Méndez, aunque salga a reconocerlo, es casi una bofetada a la inteligencia humana, un revés a la dignidad. No dudo que requiera valor retratar el mensaje animado del símbolo personificado de esa marca.
Aplaudir la retractación es sobrevalorarla y demuestra nuestro propio conformismo, nuestra falta de exigencia ante la normalización de la ignorancia irresponsable.
Mensaje de Saúl pic.twitter.com/RJVZ4dI9Tp
— Saúl E. Méndez (@EstiloSaul) November 9, 2019
Tantas alusiones, tantos símbolos, tantos prejuicios en la exclusividad de una simple invitación. Reconstruir una tragedia, banalizarla con mensajes vacíos de información (o tal vez solo desconectados de la realidad). Recordar desde las cenizas las muertes desiguales. Un evento que intentaba regenerar, revivir la tragedia desde el lugar de los hechos, o tal vez un poco más lejos, desde La Reunión, donde unas vidas valieron más que otras.
No podemos permitir que personajes ni marcas pregonen un discurso de la «inclusión» sin entender lo que supone. No se vale creer que un evento así es capaz de sanar heridas profundas de un país que entierra la pobreza en las cenizas de una catástrofe.
Las buenas intenciones deben ser reales, no pueden ser disfraces étnicos o túnicas adornadas de sombreros. Los «zapatos todo terreno» son tal vez lo más sensato en paisaje abollado. Bárbaro mensaje acompañado de arena volcánica, gasas y las imágenes de una tragedia que sigue viva porque no hay quien la sane.
Si seguimos jugando a querer generar cambios profundos en la sociedad desde la iniciativa privada, comencemos por conocerla. No se vale la ignorancia, y el arrepentimiento debe demostrarse con actos drásticos. No puede ser de otra manera. No se puede cometer errores de ese calibre y pretender que un video en Twitter sea suficiente para responder a una denuncia que nace desde ahí, pero yace en lo más profundo de un país que llora desigualdad. Toca abrir los ojos, empatizar, ser humildes y buscar las respuestas que tienen sentido para un país en que los pobres se instalan en zonas de alto riesgo por la indiferencia del Estado y donde ahí mismo los ricos, con bendición del viceministro de Economía, quieren hacer fiesta.
Porque no se trata solo de hacer ruido (con mi tuit).
Porque en estos tiempos necesitamos hacer algo, cambiar el discurso, sentir empatía, escuchar y replantear.
Pero sobre todo mejorar.
Gracias por escuchar, Emilio. pic.twitter.com/r00qRb6Ay7
— Michelle Mendoza (@mmendoza_GT) November 11, 2019
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